Una de las formas en las que una publicación influye sobre la opinión pública es a través de las opiniones de aquellas personas que se encuentren en posiciones de liderazgo, ya sea político, económico o intelectual. Para ello, una publicación debe enfocarse en generar contenidos que sean atractivos para ese grupo de personas, aun cuando ello implique alienar a un número más amplio de lectores.
Una de las publicaciones que ha ejecutado esta estrategia
con mayor éxito a escala mundial y a lo largo del tiempo es el semanario inglés
The Economist. Surgido en 1843 con el objetivo de influir en la discusión
parlamentaria sobre la necesidad de abolir una serie de aranceles al comercio
de granos, The Economist se ha destacado por conjuntar la defensa de posiciones
políticas liberales con argumentos bien desarrollados sobre temas de política y
economía, así como información sobre el desempeño de los distintos mercados del
orbe. Esto le ha permitido constituirse como uno de los ingredientes básicos en
la dieta de lecturas de ejecutivos de empresas, funcionarios de gobierno e
intelectuales. Al hacer de la economía uno de sus ejes, no es extraño
encontrarse de cuando en cuando en sus páginas con artículos que resuman
investigaciones recientes de la literatura especializada.
Esto fue justo lo que ocurrió a finales de noviembre de
2019, cuando la revista publicó una glosa de varios artículos académicos
recientes que tratan el tema de la distribución del ingreso y de la riqueza en
los países desarrollados.1 Tanto el título, “Midiendo al 1 %. Economistas vuelven a pensar
los números sobre la
desigualdad”, como el
texto de la glosa sugieren que la investigación ahí
resumida cuestiona la idea de que la desigualdad se ha incrementado en los países desarrollados. El que
el texto señalase un
resultado en dirección contrario a lo que la mayoría de los estudios en el área
han encontrado hasta el momento hizo que la glosa de inmediato llamara la
atención de lectores.
En particular, un grupo negacionista de la desigualdad,
se interesó por la glosa. Este grupo empleó la interpretación que se encuentra
de los artículos académicos en el texto de The Economist como munición para
atacar a quienes investigan el tema de la desigualdad, así como para sostener
que la glosa apoyaba su negación de la desigualdad como un problema grave hoy
en día. Recurriendo a una falacia de autoridad, este grupo tomó por buenas las
conclusiones de la glosa y las repitió en sus propios espacios, haciendo el
argumento implícito de que, como la reseña fue publicada en el semanario
inglés, no hacía falta revisar los artículos académicos ahí reseñados.
Sin embargo, la reseña aparecida en The Economist es
problemática por dos aspectos. Por un lado, resalta algunos resultados que por
sí mismos podrían sonar favorables a la noción de que la desigualdad no se ha
incrementado, pero que en el contexto de los artículos no pueden ser
interpretados de esa manera. De igual forma, el resumen de los siete artículos
académicos falla al momento de ponerles dentro del contexto general de la
investigación económica actual.
Ejemplo del primer tipo de error es que la reseña señala
que, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos, en el continente europeo no
es posible hablar de una caída en la participación del trabajo en el producto.
Es decir, que el ingreso que reciben quienes trabajan no se ha contraído como
proporción del ingreso total en el continente europeo.2 De acuerdo a
la reseñta, este resultado proviene de los artículos de Cette, Koehl y
Philippon (2019)3 y Gutiérrez
y Piton (2019),4 tal y como muestra al recuperar una de las gráficas
del primer artículo mencionado.5 El problema radica en que el dato
correspondiente a Europa en realidad se trata de un promedio, el cual oculta la
heterogeneidad de dinámicas observadas al interior de los distintos países
europeos.
Así, Cette, Koehl y Philippon (2019) encuentran que para
Francia, Alemania, Dinamarca y Holanda, la participación del trabajo ha caído
desde los años setenta hasta 2017. En
Bélgica e Italia se observa lo mismo desde los noventa, mientras que en España
y Reino Unido se observa la dinámica inversa, es decir, un incremento en la
participación del trabajo en el producto.6 El artículo de Gutiérrez
y Piton (2019) encuentra las mismas dinámicas para Francia, Estados Unidos,
Alemania y Reino Unido. Mientras que, para el caso de Italia, encuentran que la
participación del trabajo se incrementó en en el mismo periodo.7 Es
decir, en la mayoría de los países europeos analizados los dos artículos
encuentran que la participación del trabajo cayó y no que se mantuvo constante
como señala el promedio. Dado que las políticas distributivas siguen siendo
definidas a escala nacional y no a nivel continental en Europa, la comparación
correcta es entre Estados Unidos y cada uno de los casos nacionales arriba
mencionados. Esa comparación nos dice que más que ser una anomalía lo que
ocurre en Estados Unidos, en buena parte del mundo desarrollado la
participación del trabajo en el total de ingresos se ha reducido en los últimos
50 años.
