Quebrando todas las disposiciones y normas que rigen el asilo político, el prófugo ex autócrata Evo Morales, volvió a arremeter contra el gobierno de la presidente Jeanine Añez, sin acatar las disposiciones que el flamante gobierno argentino emitió a tiempo de brindarle refugio, de abstenerse de realizar o formular actos políticos, mientras se encuentre en suelo argentino.
Sin embargo, suponemos que dichas normas de conducta se
las pasó también por el arco del triunfo, como lo hizo en México, primera etapa
de su huida, al no despedirse siquiera de sus anfitriones mexicanos, y menos
haberles dado cuenta de su viaje a la isla de la fantasía cubana, para recibir
las instrucciones precisas para sus futuras cabriolas políticas. Al menos, esa
fue la excusa que los propios agraviados nos hicieron saber, para justificar
esa falta de respeto y los propósitos que planean realizar, para su retorno al
poder, y reponer la organización criminal que gobernó a algunos países
latinoamericanos hasta la fecha.
Tal frívola descortesía es comprensible cuando los
objetivos que persiguen Evo Morales y Cristina Fernández, (vicepresidenta
nuevamente de ese atormentado país) son beneficiosos a la causa del Foro de Sao
Paulo, y de su Socialismo del Siglo XXI, que negocia con la pobreza de nuestros
pueblos, a partir de un populismo sustentado por el narcotráfico.
Esa demagógica lucha contra la pobreza que los Kirchner
libraron, dejando un 35% de ellos en la calle, nos confirma que los pobres, más
que una reivindicación para los peronistas argentinos, son un negocio redondo.
Más que luchar contra la pobreza, ellos luchan contra la riqueza, pero no
contra aquella que proviene de la actividad ilícita, sino contra aquellas
fortunas que se forjaron con trabajo lícito. De ahí que este argentino odia al
“rico” que obtuvo su riqueza por la vía del triunfo en la vida laboral legal.
Esto arrancó en Jorge Luis Borges esa inolvidable sentencia que dice: “Los
peronistas no son ni buenos, ni malos; son incorregibles”.
Por el contrario, aquel bribón que revoleó obscenamente
sus mochilas llenas de dinero mal habido por sobre los muros de un convento,
adquiere una suerte de reconocimiento de heroicidad, como sucedió con José
López, el ex secretario de Obras Públicas de los gobiernos Kirchneristas, hoy
preso por dicho delito, pero cuya pronta excarcelación se da por descontada,
por el advenimiento del nuevo gobierno, populista y comunistoide.
Algo similar ocurrió con Milagro Sala, activista del
movimiento Tupac Amaru, una organización cercana a Evo Morales, que actualmente
se encuentra en prisión por varios delitos, que van desde la engañosa
construcción de miles de viviendas en la provincia de Jujuy, hasta aquellos de
orden penal. Es de suponer que, como las nuevas autoridades argentinas ya
anunciaron, ambos líderes fijen su residencia en esa provincia, cercana a
Bolivia, donde ambos puedan retomar sus actividades “sociales y políticas non
sanctas”, en especial ahora que el bolita funge de Evo Perón.
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