Esta nota está dirigida a quienes están hartos de escuchar a infectólogos, economistas y políticos opinando sobre presunciones y abrumados con proyecciones de dudosa objetividad.
En cambio esta es información concreta. Es un proyecto
que está en marcha y a toda marcha, si se me permite la redundancia. Si Ud
estaba preocupado por los presos que las autoridades están liberando con la
excusa de la pandemia, ahora puede sumarle la preocupación por los que
permanecen detenidos
cuando terminen las obras de construcción de cuatro
nuevos módulos, la cárcel de Marcos Paz se va a transformar en el mayor
complejo penitenciario del país con capacidad para albergar 2.232 internos que
se sumarán a los 2.400 actuales.
Hasta acá, una buena noticia. Las condiciones infrahumanas
impuestas a los reclusos en la Argentina a través de un sistema por completo
desbordado son moneda corriente en las cárceles del país y contradicen el
relato populista a cerca del celo que declaman tener sobre los derechos
humanos. La condena del culpable debería reducirse exclusivamente a la pena
dictada por los jueces, sin incluir las humillaciones del hacinamiento.
El plan, además de ampliar la capacidad física del penal,
es brindar posibilidades de estudio a los detenidos. De hecho, están adelantados,
sino firmados, los convenios para tal fin. Acá es donde terminan las buenas
noticias. El Ministerio de Justicia y DDHH no ha convocado a la más que
centenaria Universidad de Buenos Aires para la faena; ni a las muchas
universidades públicas que hace entre dos y tres décadas vieron la luz en
diferentes localidades del territorio bonaerense; pondrá la sensible tarea de
formar profesionales dentro de las cárceles en manos del Instituto Nacional de
Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo.
El flamante Instituto, según su página de internet, fue
creado en 2014 y depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Se
constituyó sobre la base de la ex Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
Si bien no pretende ser una casa de altos estudios, su misión tampoco parece
cercana a las convencionales del campo académico. Los antecedentes de la
Universidad recuerdan que en 1996 las Madres fueron invitadas a uno de los
campamentos del Movimiento Sin Tierra de Brasil en el estado de Rio Grande do
Sul donde compartieron `"el empeño en la formación política y cultural de
sus militantes. Para el MST la escuela de cuadros ocupa un lugar estratégico en
el diseño y la composición del campamento'', dice la mencionada página.
Luego el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ``en
armas contra el mal gobierno de México'', recibió a las Madres, que viajaron a
la selva Lacandona por segunda vez tras un reunión con el Subcomandante Marcos.
En el Encuentro por la Humanidad y contra el Neoliberalismo realizado en
Chiapas llevaron una propuesta concreta: "Construir nuestras propias
universidades y escuelas libres. Las Madres tienen claro su nuevo proyecto. Y
se dan a la tarea de llevarlo a cabo'', finaliza la presentación oficial del
establecimiento. La juventud y la formación política se sintetizan:
`"Contribuir a la conversión de los jóvenes en buenos cuadros políticos''.
PLAN ACADEMICO
Así, con su propia librería, el plan académico contempla
que todos los estudiantes, independientemente de la carrera que elijan, cursen
las materias Historia de las Madres de Plaza de Mayo y Formación Política,
mientras que la oferta educativa incluye Educación Popular y Lectura de El
Capital de Marx. ``Esta Universidad será la cosa más hermosa, el sueño más
grande. Es el camino para la revolución que soñaron nuestros hijos. A ellos les
costó la vida'', dijo Bonafini en el acto inaugural, el 6 de abril de 2000.
Diferentes tropiezos llevaron a la extinción de la
Universidad que, sin embargo, mutó en Instituto Universitario con ``mayores
grados de autonomía académica''. Hacia el final hacen votos para que el
emprendimiento ``sirva de inspiración para las próximas luchas populares
argentinas''.
Allí depositaremos la instrucción de una numerosa
población particularmente vulnerable, que está lejos de necesitar
adoctrinamiento marxista. Es notable cómo una sociedad tan desigual y de
discurso populista como la nuestra se ensaña con los sectores frágiles; los
usa, los sojuzga en la dependencia económica y los utiliza para realizar
proyectos; son voluntades obligadas a lo que se le ocurra al estado.
Son poblaciones que no tienen defensores, casi por el
contrario, son marginadas por una sociedad que, con razón, les teme y las
aparta. Una de las pocas funciones legítimas del Estado es ocuparse de ambos
universos: proteger a unos del delito y crear las condiciones para que los
otros puedan reinsertarse luego de cumplir sus condenas. Pero para esa
reinserción es imprescindible inculcarles el respeto por las normas de
convivencia, las ventajas del apego a la ley y los beneficios del entendimiento
en la concordia, nada más opuesto que el ánimo por la lucha armada contra otros
conciudadanos.
De la cárcel no deben salir ``cuadros políticos
preparados para próximas luchas populares'', sino ciudadanos readaptados a la
vida en sociedad; de hecho se trata de individuos que ya desarrollaron su cuota
de agresión contra la comunidad. Nadie pero menos un delincuente necesita
inspiración en la violencia y la revancha.
Negarles la oportunidad que tiene el resto de la sociedad
del acceso a la universidad pública es una injusticia que esconde una clara
manipulación ideológica. Otra vez la igualdad ante la ley brilla por su
ausencia y, para peor, en una decisión que emana, vaya ironía, del Ministerio
de Justicia.
* María Zaldívar, Lic en Cs Políticas (UCA). Analista
Política. Periodista.