Algo similar ocurre con la interpretación que hace la
reseña publicada en The Economist del artículo de Blanchet, Chance y Gethin
(2019).8 Esa interpretación consiste en señalar que la relación
entre el ingreso del 10 %
de mayores ingresos y el 50 %
de menores ingresos ha variado relativamente poco en Europa desde mediados de
los noventa, toda vez que se considera el efecto que tienen tanto los impuestos
como las transferencias.9 De nuevo, ese dato se encuentra presente
en el artículo, pero en la misma forma en que se muestra esa información,
también es posible observar que en el periodo entre 1980 y 1990 el ingreso
promedio del 10 % de
mayores ingresos en Europa pasó
de representar cinco veces el ingreso del 50 %
más pobre, a
representar seis veces dicho ingreso.10 Ese resultado es consistente
con lo que se ha observado en el resto de la literatura sobre el tema: en los
últimos 40-50 años se ha incrementado la desigualdad en la distribución del
ingreso, incluso después de descontar el efecto de impuestos y transferencias.
Vale la pena señalar que el artículo de Blanchet, Chance y Gethin (2019) provee
de más evidencia a favor de la noción de que la desigualdad se ha incrementado
sustancialmente en los últimos 50 años, pues identifica que el crecimiento del
ingreso derivado del mercado ha favorecido en mayor proporción a aquellos que
se encuentran en la parte más alta de la distribución de ingresos.11
El problema de la falta de contextualización de los
textos discutidos ocurre cuando la reseña discute el tema de los determinantes
del incremento en la participación del ingreso total por parte de aquellos que
se encuentran en la parte más alta de la distribución en el caso
estadounidense. La reseña cita los trabajos de Rognlie (2015)12 y de
Smith, Yagan, Zidar y Zwick (2019)13 para señalar que más que
deberse a un incremento en las ganancias de la clase capitalista, dicho
incremento se debe al incremento en el valor de los bienes inmuebles y a los
altos ingresos obtenidos por algunas profesiones, como son la medicina y la
abogacía. Sin embargo, el texto falla en mencionar que ambos artículos
participan en una discusión sobre si dichos incrementos en los ingresos de los
dueños de bienes inmuebles y en los profesionistas altamente calificados se
deben al menos en parte a fenómenos de extracción de rentas. Es decir, los
textos en efecto contribuyen a señalar que la parte más alta de la distribución
no está conformada exclusivamente por los capitalistas de antaño, pero no
señalan que quienes la componen hoy en día no son al menos en parte rentistas.
La reseña reincide en este problema cuando discute el
tema de los distintos supuestos que se emplean para compatibilizar datos
fiscales con datos nacionales (es decir, cuando discute el trabajo de Auten y
Splinter (2019),14 así como en los supuestos a partir de los cuales
es posible construir una distribución de riqueza (cuando discute el trabajo de
Smith, Zidar y Zwick).15 En el caso de la metodología de Auten y
Splinter (2019), la reseña explica a detalle los distintos supuestos que hace,
así como el resultado que los autores obtienen, que es un nivel de desigualdad
después de ingresos y transferencias constante para EEUU. Ello hace que el
texto deje de lado la explicación y el contraste con la metodología de Piketty,
Saez y Zucman (2018),16 que fue la que inició la discusión sobre desigualdad y
sigue siendo tomada por buena parte del gremio de economistas. Ello hace
parecer que hay ya cierto consenso de que la metodología más nueva es mejor,
cuando en realidad dicho consenso no existe. De hecho, en la conferencia más grande
de economistas de Estados Unidos de 2019 hubo un panel de debate en el que
participaron ambos grupos de autores.17
En el caso de la metodología propuesta por Smith, Zidar y
Zwick (2019), las divergencias con respecto a la original de Saez y Zucman (2016)18 son
menores, de ahí que también identifique un incremento en la desigualdad en la
distribución de riqueza en los EEUU. Si bien la reseña enfatiza que el
incremento observado con la nueva metodología es menor al observado con la
metodología original, ello no quita que ambas estén identificando una
concentración sustancial de la riqueza en las manos de unos pocos: de acuerdo a
Saez y Zucman, el top 0.01 %
de la población poseía 20 % de la riqueza total en Estados Unidos en 2015,
mientras que en la nueva estimación, ese mismo grupo poblacional concentraba 15 % del total de la riqueza para
el mismo año.19
Estas omisiones presentes en la reseña de The Economist
hacen que la narrativa que el título del mismo busca generar no sea sostenida
por los textos que se revisan en el mismo. De ahí que más que ser el texto
devastador de los estudios de la desigualdad, como fue que varios negacionistas
de la desigualdad buscaron hacerlo ver, se trata, más bien, de mera pólvora
mojada.
