Berlin - Hans-Georg Maassen recorre distritos electorales con posiciones alejadas de la línea oficial del partido y en nombre de su ala más conservadora.
Hans-Georg Maassen quiere cambiar la Unión Demócrata
Cristiana (CDU), devolverla a lo que el exjefe servicios secretos internos
alemanes cree que fue el partido de centro-derecha alemán antes de la era
Merkel, a lo que considera sus esencias conservadoras. Con un mensaje plagado
de guiños a la ultraderecha, el destituido exjefe de los espías se ha paseado
por Sajonia y Brandeburgo, los dos Estados del Este de Alemania que este
domingo van a las urnas, haciendo campaña con posiciones alejadas a la línea oficial
del partido. Desde el cuartel general de la CDU, han capeado el temporal
Maassen de forma improvisada y errática, conscientes de que expulsarle
supondría un cisma en un partido, en el que las ideas de Maassen son bien
recibidas entre quienes aspiran a derechizar la CDU.
Los conservadores y los socialdemócratas, los dos
partidos que gobiernan en coalición en Berlín, se enfrentan según las encuestas
a severas pérdidas en las elecciones en los dos Estados de la antigua República
Democrática Alemana (RDA). La ultraderecha, Alternativa por Alemania (AfD),
podría escalar sin embargo a la primera posición en alguno de los Estados.
El jueves en Berlín, en un encuentro con periodistas
extranjeros, Maassen expuso sus tesis, que en muchos puntos se solapan
milimétricamente con el discurso ultra en Alemania. Habló de la necesidad de
deportar a más demandantes de asilo, de la supuesta preocupación ciudadana ante
la falta de libertad de expresión para opiniones discrepantes como la suya y el
desconocimiento de “los políticos” de los problemas de la gente, “que no tienen
que ver con Greta Thunberg”. “Mi impresión es que los políticos viven en una
burbuja”, aseguró haciéndose eco del discurso antiestablishment propio del
populismo de derechas.
Maassen habla en nombre del ala más conservadora del
partido de la canciller, Angela Merkel, la corriente que se opone de manera
furibunda a su política de refugiados y cuestiona la política climática del
Ejecutivo. La venganza, por una destitución hace un año que, según quien le
conoce, no acaba de digerir es otro de los motores que impulsa a este electrón
libre de la CDU, que ha logrado enturbiar una campaña ya de por sí delicada.
Maassen se vio envuelto en una controversia con la
extrema derecha hace un año, cuando se celebraron unas marchas xenófobas en
Chemnitz en las que parecía haberse decretado una caza al extranjero. El
entonces responsable de seguridad respaldó las tesis ultras y descartó que
pudiera probarse que fuera un incidente xenófobo. La canciller intervino en la
polémica, que acabó con la salida de Maassen de la jefatura de los servicios
secretos internos. El jueves, ante la
prensa, Maassen volvió a insistir en que no hay pruebas de se tratara de un
incidente xenófobo.
La fricción entre la CDU y Maassen es tal, que el exespía
accedió el pasado domingo a mantenerse alejado de los escenarios en Sajonia.
“quise ayudar a mi partido en Sajonia. Visto que mi apoyo no es considerado
necesario […], me retiro con el corazón pesado”. Con su tuit cincelaba su papel
de gran víctima de una clase política que no quiere escuchar las supuestas
verdades del barquero que él asegura representar. Cerca o lejos del escenario,
lo cierto es que Maassen ha conseguido que se hable de él, y mucho, durante una
campaña muy complicada para la CDU.
El problema de Maassen es sin duda el más estridente,
pero no el único. Annegret Kramp-Karrenbauer, también conocida como AKK
representa el ala más centrista del partido, en cierto modo, una continuidad
política de Merkel. A su derecha, anida en el partido, una corriente más
conservadora, que acusa a la canciller de haber socialdemocratizado el partido
y de favorecer el crecimiento de los ultras dejando excesivo espacio político a
su derecha. Los más convencidos se agrupan en la llamada Unión de los valores,
que coexiste dentro de la propia CDU. Forman una minoría, pero hacen mucho
ruido, en especial en el Este.
Identidad del partido
“Es un debate que toca las capas más profundas de la
identidad del partido”, explica por teléfono Werner Patzelt, politólogo y
miembro del ala conservadora. “El debate ha ido cobrando intensidad a la luz de
los malos resultados de las últimas elecciones. AKK no está teniendo mucho
éxito y si hay más derrotas electorales, los que se oponen a la socialdemocratización
de Merkel ganarán posiciones en la derecha”, vaticina Patzelt.
El ala más conservadora todavía no ha superado la derrota
interna, cuando Merkel logró que se impusiera su candidata para presidir el
partido el pasado diciembre. Pero a AKK, ahora también ministra de Defensa, no
le va bien en las encuestas, lo que alienta a sus detractores ante la prevista
sucesión de Merkel con el fin de la legislatura, en 2021. Esas tensiones
amenazan con agudizarse tras las elecciones regionales del domingo en Sajonia y
Brandeburgo. Una caída de la CDU, como vaticinan los sondeos, supondría un duro
golpe para AKK, presidenta del partido conservador.