Las presiones para investigar al hijo de Joe Biden buscaban dañar la carrera electoral del exvicepresidente.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vuelve a
enfrentarse a un intenso escrutinio público por el uso de la política exterior
en beneficio propio. Esta vez le ha tocado a Ucrania, a cuyo presidente,
Volodímir Zelenski, intentó supuestamente presionar durante una conversación
telefónica para que investigue las labores en ese país del hijo de Joe Biden,
Hunter, con negocios en Kiev, con el fin último de dañar la campaña del
exvicepresidente para las elecciones de 2020. Trump ha prometido este martes
hacer pública la conversación telefónica, poco antes de que la presidenta del
Congreso de EE UU, Nancy Pelosi, anunciara la apertura de un impeachment al
presidente. La nueva trama amenaza, además, con perjudicar las relaciones de
Ucrania con EE UU, uno de sus aliados más valiosos.
El presidente Zelenski, que está estos días en Estados
Unidos para participar en la Asamblea General de la ONU, ha eludido hablar
sobre la conversación del pasado julio. Trump y el equipo del ucranio han
negado que el presidente estadounidense presionara a Zelenski, según denunció
un agente de inteligencia. Sin embargo, el republicano, que vuelve a hablar de
“caza de brujas” en su contra, ha reconocido que habló sobre Biden. Además,
distintas informaciones muestran que la Casa Blanca congeló momentáneamente la
ayuda económica a Ucrania, uno de los países más pobres de Europa y muy
dependiente de los préstamos de organismos como el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
La historia que ahora amenaza con salpicar la carrera
electoral estadounidense comienza en 2014. Una movilización social europeísta y
anticorrupción había desalojado del poder al presidente Víktor Yanukóvich,
aliado del Kremlin; Rusia se acababa de anexionar la península ucrania de
Crimea a través de un referéndum considerado ilegal por la comunidad
internacional y comenzaba el conflicto armado en el este de Ucrania con los rebeldes
prorrusos apoyados por Moscú. En esa Ucrania el entonces vicepresidente Joe
Biden —una de las principales figuras de la diplomacia de la Administración de
Barack Obama— viajó a Kiev en varias ocasiones y colaboró con otras figuras
internacionales para apuntalar al Gobierno surgido tras la conocida como
revolución del Maidán.
Muy poco después de que iniciara su misión en Ucrania, su
hijo, el abogado Hunter Biden, aceptó un puesto en la junta directiva de
Burisma Holdings, una de las compañías de gas natural más grandes del país y
propiedad de Mikola Zlochevski, un oligarca cercano al expresidente Yanukóvich,
que había sido durante un tiempo ministro de Recursos Naturales y que fue
investigado —nunca condenado— varias veces por abuso de poder, lavado de dinero
y enriquecimiento ilícito. El hijo de Biden cobraba por su trabajo en Burisma
unos 50.000 dólares mensuales.
El nombramiento de Hunter Biden fue muy controvertido. No
solo por los vínculos de su padre con el país, también por las relaciones de
Zlochevski con el prorruso Yanukóvich. Sin embargo, la Casa Blanca rechazó que
la nueva ocupación del hijo de Biden en la directiva de Burisma —junto a otros
nombres como el del expresidente polaco Alexander Kwasniewski, el jefe del
centro antiterrorista de la CIA Joseph Cofer Black o el experto en inversiones
Alan Apter— supusiera un conflicto. Hunter Biden estuvo en el organigrama hasta
abril de este año.
Desde hace un tiempo, Trump y sobre todo su abogado
personal, el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, han sugerido que el
exvicepresidente Biden presionó al Gobierno ucranio para frenar una
investigación contra su hijo, llegando a maniobrar hasta lograr la destitución
por ello del entonces fiscal general Viktor Shokin. Desde Ucrania, sin embargo,
distintos informes muestran que nunca hubo una investigación en marcha contra
Hunter Biden. A lo que se añade otra vuelta de tuerca: el entonces
vicepresidente ha reconocido que presionó para que se destituyese al fiscal
Shokin y ha contado que llegó a amenazar con congelar los fondos hacia Ucrania
si Shokin no se iba. Pero Joe Biden fue solo uno más de los diplomáticos
internacionales y expertos de diversas organizaciones anticorrupción en
exigirlo. Shokin, de 66 años, fiscal general entre febrero de 2015 y abril de
2016, no sacó adelante ningún gran caso contra la corrupción lacerante que
azotaba el país y, por ello, se había convertido en una de las figuras más
impopulares en Ucrania.
Tardó un tiempo, pero el Gobierno ucranio, encabezado por
el presidente Petró Poroshenko, relevó a Shokin. Nombró en su lugar a Yuri
Lutsenko, que según los informes sobre su gestión tampoco hizo un mejor
trabajo: tampoco logró condenas por corrupción a gran escala. En marzo de este
año, cuando las encuestas ya daban como favorito al nuevo presidente, al actor
Volodimir Zelenski, con un discurso muy centrado en combatir la corrupción, el
fiscal Lutsenko aseguró en una entrevista a The Hill que la embajadora de
Estados Unidos en Ucrania le había pedido no investigar a una serie de
personas. También afirmó que las autoridades ucranias “iniciarían una
investigación criminal” para determinar si funcionarios ucranios trataron de
interferir en las elecciones presidenciales de EE UU de 2016.
Las declaraciones de Lutsenko no tuvieron gran
repercusión internacional y el Departamento de Estado estadounidense las negó
de inmediato. Sin embargo, nutrieron las especulaciones de Giuliani sobre la
trama ucrania. El abogado personal de Trump empezó a preparar poco después un
viaje a Kiev para pedir al Ejecutivo de Zelenski que investigue a los Biden.
También para instar a que se revisen las acusaciones de la injerencia electoral
que supuestamente habría beneficiado a Hilary Clinton. Giuliani sostiene que
funcionarios ucranios ayudaron a la demócrata con fondos desviados del FMI;
también que proporcionaron a su campaña información dañina sobre personas
cercanas a Trump, como su exjefe de campaña Paul Manafort, que fue condenado en
marzo por ocultar que recibió pagos de políticos ucranios prorrusos.
Los preparativos del viaje de Giuliani fueron enormemente
controvertidos en Kiev y, finalmente, el abogado de Trump decidió suspender la
visita. Pese a todo, no dejó de lado su intención de forjar un caso contra los
Biden, algo que podría dañar enormemente las posibilidades del demócrata de
cara a una futura contienda con Trump en 2010. Fuentes del Gobierno ucranio
comentan que Giuliani ha mantenido conversaciones con funcionarios de Kiev
sobre el trabajo de Hunter Biden en Burisma. En verano, el abogado de Trump se
reunió en Madrid con uno de los principales asesores de Zelenski. En esa cita
Giuliani le pidió que investigase a los Biden. El asesor de Zelenski, según
fuentes conocedoras de la conversación, le respondió que enviase su solicitud
por el cauce oficial.