Nunca se había dado que el capitán general de las Fuerzas Armadas se haya dado a la fuga y esté prófugo en un país vecino, como ocurre ahora con el cocalero Morales.
A pesar de haber renunciado al cargo y haber escapado,
este sujeto pretende ahora, desde Buenos Aires, decidir quiénes pueden y
quiénes no pueden ascender en las FFAA. No le explicaron que al renunciar al
cargo de presidente estaba también apartándose de la responsabilidad de ser el
capitán general de las FFAA.
Sus seguidores en el parlamento han frenado el
procedimiento de ascensos del mismo modo que han frenado la decisión del
gobierno de elevar hasta 10% del presupuesto los recursos destinados a salud, que
él mantuvo en 4%.
Con mucha razón, el comandante de las FFAA, general
Sergio Carlos Orellana, considera que la muy larga demora en el tratamiento de
los ascensos es una ofensa a la institución y le ha hecho saber a la señorita
Eva Copa, presidente del senado, que si no responde a tiempo, la institución,
con base en la ley general de las Fuerzas Armadas, dará por hechos los
ascensos.
La explicación es que hasta el año pasado, los ascensos
eran decididos por las seis federaciones de cocaleros, como lo denunciaron
jefes militares en 2016, revelando en un documento cómo es que los cargos de
comandantes de las FFAA sólo podían ser ocupados por oficiales que hubieran
prestado servicios en la novena división del ejército, de Chapare.
La denuncia decía que eso había ocurrido con los
generales Alberto Daza Quezada, José Luis Jemio, Luis Ariñez Bazán, Carlos Ruck
Arzabe, Wilson Colodro Arroyo, Jorge Mendieta Ferrufino, Ivar Inchauste Rioja.
Pues ahora eso ha cambiado. Los ascensos se dan según las
calificaciones de los oficiales. El general Kaliman había sido octavo en su
promoción, pero desde la fuga del cocalero los comandantes sólo pueden ser
aquellos que hubieran tenido la mejor calificación de cada promoción.
Ahora hay un problema adicional. Dos problemas. Las
consultas que le hacen el prófugo desde el parlamento tienen que ser por
Internet, que en Bolivia es el más lento del mundo. Y el segundo problema es
que él no sabe leer. Quizá a eso se deba la demora. Y la señorita Copa sea
inocente en este caso.
Lo que podía haber hecho el cocalero Morales cuando lo
decidía todo en este país, era modificar la ley general de las FFAA e
introducir en ella la condición por la cual las seis federaciones de cocaleros
de Chapare se convierten en el jurado calificador de todos los ascensos
militares. Nadie hubiera dicho nada. Al fin y al cabo, mientras él gobernaba,
nadie decía nada de nada. Después que se fue es que se produjo el destape.
¡Viva el gran destape!
Esquilo lo dijo mejor: “Ya no tienen los hombres la
lengua guardada, pues, para hablar libre, se ha soltado el pueblo y el yugo que
la fuerzas imponía se desató”.
El capitán general prófugo quisiera volver, pero está
medio difícil. El pueblo se desató.
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