Las Fuerzas Democráticas Sirias acusan a Ankara de incumplir la tregua. Según medios locales al menos siete civiles han muerto y 21 han resultado heridos por ataques turcos en el área comprendida entre Bab al Jair y Um Ushbah.
Los proyectiles han seguido retumbando en los muros del
norte sirio durante las primeras horas de cese de hostilidades por cinco días
anunciado el jueves por la noche. Los milicianos apoyados por Turquía y las
fuerzas defensoras han chocado en Ras al Ayn, una localidad fronteriza
prácticamente asediada desde ayer. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que
vieron con buenos ojos el alto el fuego en un principio - durante el cual deben
retirarse de la franja norte del país -, ahora acusan a Ankara de incumplirlo.
Según medios locales al menos siete civiles han muerto y
21 han resultado heridos por ataques turcos en el área que comprende las
localidades de Bab al Jair y Um Ushbah. "A pesar del acuerdo para detener
los combates, ataques aéreos y de artillería continúan golpeando posiciones de
combatientes, asentamientos civiles y el hospital de Ras al Ayn", ha
denunciado a través de Twitter Mustafa Bali, portavoz de las milicias kurdas.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha corroborado la situación, a
la par que ha advertido de que las brigadas proturcas no están permitiendo la
entrada de un convoy humanitario al pueblo cercado.
Aunque el presidente Donald Trump calificó el jueves de
"gran día para la civilización", sobre el terreno las cosas se ven
distintas. El comunicado firmado por las delegaciones de Turquía y EEUU ese día
está, a ojos de los observadores, repleto de vaguedades e indefiniciones, que
pueden dar pie a dobles o triples interpretaciones. Por ejemplo, no delimita el
terreno exacto del norte de Siria del que deben retirarse las fuerzas kurdas ni
qué rol juega el ejército de Siria, que se está desplegando por la región.
Las ambigüedades parecen jugar del lado turco, a juzgar
por las portadas de su prensa este viernes. "Turquía logró todo lo que
quería", titula el periódico progubernamental Sabah. "Ganamos tanto
en el terreno como en la mesa [de negociaciones]". En efecto, tras
firmarse el acuerdo, Trump pudo hacerse una foto triunfal y Ankara verá
levantadas sus sanciones. Pero, como reconoce el periódico local Yeni Safak,
será durante un viaje a Rusia, el próximo partes, cuando se concrete todo con
el crupier de Siria.
El 22 de octubre, justo cuando se termine el plazo pactado
con Washington para una retirada de fuerzas kurdosirias que, por ahora, no se
avista, turcos y rusos dirimirán las aspiraciones del presidente Recep Tayyip
Erdogan. Turquía no parece dispuesta a permitir que Manbiy y Kobane, ambas
localidades actualmente patrulladas por el ejército sirio - fruto de un pacto
kurdos - Damasco firmado tras el inicio de la operación Manantial de paz -
sigan siendo fortines kurdos.
"La seguridad es importante, pero también hay un
lado humanitario, el retorno de los refugiados... Hablamos de una zona de
alrededor de 32 km de profundidad por 444 km de longitud a lo largo de la
frontera", detalló el ministro de Exteriores, Mevlut Çavusoglu, su plan
para Siria. "Discutimos algunas partes [del plan] con EEUU. Discutiremos
Manbiy y otras partes de él con Rusia y, próximamente, daremos los pasos
necesarios para asegurarnos de que toda la región se convierte en zona
segura".
Turquía asegura que, entre sus intenciones, está la de
devolver a los territorios entre uno y tres millones de sirios refugiados en su
país. Mientras tanto, su operación sigue generando desplazados. Naciones Unidas
ha informado este viernes de que 1.700 personas, en su mayoría mujeres y niños,
han huido a territorio iraquí en los últimos días. La ONU estima que 166.000
personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares desde el inicio de la
ofensiva turcoárabe, el nueve de octubre pasado.
Este viernes, además, Amnistía Internacional ha publicado
un informe en el que acusa a Ankara y a las brigadas pro Turquía de cometer
posibles crímenes de guerra. La organización apunta a "ataques
indiscriminados a áreas residenciales, incluidos un hogar, una panadería y una
escuela a manos de Turquía y sus fuerzas aliadas". Suma a ellos las
ejecuciones sumarias de varios civiles a manos de la milicia Ahrar al Sharkiya
en una carretera de la región, entre ellos el de la política Hevrin Jalaf.
"Turquía es responsable de las acciones de los
grupos armados sirios que apoya, arma y dirige. Según parece, Turquía ha dado a
estos grupos armado mano libre para cometer serias violaciones en [la región
noroccidental de] Afrin y en otros lugares. Llamamos a Turquía de nuevo a
acabar con estas violaciones, rendir cuentas con sus perpetradores y proteger a
los civiles viviendo bajo su control", dice Amnistía. "Turquía no
puede evadir responsabilidades externalizando crímenes de guerra a grupos
armados".