No saben si la candidata demócrata es radical o moderada. El ultraje a la número dos de Biden llega al punto de que hay quien se plantea si la senadora es realmente negra.
A pesar de que en las apuestas Kamala Harris sonaba mucho
para ser la elegida de Joe Biden en su carrera a la Casa Blanca, a los
republicanos parece haberles cogido con el paso cambiado en su línea de ataque.
Ahora ya no saben si la senadora Harris, negra de 55 años
y con una larga carrera como fiscal en San Francisco y en el estado de
California, es una gran defensora de la ley y el orden, muy dura en sus
acciones contra el crimen –cosa dicha para molestar al ala izquierda demócrata–
o es una radical que quiere eliminar los cuerpos uniformados y acabar con
Estados Unidos. Si es una aspirante a institucionalizar el socialismo o es
demasiado moderada, para disgusto de las bases más progresistas del partido.
Ni siquiera el presidente Donald Trump, tan rápido
siempre para bautizar a alguien, tenía a mano un mote para ella. Toma cuerpo el
de “Falsa Kamala”, a la vista de las diferentes posturas ideológica que le
atribuyen.
Sin embargo, Trump y los aliados de los medios
conservadores están intentando unificar la descripción de Harris por su
supuesta debilidad ante los malos, como un avatar de la corrección política y
un peligro para las familias estadounidenses. No van por ahí los tiros en las
encuestas, donde no se la ve como radical.
Dentro del desconcierto, Donald Trump recurrió a sus
métodos habituales de insulto y misoginia contra las mujeres que no le ríen las
gracias. Gran parte de los analistas coinciden en que el presidente ultraja a
todas aquellas mujeres a las que teme. A las que le son sumisas y fieles
votantes las llama “amas de casa”.
El primer adjetivo que dedicó a Kamala –él y sus
seguidores se burlan al pronunciar el nombre– fue el de “nasty”, Esto es,
asquerosa, repugnante, sucia..., palabra salida de la boca del que se supone
que es la autoridad moral del país. Le aplicó ese calificativo porque en el
Senado, durante la comparecencia de nominación de Brett Kavanaugh (elegido por
Trump y hoy miembro del Tribunal Superior), se comportó de manera “horrible”.
Sobre Kavanaugh pesaba una historia de alcohol y abusos a mujeres. Harris no
tuvo reparo alguno en someterlo a un duro interrogatorio.
Entre las filas conservadoras existe la necesidad de
demonizar a la compañera de viaje de Joe Biden en las elecciones del próximo 3
de noviembre. Ya han llegado a dudar de que sea negra. Es hija de inmigrantes
jamaicano e india.
La campaña de Trump se refiere a ella como “la peor, la
más horrible, la más irrespetuosa, la más liberal de todos los miembros del
Senado de EE.UU.”. Y avisan de que “va a destruir el país”.
El presidente ya ha hecho caso de esta terminología. Es
la que mejor se adapta a su discurso de que Estados Unidos está bajo la amenaza
de los alborotadores.
“Tiene un ingenio poco agradable”, respondió Trump en una
entrevista en la Fox.
Uno de sus hijos, Eric, hizo un juego de palabras en su
Twitter. Describió su elección con el término “whorendous”, una mezcla entre
puta y horrenda.
A los dirigentes republicanos les asusta caer bajo en los
agravios sexistas, de desprecio hacia las mujeres, por lo que supone de pérdida
de votos en un momento de urgencia. Además, muchos saben de la capacidad de
Harris.
El senador conservador Lindsay Graham, habitual en el
campo de golf junto a Trump, dijo de Harris que es “inteligente, dura y
agresiva”. Pronosticó que será
“una oponente formidable”.