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30/04/2020 | Globalización - Coronavirus: Bangladesh vuelve al tajo

Jordi Joan Baños

La precariedad obrera y el temor a que el sector textil se desplace a Vietnam reabren las fábricas. Un mes con las máquinas paradas. La primera ministra Hasina quiere una apertura gradual que prime la seguridad de las trabajadoras. Temor a que los encargos vayan a países que no pararon como Vietnam o Camboya.

 

El engranaje mundial de fabricación de prendas de ropa vuelva a chirriar en Bangladesh. Más de seiscientas fábricas textiles han vuelto a abrir en Dacca, en su suburbio industrial de Narayangonj y en Chittagong. De hecho, muchas ya lo hicieron el domingo, que es laborable.

La vuelta al trabajo ha generado aprensiones, ya que aunque la epidemia del coronavirus es relativamente benigna en la región, aún sigue una curva ascendente. El país reconoce 155 fallecimientos y 6.000 casos. Un milagro, teniendo en cuenta que acaban de desbaratar una red de reciclaje de máscaras usadas.

Pese a todo, la presión combinada de subcontratistas, multinacionales extranjeras y de los propios trabajadores en situación precaria ha inclinado la balanza.

Hace un mes, se pararon las máquinas no tanto por prurito sanitario, como por el parón de encargos de primeras marcas.Ahora Dacca, la capital confinada, autoriza a volver a la fábrica a los obreros presentes en la ciudad, pero no el regreso de aquellos que se desplazaron a sus pueblos hace un mes, con los cierres.

Paco Pérez, agente textil que trabajó varios años en Dacca, minimiza los reveses: “No creo que el parón textil tenga mayores repercusiones que algunos retrasos y algunas cancelaciones de pedidos de la temporada de invierno”. Sin embargo, la patronal exportadora habla de pérdidas de miles de millones por cancelación de pedidos y ha presionado a favor de la reapertura. No es necesaria demasiada presión, puesto que la mayoría de la clase política tiene intereses fabriles.

La primera ministra, Sheij Hasina, se ha declarado partidaria “de abrir por fases, garantizando la seguridad de los trabajadores”. También ha prometido 500 millones de euros en ayudas, pero Faisal, un fabricante, aclara: “Serán préstamos a bajo interés”.

Este dueño de una fábrica de prendas de punto, que dice haber producido souvenirs para el Barça, da su versión a La Vanguardia : “Hay muy pocas fábricas abiertas y con un número limitado de trabajadores, que irán incrementando si se ve mejora”. Él dice estar a la espera: “Antes tendrá que abrir la industria auxiliar, de bordado, teñido o accesorios, que ha dicho que lo hará el 2 de mayo”.

El temor en Bangladesh es que los encargos para la temporada de invierno vayan a competidores que ya han abierto, como China, o que casi no se han visto afectados, como Vietnam o Camboya.

El viernes pasado hizo siete años de la catástrofe del Rana Plaza, una de las peores de la historia industrial, con un millar de muertos. Pero “el virus puede empequeñecer esa cifra”, advierte la sindicalista Kalpona Akter.

No obstante, el riesgo se reduce por el promedio de edad de 27 años y un porcentaje muy pequeño de mayores de 70. El hacinamiento en las grandes ciudades sí que es un problema, pero en ellas el porcentaje de gente mayor es aún más bajo. Aunque el salario mínimo no subió durante los cinco años posteriores al desastre –lo hizo en un 51% en el 2018–, la seguridad de las fábricas sí que ha mejorado sustancialmente, según CC.OO. Sólo para la española Inditex trabajan 288 fábricas bengalíes, con más de medio millón de empleados, sobre todo mujeres.

La Vanguardia (España)

 



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