Sudán, Puerto Rico, Irak, Irán, Chile o Ecuador... a muchas de las movilizaciones del último año les une el rechazo a condiciones de vida cada vez más deterioradas.Para Ravina Shamdasan, portavoz de la ONU, la pauta es común: "Poblaciones hartas y enfadadas por las condiciones socioeconómicas, la desigualdad y el aumento de la brecha ricos-pobres"."Si el Gobierno libanés lo hubiera sabido no habría anunciado una tasa al WhatsApp. Pero el WhatsApp o la gasolina son solo la gota que colma el vaso", afirma Eduard Soler, investigador de CIDOB.
En Sudán fue el pan. En Irán, la subida del precio de la
gasolina. En Líbano fue una tasa al uso de WhatsApp y en Chile, el billete del
metro. 2019 ha estado marcado por multitudinarias protestas en diferentes
rincones del mundo. El descontento responde a un cúmulo de causas muy diversas
y complejas, pero a muchos de estos estallidos sociales les une un mismo hilo:
un chispazo de desigualdad ante el que la gente dijo basta.
El pan, la gasolina, el WhatsApp o el metro fueron la
chispa. La razón de fondo, un coste de la vida cada vez mayor y condiciones
económicas muy deterioradas. El descontento expresado en la calle ha acabado
llevándose por delante medidas políticas y a gobernantes, entre reclamos que
con frecuencia se extienden en el tiempo exigiendo reformas mucho más
profundas.
"Hay manifestaciones en diferentes lugares,
provocadas por diferentes cosas, pero comparten algunas características. En
particular, que las personas sienten que están bajo una presión financiera
extrema, el problema de la desigualdad y muchos otros problemas estructurales.
Los gobiernos necesitan escuchar a su gente y atender sus necesidades",
dijo en una rueda de prensa Stephane Dujarric, portavoz del secretario de la
ONU Antonio Guterres. Lo mismo opina la portavoz de la oficina de la ONU para
los derechos humanos, Ravina Shamdasan, para la que existe una pauta común:
"Poblaciones hartas y enfadadas por las condiciones socioeconómicas, la corrupción,
la desigualdad y el aumento de la brecha ricos-pobres".
"Es una revolución contra el "There is no
alternative [No hay alternativa]", asegura a AFP Karim Bitar, director del
director del Instituto de Ciencias Políticas en la Universidad St-Joseph de Beirut,
parafraseando el eslogan atribuido a la exprimera ministra neoliberal Margaret
Thatcher. "Son las revoluciones por la dignidad", afirma.
El ciclo de movilizaciones, que se ha intensificado en el
segundo semestre, sobre todo en América Latina –la región más desigual del
planeta–, tiene como punto de partida las protestas de los chalecos amarillos
en 2018 en Francia, recuerda a eldiario.es Eduard Soler, investigador senior
del think tank CIDOB. "En 2019, ha habido una intensificación con un
proceso de copia: en el imaginario, en las máscaras, en los chalecos, los
colores y los lemas. Esto ha contribuido a crear la imagen de un fenómeno homogéneo
cuando no lo es. Hay protestas muy distintas, por ejemplo, unas han ido contra
regímenes autoritarios y otras contra gobiernos democráticos, protestas con
alto nivel de violencia y otros no...", ejemplifica.
Para Soler, lo que se repite en todas las protestas es
que se han producido se forma simultánea, que se miran unas a otras y se copian
elementos como los eslóganes –aunque rechaza hablar de 'efecto dominó', una
rabia y frustración "no canalizadas" e instituciones que fallan a la
hora de dar una salida. "Si el Gobierno de Líbano hubiera sabido lo que
iba a venir no habría tomado la decisión de imponer una tasa al WhatsApp. Pero
el WhatsApp y la gasolina son solo los desencadenantes, la gota que colma el
vaso. Siempre los ha habido", señala.
Asimismo, recuerda que lo vivido en 2019 no es una ola
mundial "sin precedentes", mencionando otros momentos como 1968 o
2011. A lo que sí hemos asistido, a su juicio, es a un resurgir del estallido
social después de un ciclo de "cierto desánimo". "Al periodo de
protestas emancipadoras como el 15M, los 'Occupy' o la primavera árabe le
siguió una fase de cierto desánimo. En términos globales, hemos pasado de
desaceleración a una reaceleración, a veces articulados de forma muy
emancipatoria, como Argelia y Sudán, y otros más en forma de rabia".
