Mientras Venezuela le proveía constantemente de fondos y asistencia, Evo Morales se vistió presuroso con el inconfundible uniforme “bolivariano” y abrazó ese eufemismo, detrás del cual se oculta, torpemente, la palabra “comunismo”. Además, adoptó su mentiroso evangelio.
Cuando la increíble impericia del primitivo ex
colectivero caribeño, Nicolás Maduro, logró lo que parecía imposible, que
es fundir irremisiblemente al país del mundo dotado por la naturaleza con las
mayores reservas hidro-carburíferas del mundo, Evo Morales cambió
inmediatamente de bando y se transformó, en cambio, en un “socio estratégico”
del Brasil capitalista que encabeza su actual presidente, Jair Bolsonaro.
Como todo un notable pero inconfundible, camaleón aimara.
Ocurre que Nicolás Maduro, luego de publicado
recientemente que fuera el muy duro informe del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, sobre la
situación de los derechos humanos en una Venezuela en la que Nicolás Maduro,
está claro, hasta recurre frecuentemente a la tortura de sus adversarios y
opositores, aparece claramente como un dictador. Y, precisamente por esa razón,
ha pasado a ser naturalmente calificado de tal, hasta por la camaleónica
izquierda uruguaya, aquella que domina el Frente Amplio en ese pequeño país.
Peor aún: hoy es designado como un dictador que, además,
tortura. Como tan sólo sucede en nuestro hemisferio en la sometida isla de
Cuba.
Por esto, muchos de aquellos que le sonreían hoy le
están dando vuelta lacara. Hasta el mismo Evo Morales y el líder
izquierdista colombiano Gustavo Petro, ahora no sólo admiten que Nicolás
Maduro es un dictador que recurre a la tortura, sino que, además, con ella
mata. Lo que supone todo un feroz cambio de “paradigma” para la siempre
colorida y voluble izquierda vernácula.
Morales, en su repentino cambio de frente, hasta se
alejó del “Foro de San Pablo”, a cuya última reunión no asistió. Sin enviar,
tampoco, una delegación oficial. En señal de que la “hermandad” declamada entre
los gobiernos de Bolivia y Venezuela se ha enfriado notablemente, hasta el
congelamiento.
Todo un cambio. Es cierto que no todo lo que reluce
es oro. Pero Venezuela lo tenía y ya no lo tiene, razón por la cual Evo Morales
ya no se encandila fácilmente con Venezuela y prefiere acercarse al calor
-amistoso y tropical- del Brasil. Así son los presuntos “héroes” actuales de la
izquierda marxista latinoamericana. Panqueques, entonces.
(*) Emilio J. Cárdenas , Ex Embajador de la República
Argentina ante las Naciones Unidas.