El exvicepresidente es el aspirante mejor situado en las primarias demócratas para disputarle la Casa Blanca al presidente.
¿Qué esconde Joe Biden?”, se pregunta Donald Trump en un
e-mail electoral enviado este fin de semana a sus simpatizantes. Desafiante a
las críticas y las sospechas de que está abusando de su poder como presidente
para perjudicar a un rival político, Trump -sigue pidiendo abiertamente que
Ucrania investigue a Hunter Biden, hijo del exvicepresidente demócrata, el
aspirante mejor situado en las primarias del partido para batirse con Trump.
Será una campaña sucia. El país “debe estar preparado
para que el presidente convierta el Gobierno en un arma contra sus rivales de
una forma nunca antes vista en la historia de EE.UU.”, advierte Jesse Ferguson,
estratega demócrata y exasesor de Hillary Clinton. “Cuanto más hablemos de lo
que los Biden hicieron en Ucrania, mejor”, afirma Barry Bennett, un exasesor
político de Trump, que no cree que el pre-sidente vaya a verse perjudicado por
la polémica. Lo mismo percibe el estratega demócrata Jefrey Pollock: “Hasta la
fecha, no parece que ningún escándalo haya conseguido afectar por sí solo a
Donald Trump”, ha dicho a la agencia AP.
La penúltima polémica de la Administración Trump tiene su
origen en una denuncia anónima de un empleado de los servicios de inteligencia
al inspector general, alarmado por lo que había visto o escuchado. El contacto
que le llevó a dar la alerta afecta al mismo presidente y un líder extranjero
que, de acuerdo con varios medios estadounidenses, se trataría del nuevo
presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.
En una conversación mantenida el 25 de julio, Trump le
habría presionado para que investigara las actividades de Hunter Biden en el
país. Él ni confirma ni desmiente que sacara el tema en esa charla. Sólo dice
que aquella conversación con Zelensky fue “perfectamente rutinaria”. Ayer
añadió que hablaron “fundamentalmente de corrupción” y de cómo no quiere que
“nuestra gente, por ejemplo el vicepresidente Biden y su hijo”, contribuyan a
los problemas que ya tiene el país. Todo esto al mismo tiempo que la Casa
Blanca mantenía retenidos 250 millones de dólares en ayuda militar a Kíev por
motivos no aclarados.
La denuncia, considerada grave y creíble por el inspector
general, sigue bajo secreto y el Departamento de Justicia se ha negado a
facilitarla confidencialmente al Congreso, como piden los demócratas. Juristas
y expertos en ética gubernamental consideran que la supuesta conversación sería
una forma de presión que violaría las leyes sobre corrupción de Estados Unidos.
Las gestiones de Trump para que investiguen al hijo de
Joe Biden en Kíev anuncian una campaña muy sucia
Lo que no es ningún secreto son las gestiones, a plena
luz del día, del abogado del presidente, Rudy Giuliani, con el Gobierno de
Ucrania para que investigue al hijo de Joe Biden. Él mismo ha admitido
(segundos después de negarlo) que ha tratado el tema con el Ejecutivo
ucraniano. Días después de aquella llamada, Giuliani, se reunió en Madrid con
un consejero de Zelensky.
“Alguien tiene que investigar a Joe Biden”, volvió a
decir Trump el viernes, como si el país no hubiera pasado casi tres años
debatiendo si recibió ayuda de un país extranjero en el 2016. “Rusia, si estás
escuchando espero que encuentres los 30.000 e-mails que faltan” de Hillary
Clinton, dijo en la recta final de la campaña poco antes de que empezaran a
filtrarse documentos perjudiciales para su rival.
“Todo esto parece un descarado abuso de poder” por el que
hay que investigar a Trump, ha pedido desde Iowa Biden. Su campaña intenta
presentar los ataques del presidente como una muestra más de que es el
candidato al que más teme, el que tiene más posibilidades de ser elegido a
nivel nacional. “Lo cierto es que ese tipo en la Casa Blanca sabe que si
consigo la designación le vamos a dar más golpes que a un tambor”, por eso ese
“abuso de poder para difamarme”. Hay que “estar preparados para cualquier
cosa”.
El riesgo está ahí. La sombra de la sospecha se cierne
sobre los negocios de Hunter Biden en Ucrania desde que en el 2014 aceptó un
cargo en la dirección de una empresa gasística ucraniana mientras su padre era
vicepresidente.
Trump acusa a Biden de haber pedido a Kíev el despido de
un fiscal que estaba investigando a la empresa para la que trabaja su hijo. Se
prueben o no esos hechos, igual que la machacona campaña sobre los e-mails de
Clinton desgastó su imagen, la autoridad moral de Biden y su buen perfil para
salir elegido podrían verse perjudicados por esta polémica si cala la idea de
que el demócrata tiene algo que esconder.
La polémica coloca a los demócratas en una posición
difícil. Que, de una forma u otra, el presidente de EE.UU. esté presionando a
un país extranjero para que perjudique a un rival político demuestra lo lejos
que Trump está dispuesto a llegar para ser reelegido. La comisión de Asuntos
Judiciales de la Cámara Baja ha iniciado los procedimientos para fijar las
normas de una hipotética destitución del presidente, que candidatos como
Elizabeth Warren –pero no Biden– apuestan por llevarla adelante. La presidenta,
Nancy Pelosi, sin embargo, no está interesada en avanzar por esa vía. No sólo
porque no fuera a prosperar en el Senado sino porque teme que les aleje de
algunos votantes en el 2020.
La frustración es grande entre algunos demócratas, que
ven cómo Trump, haga lo que haga, se les escapa de las manos. “Después del
informe Mueller, el Congreso tenía el deber de destituirlo”, afirma Warren. Con
su inacción, “el Congreso es cómplice del último intento de pedir ayuda
exterior para las elecciones”, sostiene la senadora por Massachusetts, que
acaba de ponerse a la cabeza de los sondeos en Iowa, el primer estado que
votará en las primarias demócratas.