De Hong Kong a Bolivia, pasando por Francia, Rusia,
República Checa o Irán. Soler sostiene que es difícil atribuir una sola causa a
la serie de protestas mundiales que se han sucedido este año. Pero aunque la
desigualdad "no es el único elemento", en muchas de ellas sí es un
factor importante. "Sobre todo, la percepción de desigualdad. Lo que hay
es una percepción de injusticia, pero se suman otros como disfunción institucional,
la corrupción o la sensación de que el Gobierno gobierna solo para una
parte". Estos son algunos casos:
El pan de Sudán
Algunos lo llamaron la 'revolución del pan'. La subida de
este alimento básico en un decreto que multiplicó por tres su precio empujó
hace un año a miles de sudaneses a las calles. La medida formaba parte de un
paquete más amplio dirigido a poner freno a la inflación galopante. Lo que
comenzó como una protesta contra la dramática situación económica que
atravesaba el país y el deterioro de las condiciones de vida se transformó
rápidamente en una ola de movilizaciones sin precedentes, que exigía la caída de
Omar al Bashir tras tres décadas de dictadura.
Tras cuatro meses de protestas duramente reprimidas, Al
Bashir fue derrocado en abril por el Ejército. Según Amnistía Internacional,
entre diciembre de 2018 y el 11 de abril de 2019, al menos 77 personas que
protestaban perdieron la vida. Pero el camino hacia unas elecciones libres se
antoja largo. Los militares se hicieron con el poder tras la caída de Al
Bashir, pero acordaron con la oposición civil un Gobierno de transición que
empieza a dar sus primeros pasos. Al Bashir, mientras tanto, ha sido recientemente
condenado por tenencia ilegal de divisas.
Un chat machista y homófobo en Puerto Rico
En Puerto Rico, el terremoto político lo desencadenó el
chat privado plagado de mensajes machistas y homófobos del entonces gobernador,
Ricardo Roselló, que el pasado julio sacó a flote una indignación que era
generalizada. El malestar ciudadano contra los dirigentes respondía a un cúmulo
de causas, entre las que estaba la corrupción o la criticada respuesta a la
devastación causada por el huracán María en 2017. "Tus disculpas se ahogan
con el agua de la lluvia, en las casas que todavía no tienen techo", dicen
los cantantes puertorriqueños Residente y Bad Bunny, que encabezaron las
protestas, en la canción que lanzaron aquellos días.
De fondo, más de una década de sufrimiento por la grave
crisis económica que atraviesa la isla, que ha vivido duros recortes en los
servicios públicos y despidos, y la pobreza acecha a alrededor del 40% de la
población. Tras 11 días de protestas multitudinarias, Roselló anunció su
dimisión. En la actualidad, está al frente de Puerto Rico su exsecretaria de
Justicia, Wanda Vázquez, y el país irá a elecciones en noviembre de 2020.
La destitución de un general en Irak
En Irak, la chispa el pasado octubre fue la destitución
de Abdul Wahab Al Saadi, un general muy popular por su papel en la guerra
contra ISIS. Pero la razón de fondo de uno de los mayores levantamientos de la
historia reciente del país, una vez más, era el profundo malestar que hay con
la oligarquía religiosa, la corrupción, y, sobre todo, con el deterioro de las
condiciones económicas.
Desde principios de octubre, cientos de miles de
manifestantes han tomado las calles para exigir más puestos de trabajo y la
mejora de los deficientes servicios básicos, como también hicieron el año
pasado al sur del país, cuando protestaron contra los cortes de electricidad o
el suministro de agua. En Irak, un país rico en petróleo, la vida de muchos de
sus ciudadanos es similar a la de los países árabes más empobrecidos por el
paro o un sistema de salud derrumbado.
Las revueltas han evolucionado hasta reclamar una reforma
política total que acabe con el sistema establecido tras la invasión de EEUU en
2003. Los muertos en la represión de las protestas estos meses se cuentan por
cientos, al menos 460. El 29 de noviembre, la ola de protestas tumbó al primer ministro
Adel Abdelmahdi, que anunció su dimisión y, en estos momentos, los partidos
políticos intentan ultimar el nombramiento de un sustituto.
El subsidio al combustible en Ecuador
El 3 de octubre, Ecuador amaneció con un paro de
transportistas. Acababa de entrar en vigor el decreto anunciado por Lenin
Moreno que eliminaba el histórico subsidio estatal a los combustibles, que, en
la práctica, hacía que el precio de la gasolina y el diésel pasara a depender
del mercado internacional. La medida, que afectaba a cientos de miles de
familias campesinas e indígenas, se enmarcaba dentro del "paquetazo"
de recortes en respuesta a las condiciones del FMI para recibir una línea de crédito
de 10.000 millones de dólares.
