La organización chií desmiente cualquier intercambio de fuego con el ejército israelí en el sur del Líbano. Israel espera desde la semana pasada la venganza de la organización chií.
Hizbulah desmintió ayer por la tarde que hubiera habido
cualquier intercambio de fuego con el ejército israelí en las Granjas de
Chebaa, al sur del Líbano. Horas antes, fuentes militares de Tel Aviv
declaraban haber frustrado un intento de infiltración de la organización armada
chií, después de que se difundieran vídeos de actividad artillera en el último
pedazo de Líbano bajo ocupación israelí (so pretexto de que sería territorio
sirio junto al Golán, también ocupado).
La organización del jeque Nasralah insinúa que el
ejército israelí se ha disparado a sí mismo, algo que atribuye “a su tensión y
nerviosismo”. Culpa además a Tel Aviv de haber bombardeado en su confusión una
casa en el pueblo libanés de Habbariyeh.
El caso es que Israel espera, desde la semana pasada, la
venganza de la organización chií, después de que un bombardeo de su fuerza
aérea matara en Damasco a cinco milicianos próximos al Gobierno sirio, entre
los cuales había un miembro de Hizbulah, Ali Kamel. De forma insólita, el
Gobierno israelí llegó a expresar que la muerte de este último no era su
objetivo.
Sin embargo, la escalada se masca ya en la frontera. De
madrugada, un dron israelí cayó sobre la denominada línea azul, entre el Líbano
e Israel.Los vídeos sobre Chebaa fueron difundidos por medios árabes y
desencadenaron caravanas en el sur del Líbano, hasta el desmentido de Hizbulah,
que ahora promete una revancha aún mayor.
Este episodio coincide con las protestas que exigen la
dimisión del primer ministro, Beniamin Netanyahu. Se trata de las mayores en
años, a cuenta de su juicio y por los paños calientes con que está abordando
las consecuencias económicas de la pandemia.