La tasa de crecimiento de la economía china en 2019 fue de 6,1 por ciento, la más baja de los últimos 30 años. Pero, ¿ese es realmente el problema? ¿O será que los problemas son otros?.
En 2013, una emisora de radio alemana citó al primer
ministro chino, Li Keqiang, diciendo que su país necesita un crecimiento
económico de al menos un 7,2 por ciento para asegurar un mercado laboral
estable. Esto crearía diez millones de nuevos puestos de trabajo al año y
mantendría la tasa de desempleo dentro de los límites.
En ese momento, la tasa de desempleo era cercana a un
cuatro por ciento, y el crecimiento del producto interno bruto alcanzaba un
boyante 7,3 por ciento. La declaración de Li Keqiang estaba en consonancia con
la creencia común de que sólo a través de un alto crecimiento se podría
asegurar que quienes migraban del campo a la ciudad pudieran ganarse la vida.
Esto reduciría la evidente brecha de prosperidad entre la ciudad y el campo y
aseguraría la estabilidad social, un requisito para cualquier gobierno estable.
La presión demográfica disminuye
Siete años más tarde, con un crecimiento del 6,1 por
ciento, se espera que el desempleo alcance el 3,8 por ciento. Esto podría
deberse al hecho de que la presión demográfica en el país más grande del mundo
en términos de población está disminuyendo, al igual que el número de personas
en edad de trabajar. Sin embargo, el país duda si la tasa de desempleo, que se
ha mantenido estancada en cuatro por ciento durante muchos años, es del todo
correcta, informa un corresponsal del Frankfurter Allgemeine Zeitung. En
cambio, que la pobación activa se reduce no se pone en tela de juicio.
Según una encuesta realizada por Bloomberg, los
economistas aún esperan un crecimiento del 5,9 por ciento para el año en curso.
Sin embargo, al mismo tiempo, el Instituto de Investigación Económica de la
Universidad de Pekín concluye que la administración comunista todavía podría
lograr uno de sus objetivos más importantes con un crecimiento del 5,8 por
ciento: cumplir la promesa de duplicar los ingresos de la población del país
entre 2010 y 2020.
720 millones de pobres
También en este ámbito, China ha tenido impresionantes
progresos. A mediados del siglo pasado, la producción económica china per
cápita estaba por debajo de la de 1820, y la pobreza era consecuentemente alta.
Entretanto, hay un buen número de multimillonarios, y una clase media rica que
se está extendiendo. Pero aún así, China hoy en día se encuentra en el lugar 80
en la escala de prosperidad global: según los pronósticos, habrá que esperar al
menos hasta 2049, antes de que China se convierta en una nación industrial
completamente desarrollada. El número de agricultores pobres y trabajadores
migrantes aún se estima en 720 millones, con una población total de 1.400
millones de habitantes.
De tal forma que, si el ingreso per cápita de los chinos
el año pasado fue aproximadamente el mismo que el de la población de Macedonia
o Argelia, todavía queda mucho por hacer; incluso si, como algunos sospechan,
el país debería reemplazar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en
2028. Por cierto, EE. UU. tiene sólo unos 327 millones de personas, un cuarto
de la población de China.
Comprado a crédito
Ciertamente, se podría mantener una cierta paz social
incluso con un crecimiento inferior al seis por ciento, lo cual no sería malo
para el proceso de desarrollo, escribía recientemente el semanario Die Zeit:
"En la actualidad, el crecimiento se está reduciendo a un nivel
saludable.” Entre otras cosas, la evaluación apunta a un problema complejo de
la economía china: gran parte del crecimiento económico hasta la fecha se ha
comprado a crédito.
Esto se aplica no solo al apoyo continuo de las grandes
empresas estatales ineficientes y con pérdidas, sino también a los costosos
programas de inversión en aeropuertos, autopistas y trenes de alta velocidad.
"Aumento de la prosperidad comprada a un alto precio por los excesos de
inversión pública en las provincias", como lo llama Die Zeit.
No es de extrañar que la deuda del país sea gigantesca.
Según un informe del Neue Zürcher Zeitung, el endeudamiento total se sitúa
justo en casi el 300 por ciento del rendimiento económico total. Y se extiende
ampliamente entre bancos, regiones, empresas estatales y hogares. Además de las
ofertas de consumo, la falta de oportunidades de previsión fomentan la deuda
privada, con el fin de proveer para la vejez y casos de enfermedad. Según otras
fuentes, más de la mitad de la deuda privada es atribuible a los préstamos
inmobiliarios. Y el volumen de préstamos incobrables en los bancos ha aumentado
considerablemente. Una bomba de tiempo cuando se piensa en la crisis financiera
mundial de 2008.
Crecimiento cualitativo
El periódico People's Daily, vocero del Partido Comunista
chino, por ejemplo, ha comentado que la tasa de crecimiento del seis por ciento
"ya no es un umbral importante" y que la calidad del crecimiento es
decisiva.
"China no necesita más máquinas y carreteras",
dijo una redactora de Le Monde Diplomatique el año pasado. "En cambio, lo
que más le falta es un sistema de seguridad social estatal". Esto crearía
nuevos puestos de trabajo, por ejemplo en hospitales o residencias de ancianos.
Ya sea que se trate de un crecimiento
"cualitativo" o uno sin calidad, si el crecimiento de China
disminuye, tendrá un impacto en la economía mundial. Por ejemplo, el Insituto
de la Economía Alemana (IW) calculó el siguiente escenario: "Si el PIB de
China crece hasta 2028, en términos reales, un punto porcentual menos al año de
lo que se supone actualmente, el crecimiento del PIB global sería 2,8 puntos
porcentuales más bajo". Si el crecimiento de China cayera hasta un 3 por
ciento, habría un 8 por ciento menos de crecimiento en todo el mundo.
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