En el futuro podría ayudarnos a sobrellevar la superpoblación y el cambio climático, o a colonizar otros mundos, empezando por la Luna. Pero la vida subterránea ya tiene revolucionarias aplicaciones en marcha, recogiendo el testigo de diferentes civilizaciones que, por todo el mundo y a lo largo de la historia, han construido en el subsuelo buscando aislamiento térmico y acústico, o un refugio frente a terremotos, guerras o accidentes nucleares.
Los restos de majestuosas construcciones subterráneas
repartidos por todo el mundo son la mejor manera de entender la evolución del
uso que se le ha dado al subsuelo. En la isla de Kish (una región muy árida de
Irán) se encuentra el Qanat (o Kariz, en persa), un conjunto arquitectónico
subterráneo que conserva una compleja red de acueductos con los que se
distribuía el agua a toda la región. Las paredes están recubiertas con varias
capas de conchas y corales que servían para filtrar y neutralizar los ácidos
del agua. La tecnología de los qanats, que no requiere energía para transportar
el agua, se extendió por todo el mundo desde que fuera desarrollada por los
iraníes en el primer milenio antes de Cristo.
Pero si hay una región prolífica en cuanto a construcción
subterránea es la Capadocia turca, donde la piedra toba de origen volcánico,
muy suave y estable, facilitó la extracción limpia del material desde la edad
de bronce, cuando se calcula que fueron construidas ciudades como Derinkuyu, la
más grande de todas las que se han descubierto hasta la fecha (más de 30). La
ciudad contaba con un complejo sistema de ventilación, sistema de bloqueo
interior y un almacén de aceite para iluminar las galerías.
'Rascasuelos', túneles y parques subterráneos
Además de los exóticos asentamientos que la historia ha
dejado como testimonio de la vida subterránea, en la actualidad son muchas las
ciudades que miran al futuro desde el subsuelo y empiezan a trasladar allí
parte de su actividad. El PATH de Toronto, considerado el espacio subterráneo
conectado más grande del mundo o la red peatonal subterránea de Montreal
(RESO), con kilómetros de túneles repletos de galerías comerciales y zonas de
ocio, son un ejemplo de cómo el urbanismo subterráneo intenta hacer frente a
los fríos inviernos canadienses.
En Hong Kong, la apuesta por los edificios subterráneos
no se debe al clima extremo, sino a una escasez extrema de espacio. El gobierno
de la ciudad está incentivando la excavación de las montañas que la rodean para
crear polígonos industriales y zonas de ocio. También en busca de más espacio
habitable de calidad, la ciudad de Nueva York tiene en proyecto el primer
parque subterráneo del mundo, The Lowline, en el que la vegetación podrá crecer
de manera natural gracias a un sistema de filtrado de luz solar. Una claraboya
remota y un escudo de vidrio parabólico dirigirán la luz a diferentes
superficies reflectantes que iluminarán el espacio durante el día.
Para conservar la estética de aquellas ciudades que
requieren soluciones de habitabilidad en sus centros históricos, construir bajo
tierra es una alternativa que ya empieza a considerarse en grandes zonas
urbanas como Ciudad de México. En la capital de la República mexicana, los
arquitectos de BNKR han diseñado una pirámide invertida de 300 metros de
profundidad llamada Earthscraper (rascasuelos) con una claraboya en la
superficie que permitiría filtrar la luz natural a todos los niveles.
La falta de espacio en las ciudades y en previsión de un
futuro con un clima adverso lleva a propuestas como The Lowline en Manhattan,
el primer parque subterráneo del mundo.
El subsuelo: un entorno ideal para la investigación
científica
Otra de las razones para construir bajo tierra es
aprovechar las condiciones específicas que reúne para la investigación
científica. El subsuelo aísla los experimentos científicos de
"ruidos" e interferencias que sí ocurren en la superficie, como los
rayos cósmicos o las radiaciones de fondo del universo. Gracias a ese
particular aislamiento, a lo largo del planeta hay repartidos centenares de
laboratorios subterráneos, como El Gran Colisionador de Hadrones (CERN),
ubicado a una profundidad de 175 metros en Ginebra (Suiza).
En esta línea, un potencial proyecto de ciencia
subterránea es el que se propone para la USC (Underground Science City).
Planificada para construirse en Singapur, bajo el Parque Kent Ridge, esta
ciudad de la ciencia subterránea (con 40 cuevas conectadas con laboratorios y
centros de datos) albergaría hasta 4.200 científicos en unas instalaciones de
300.000 metros cuadrados, y a una profundidad de hasta 80 metros bajo tierra.
Singapur crece rápido y tiene una orografía complicada lo que, sumado a las
condiciones excepcionales que ofrece el subsuelo para la práctica de la
investigación científica, hacen de la ciudad de la ciencia el plan perfecto
para profundizar en un nuevo urbanismo.