Cuerpos paramilitares que se encargan de aplastar la disidencia; nadie se hace cargo de sus brutalidades.
Violando la conducta de "neutralidad política"
que se había comprometido a observar durante su asilo en nuestro país, el
desprestigiado ex presidente boliviano, Evo Morales, de pronto llamó al
Movimiento al Socialismo, el partido político que encabeza, a conformar
"milicias populares" en Bolivia.
¿De qué hablaba? Pese a que, temeroso de haber
comprometido su situación de asilado en la Repúbica Argentina, Morales luego
trató de desdecirse, vale la pena tratar de aclararlo. La probable respuesta
quizás esté en el ejemplo de esas milicias ya institucionalizadas en Venezuela,
que presumiblemente puede haber sido el modelo para Morales.
Hablamos de aproximadamente un millón de personas que hoy
componen la mencionada milicia venezolana. Que el gobierno declara querer
llevar pronto a dos millones de personas, pero que aún no lo ha hecho.
Ellos comparan con los 140.000 efectivos de las fuerzas
armadas venezolanas que hoy están en actividad, supuestamente permanente. Los
funcionarios públicos chavistas forman frecuentemente parte de las milicias. Y
obviamente se contabilizan entre sus efectivos.
DELATORES
Ellos creen que Venezuela está realmente "al borde
de ser invadida desde el exterior" Lo que tiene poco asidero. Sus
integrantes se especializan -en rigor- en toda suerte de repudiables tareas de
espionaje y delación de quienes suponen son opositores al régimen de Nicolás
Maduro.
Dicen estar dispuestos a "dar la vida por él".
Pero casi no consiguen convencer a nadie sobre esto, que luce apenas como una
declamación política, muy interesada. Reciben apenas un subsidio de unos seis
dólares al mes. Y, siendo milicianos, se disfrazan fácilmente de oficialistas
al tiempo de buscar trabajo.
Los domingos, algunos de ellos se juntan y comen pasteles
y chocolates en algunas de las numerosas cafeterías de Caracas, sin tener que
pagar por ello. O sea como cortesía del gobierno de Maduro, entonces.
Este -el de las milicias- fue el instrumento creado en su
momento (en el año 2007) por el dictador militar venezolano, ya fallecido, Hugo
Chávez para así militarizar relativamente a una parte de la población de su
país y someterla al alcance de presiones y amenazas severas y concretas.
Cada vez que hay que desfilar o reunirse en masa para así
apoyar al gobierno de Nicolás Maduro los milicianos son convocados y lo hacen
casi religiosamente, sin necesariamente portar armas.
Ellos son entrenados regularmente por el gobierno. Y
tienen un uniforme color kaki. Carecen de cadenas de mando visibles y
diferenciadas y por ello, lo cierto es que nadie es responsable por lo que las
milicias hacen o dejan de hacer. Lo que es extremadamente peligroso. Cuando se
las envía a actuar, nadie asume la responsabilidad por lo que espontáneamente
esas milicias hacen o dejan de hacer.
ESCUALIDO APOYO
Con apenas un escuálido 14% de apoyo popular, Maduro se
apoya hoy, real y efectivamente, en el ejército regular, las milicias y los
colectivos (grupos de violentos patoteros que actúan encapuchados, al servicio
incondicional del poder). Por esto ha transformado a los jefes militares en una
enriquecida oligarquía venezolana, que procura que "nada cambie", por
obvia conveniencia.
Lo cierto es que pertenecer a las milicias es
probablemente la vía más rápida para acceder a los múltiples beneficios
sociales que se distribuyen mañosa e interesadamente desde el gobierno.
De esto hablaba ciertamente Evo Morales. O de algo muy
parecido, que hoy tiene en su cabeza. De un mecanismo autoritario reñido
frontalmente con la democracia, queda claro.
Lo que no sorprende demasiado porque Evo Morales no es
ciertamente un líder que de pronto pueda ser fácilmente calificado de
demócrata, por cierto. Todo lo contrario, más bien.
El propio Evo Morales, al enterarse de que sus extraños
dichos beligerantes habían provocado -como era obviamente de suponer- el
inmediato malestar del gobierno argentino, de lo que fue expresamente
anoticiado por dos funcionarios de la Cancillería, agregó, a modo de
sustentadora explicación: "El movimiento indígena originario campesino,
orgánicamente ha tenido su seguridad. En algunas regiones se llamó guardia
comunal, en otros tiempos milicias. Ahora policía sindical o seguridad
sindical. Todo en el marco de nuestros usos y costumbres y respetando la
Constitución".
Pronunciamiento absolutamente arbitrario, claramente
inaceptable para justificar sus patológicos dichos.
***Emilio Cárdenas, Ex embajador de la República
Argentina ante las Naciones Unidas