El 14 de septiembre, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) publicó en su página web que por resolución de la interventora Cristina Caamaño se dispuso la baja del convenio que el organismo había suscripto con el Servicio Penitenciario Federal en 2018.
Al respecto, sostiene Caamaño que "las misiones
asignadas a la Agencia no tienen vinculación alguna con las funciones asignadas
al Servicio Penitenciario Federal que permita un punto de encuentro entre ambos
organismos''. La Ley de Inteligencia Nacional afirma exactamente lo contrario.
En efecto, la Ley 25.520 del 2001, con las modificaciones
introducidas por la Ley 27.126 del año 2015, establece y define, en el Art. 2º
Inc. 5, al Sistema de Inteligencia Nacional como el conjunto de relaciones
funcionales de los organismos de inteligencia del Estado Nacional, dirigido por
la AFI a los efectos de contribuir a la toma de decisiones en materia de
seguridad exterior e interior de la Nación.
Luego el Artículo 6º indica que son organismos del SIN,
la Agencia Federal de Inteligencia, la Dirección Nacional de Inteligencia
Criminal (DNIC) y la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar.
El Artículo 7º, cuyo texto es producto de la reforma
kirchnerista de 2015, es por demás significativo para apuntalar la falacia en
que incurre Caamaño: `"La Agencia Federal de Inteligencia será el
organismo superior del Sistema de Inteligencia Nacional y dirigirá el mismo,
abarcando los organismos que lo integran''. Es decir que la AFI dirige y abarca
el Sistema.
Dentro de ese Sistema, el Artículo 9º sitúa bajo la
órbita de la DNIC al Subsistema de Inteligencia Criminal en el que reporta el
área "de inteligencia penitenciaria del Servicio Penitenciario
Federal".
Lo que la Ley claramente establece y expone es que el
área de Inteligencia del Servicio Penitenciario Federal es parte del Sistema de
Inteligencia Nacional que dirige y abarca la AFI.
DOS PUNTOS IMPORTANTES
Eso habilita dos consideraciones sobre el punto en
cuestión. La primera es que el convenio nunca debió haberse firmado, por la
sencilla razón de no ser necesario. Siendo que la AFI dirige y abarca el
Sistema de Inteligencia Nacional no tiene nada que convenir con ninguno de sus
componentes. Dispone y punto. Es un viejo y sabio principio de Inteligencia y
Contrainteligencia no generar documentos innecesarios y operar siempre con la
mayor discreción posible. Y no por las condiciones del presente, sino por las
que pueden ser las variantes del futuro, donde nunca es recomendable tropezar
con el pasado.
Como Presidente, Mauricio Macri jamás entendió ni
proyectó la importancia de la Inteligencia de Estado, la subestimó y la
despreció sin incorporarla como rutina a su proceso de toma de decisiones. En
consecuencia, la gestión macrista, a través de Gustavo Arribas y Silvia
Majdalani, se caracterizó por un amateurismo cargado de soberbia desoyendo
todas y cada una de las advertencias formuladas por profesionales. Que fueron
muchas.
La segunda consideración es que el motivo pretextado por
Caamaño para dejar sin efecto el convenio de marras es todavía peor que el
amateurismo macrista. Evidencia desde la intervención de la AFI la intención de
desconocer y contrariar de plano la ley por parte del gobierno kirchnerista, el
mismo gobierno que desde el 19 de marzo de 2020 dejó sin efecto la Constitución
Nacional.
Más allá que el derecho se reputa por todos conocido
Cristina Caamaño es abogada y ha sido fiscal, por ende sería absurdo atribuir
sus decisiones al desconocimiento de la ley. No desconoce la ley y por eso
mismo tampoco ignora la dimensión funcional de lo que debe dirigir y abarcar la
AFI. Consecuentemente no hay error conceptual en el entendimiento de lo que
juzga incompatibilidad de funciones entre AFI y el Servicio Penitenciario
Federal, sólo hay una alevosa mentira para hacer lo contrario de lo que la ley
manda y que revela, al igual que otras de sus decisiones como interventora, que
no fue puesta allí para que el Sistema de Inteligencia Nacional funcione sino
para destruirlo.
Lo que argumenta Caamaño convalida y profundiza el daño
al Subsistema de Inteligencia Criminal hecho por el Ministerio de Justicia de
la Provincia de Buenos Aires al disolver la Dirección de Inteligencia del
Servicio Penitenciario Bonaerense. El delito es una red de relaciones complejas
y no se puede desconocer en su dinámica operativa la relación entre la cárcel y
la calle. La Inteligencia Penitenciaria es vital para comprender y anticipar la
actividad delictiva.
Es sintomático de la indecencia del kirchnerismo, en
tanto proyecto totalitario de corrupción estructural, su afinidad con la
delincuencia. Aflora en cada decisión de gobierno como una constante
preocupación por subvertir el orden y otorgar derechos a los criminales en
perjuicio de los ciudadanos.
La pregunta sería: ¿Por qué un Presidente avalaría la
destrucción del sistema de Inteligencia que debe fundar sus decisiones? Pues
sencillamente porque no toma decisiones, hace de presidente pero no lo es. Aquí
se está subvirtiendo el orden constitucional bajo dirección castrista, y tan
claro como que Alberto Fernández no es quien toma decisiones, cae de maduro,
muy maduro, que un presidente castrado no necesita que la AFI haga
inteligencia.
***Ariel Corbat . Periodista. El lector podrá encontrar
más artículos del señor Corbat en sus dos blogs: plumaderecha.blogspot.com y
unliberalquenohabladeeconomia.blogspot.