***Luis Ángel Monroy-Gómez-Franco, Estudiante del
doctorado en economía del Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de
Nueva York.
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1 La reseña es uno de los artículos principales del número del 28 de noviembre de 2019, se titula “Measuring the 1 %. Economist are rethinking the numbers on inequality”.
La reseña en cuestión revisa siete artículos académicos, de los cuales
dos ya han sido publicados en revistas especializadas, mientras que el
resto sigue como documentos de trabajo de los autores.
2 A la letra el texto de The Economist
dice “En un documento de trabajo reciente Gilbert Cette del Banco de
Francia, Thomas Philippon de la Universidad de Nueva York y Lorraine
Koehl del INSEE en Francia ajustan los datos para considerar las
distorsiones causadas por el auto-empleo y el ingreso de la propiedad.
Los autores encuentran que la participación del trabajo ha declinado en
Estados Unidos desde el 2000 pero no encuentran un declive generalizado
entre las economías avanzadas. Otro documento de trabajo de Germán
Gutiérrez de NYU y Sophie Piton del Banco de Inglaterra encuentran lo
mismo” (Traducción del autor, el original es “In a recent working paper,
Gilbert Cette of the Bank of France, Thomas Philippon of New York
University (NYU) and Lorraine Koehl of INSEE in France adjust for
distortions in the data caused by self-employment and property income.
They find that the labour share has declined in America since 2000, but
that there has been no generalised decline among advanced economies.
Another working paper by Germán Gutiérrez of NYU and Sophie Piton of the
Bank of England finds the same thing”).
3 Cette, Gilbert; Lorraine Koehl and Thomas Phiippon (2019) “Labor Shares in Some Advanced Economies”, Banque de France Working Paper #72.
4 Gutiérrez, Germán y Sophie Piton (2019) “Revisiting the global decline of the (non housing) labor share”, Bank of England Staff Working Paper no. 811.
5 Ver gráfico 2 del artículo de The Economist.
6 Ver gráfico 6 de Cette, Koehl y Philippon (2019).
7 Ver gráfico 3 de Gutiérrez y Piton (2019).
8 Blanchet, Thomas; Lucas Chance and Amory Gethin (2019) “How unequal is Europe? Evidence from Distributional National Accounts, 1980-2017”, WID. world Working paper no. 2019/06.
9
De forma textual, la revista dice “Across Europe the ratio of the
post-tax income of the top 10 % to that of the bottom 50 % has changed
remarkably little since the mid-1990s, according to Thomas Blanchet of
the Paris School of Economics and his colleagues”.
10 Ver gráfico 22 de Blanchet, Chance y Gethin (2019).
11 Ver gráfico 14 de Blanchet, Chance y Gethin (2019).
12 Rognlie, Matthew (2015) “Deciphering the Fall and Rise of the Net Capital Share: Accumulation or Scarcity”, Brookings Papers in Economic Activity, Spring, pp. 1-54.
13 Matthew Smith, Danny Yagan, Owen Zidar y Eric Zwick (2019) “Capitalists in the Twenty First Century”, Quarterly Journal of Economics, vol. 134, no. 4, pp. 1675-1745.
14 Auten, Gerald and David Splinter (2019) “Income Inequality in the United States: Using Tax Data to Measure Long Term Trends”, Working Paper.
15 Matthew Smith, Owen Zidar y Eric Zwick (2019) “Top Wealth in the United States: New Estimates and Implications for Taxing the Rich”, Working Paper.
16 Piketty, Tomas; Emmanuel Saez and Gabriel Zucman, (2018) “Distributional National Accounts: Methods and Estimates for the United States”, The Quarterly Journal of Economics, Vol. 133, no. 2, pp. 553–609.
17
El título del panel en donde dicho debate ocurrió es “Distributional
Diversity in the National Accounts” y los trabajos discutidos pueden
encontrarse aquí.
18 Saez, Emmanuel and Gabriel Zucman (2016) “Wealth Inequality in the United States since 1913: Evidence from Capitalized Income Data”, Quarterly Journal of Economics, vol. 131, no. 2, pp. 519-578.
19 Ver gráfico A.2 de Smith, Zidar y Zwick (2019).
https://economia.nexos.com.mx/?p=2823