A los transportistas se sumaron gremios de profesores,
estudiantes universitarios y, sobre todo, líderes indígenas, que insistían:
"Esta lucha no es por hoy, por el precio de la gasolina solamente, es para
evitar que nos hipotequen el futuro y que paguemos con hambre y pobreza de dos
y tres generaciones lo que no frenamos a tiempo". Con las protestas, que
pusieron contra las cuerdas al Gobierno, llegó también la represión policial.
Al menos una decena de personas murieron, y cientos fueron detenidas y resultaron
detenidas. Tras 12 intensos días de protestas, la movilización popular se
anotaba la victoria: el presidente dio marcha atrás y derogó el polémico
decreto.
El WhatsApp en Líbano
En Líbano, el detonante de unas protestas que aún
continúan fue el anuncio de las autoridades de aprobar una tasa de 20 centavos
de dólar por día (seis dólares al mes) a las llamadas de voz por aplicaciones
de mensajería como WhatsApp en un intento de aumentar los ingresos de la
golpeada economía del país. El impuesto se interpretó como una medida
arbitraria, una más del Ejecutivo de Saad Hariri, bajo presión de inversores
internacionales, para reducir una deuda equivalente al 151% del PIB. Pero las
reivindicaciones, también en este caso, iban más allá, pidiendo reformas
económicas y sociales de calado.
En Líbano hay un millón y medio de personas viviendo bajo
el umbral de la pobreza, una tasa de paro del 25% y una flagrante desigualdad
económica. También es un Estado semiausente, incapaz de producir electricidad
24 horas al día, sin red de transporte público, un deficiente tratamiento de
aguas residuales y recogida de basuras o una carencia de sistema de sanidad
pública o pensiones decentes. Entre eslóganes ya sonados en las revoluciones en
el mundo árabe, como "el pueblo quiere la caída del régimen", las
movilizaciones también han exigido el fin de la corrupción y la división
religiosa, apuntando a todos los dirigentes políticos.
Pese a los intentos del Gobierno de calmarlas anunciando
reformas, las manifestaciones no amainaron y después de 13 días de protestas,
Hariri anunció su dimisión. Un mes y medio después, el pasado jueves, Hassan
Diab era designado como nuevo primer ministro para formar un gobierno. Se hizo
sin consenso y profundizando aún más la crisis que vive el país, pues la calle
ya se ha opuesto a su nombramiento.
El metro en Chile
Chile fue uno de las últimos en unirse a esta lista de
países. El estallido se produjo tras el alza del precio del metro en 30 pesos,
4 céntimos de euro, con los estudiantes llamando a no pagarlo. Pero pronto se
transformó en un movimiento masivo con un reclamo mucho más amplio, que
apuntaba al corazón de un país considerado el alumno aventajado de las
políticas neoliberales en Latinoamérica, pero que esconde una sociedad muy
desigual. Por esta razón, aunque el presidente Sebastián Piñera anunciara a los
pocos días la suspensión del incremento del billete de metro, ya era tarde. Lo
recuerda uno de los lemas de los manifestantes: "Chile despertó".
Los chilenos han expresado en la calle su hastío por la
falta de acceso a derechos básicos como la salud o la educación, o el actual
sistema de pensiones. También han exigido un cambio en las relaciones políticas
y sociales, demandando una nueva constitución que sustituyera a la actual –que
data de la dictadura–. El tanto se lo apuntaron el pasado noviembre, cuando el
Gobierno de Sebastián Piñera, tras cuatro semanas de protestas, acordaba con la
oposición una hoja de ruta para elaborar una nueva Constitución con un
referéndum en abril de 2020.
En medio, toques de queda, el Ejército en las calles, una
lluvia de denuncias por violencia y abusos policiales, cientos de heridos y más
de una veintena de muertos como saldo de las protestas en el país.
La gasolina en Irán
En Irán, un nuevo brote de protestas vinieron desatadas
por una repentina subida en el precio de la gasolina que, el pasado noviembre,
derivó en bloqueos de carreteras, enfrentamientos, cortes de internet y una
represión aplastante del régimen iraní que ha dejado más de 200 muertos, según
la ONU y Amnistía Internacional. La medida fue el detonante del descontento de
una población que ya sufre las consecuencias de una economía asfixiada por las
sanciones de Estados Unidos.
https://www.eldiario.es/internacional/metro-whatsapp-chispa-protestas-desigualdad_0_976052626.html