El boicot en bloque de la oposición venezolana a las legislativas convocadas por el 'hijo de Chávez' convierte la convocatoria en una farsa electoral.
La oposición democrática en bloque ha suscrito un acuerdo
para no participar en el "fraude electoral" programado por el
chavismo para el 6 de diciembre. El 'cordón sanitario' en torno a Nicolás
Maduro, que busca deslegitimar los comicios parlamentarios, está suscrito por
27 partidos, desde la derecha conservadora hasta la marxista Bandera Roja. Una
unidad mayoritaria en los tiempos más complejos para el antichavismo.
"Decidimos no colaborar con la estrategia de la
dictadura y convocar a todas las fuerzas nacionales y políticas del país a la
construcción de un nuevo pacto unitario y nueva ofensiva democrática en la que,
junto al pueblo venezolano y la comunidad internacional, nos movilicemos para
lograr la salvación de Venezuela", destacó el comunicado conjunto
encabezado por los tres principales partidos de la oposición democrática,
intervenidos durante las últimas semanas por la revolución.
Primero Justicia (PJ), Acción Democrática (AD) y Voluntad
Popular (VP) lideran la iniciativa junto a Un Nuevo Tiempo (UNT), sobre el que
pende la guillotina del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). El conocido G-4,
conformado por socialdemócratas, centristas y socialcristianos, firmó el
documento junto al democristiano Copei, también tomado al asalto en 2015 y cuyo
secretario general está refugiado en la embajada de Chile en Caracas.
Todos los partidos con diputados, como La Causa R,
Proyecto Venezuela y Camina, también aparecen entre los firmantes, así como la
marxista Bandera Roja y Encuentro Ciudadano. En el acuerdo, en cambio, no
figura Vente Venezuela, partido derechista de María Corina Machado, que ya
lleva tiempo fuera de las decisiones de la Unidad Democrática y del Frente Amplio.
"Vamos a luchar unidos por elegir el destino de
nuestro país. Nadie acepta imposiciones de un régimen en agonía. Debemos
movilizar a esa mayoría que quiere vivir con dignidad", redondeó el
presidente encargado, Juan Guaidó.
Los 27 partidos de la oposición hicieron mención expresa
a la comunidad internacional para que "continúen apoyando nuestra lucha
hasta que todos los venezolanos podamos de nuevo votar". Más de 60 países,
las principales democracias del planeta, reconocen a Guaidó como presidente.
La revolución ha preparado a conciencia las únicas
elecciones que puede ganar, asaltando los principales partidos de la oposición
y situando al frente a varias "marionetas" a su servicio, la gran
novedad de estos comicios. El resto de condiciones son similares a las ya
sufridas desde el último triunfo electoral de la Unidad Democrática en las
parlamentarias de 2015: inhabilitación de líderes y dirigentes, un Consejo
Nacional Electoral (CNE) teledirigido desde el Palacio de Miraflores, ausencia
de observación internacional, control social y político a través del carnet de
la patria y el monopolio casi absoluto de los medios, además de un censo sobre
el que existen muchas dudas y que impide el voto de los cinco millones de
emigrantes en el extranjero.
De esta forma, la oposición confirma que no será de la
partida, como ya sucediera en las presidenciales de 2018, pese a voces en su
interior que han llamado a buscar alguna fórmula alternativa, como la del ex
candidato presidencial Henrique Capriles.
"No es de extrañar que la oposición (y la población)
rechace participar en una elección en la que el Gobierno controla árbitro,
directorio de los partidos opositores principales y decide quién participa. La
pregunta, sin embargo, sigue siendo la misma: Y después de la abstención,
¿qué?", interrogó Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
"Decisión dramática"
"Estamos ante una decisión dramática, pese a que el
acuerdo tiene el aspecto positivo de que está firmado por el grueso de la
oposición. La gente sigue a la unidad, a los que han actuado dentro de ella,
que ahora sería una especie de G-27. El Gobierno no llega ni al 25%. Tú tienes
un equipo que unido derrota fácil al poder. Pero por omisión no se gana
nada", planteó a EL MUNDO el politólogo Luis Salamanca, antiguo rector del
CNE.
Esta decisión deja a la oposición en medio de una
encrucijada para la cual todavía no tiene respuesta. En las actuales
condiciones, en enero próximo acabará el mandato legislativo del actual
Parlamento, del que emana la Presidencia encargada de Guaidó.
"Hay varias propuestas sobre la mesa, lo estamos
debatiendo en forma unitaria y en consulta con la sociedad civil, los gremios y
las universidades. De todo esto debe salir una ruta unitaria. Lo lógico y
coherente con nuestra lucha para acabar con la dictadura sostenida en bayonetas
es que nosotros no legitimamos a Maduro. Es apenas el primer anuncio de muchos
por venir", adelantó la diputada Delsa Solórzano.
Una pócima mágica cuya fórmula, en medio de una pandemia
que avanza a toda velocidad en Venezuela y con un 85% de descontentos con la
revolución, asemeja hoy a un misterio de imposible resolución.
La encuestadora Delphos calcula que el 61,4% de los
venezolanos votarían si las fuerzas lideradas por Guaidó concurrieran a las
elecciones. Los simpatizantes de Maduro superan escasamente el 14% de los
consultados.
La otra cara
En el otro bando, la carrera electoral prosigue sin
pausa. Los partidos colaboracionistas y evangélicos, grupúsculos bajo el
liderazgo del ex gobernador chavista Henri Falcón, reaccionaron ayer con
desaire tras conocer el acuerdo de la oposición: "El pueblo venezolano
sabe que la cosa no es ni con unos ni con los otros. El extremismo opositor se
convirtió en un mal chiste. Es la hora de hacer lo que esos incapaces, de lado
y lado, no quieres que hagas, ¡rebélate y vota! Joderlos y cambiarlos es tu
decisión".
En circunstancias parecidas, Falcón fue aplastado por
Maduro en las urnas de 2018, incluso denunció fraude en la noche electoral.
Desde entonces encabeza la "cohabitación" con el régimen, junto a
Timoteo Zambrano, el hombre de José Luis Rodríguez Zapatero en Caracas.