El asalto a una comisaría, último episodio de una escalada. Una sede policial sufrió el lanzamiento de morteros artesanales y el destrozo de vehículos.
Algunos suburbios de París siguen siendo, más que nunca,
áreas de alto riesgo para la propia policía francesa. Día tras día su autoridad
es puesta en duda, y su vida, amenazada por bandas de delincuentes que quieren
humillar al Estado. El reciente ataque a dos agentes de paisano, que fueron
tiroteados tras ver arrebatadas sus armas, y el intento de asalto a una
comisaría son los últimos episodios de una grave crisis de orden público.
Los hechos ocurridos en la medianoche del sábado en
Champigny-sur-Marne, al este de la capital francesa, han sido otro golpe a la
moral de la policía. Unas cuarenta personas se acercaron en actitud agresiva a
la comisaría y obligaron a los dos agentes de guardia, que estaban fumando en
la calle durante una pausa, a refugiarse precipitadamente en el interior. El
grupo atacante usó barras de hierro contra el cristal blindado de la puerta de
entrada, causó destrozos en varios vehículos policiales y prendió fuego a
papeleras.
Poco después, para demostrar su capacidad de poner a la
policía contra las cuerdas y simular un escenario bélico, lanzaron contra el
edificio varias ráfagas de cohetes de fuegos de artificio , de potencia
reforzada, una especie de morteros artesanales que a veces se utilizan también
en las manifestaciones más violentas. Nadie resultó herido y no se efectuaron
detenciones, pero las imágenes se difundieron por las redes sociales y causaron
indignación entre la clase política y los sindicatos policiales. No es la
primera vez que Champigny-sur-Marne es protagonista de acosos de esta
naturaleza a la policía. Ha habido varios casos en los últimos años.
Una sede policial sufrió el lanzamiento de morteros
artesanales y el destrozo de vehículos
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, trató de
infundir ánimo a sus tropas. “Estos pequeños matones no impresionan a nadie y
no van a socavar nuestro trabajo de lucha contra la droga”, dijo. La presidenta
de la región Île de France, la conservadora Valérie Pécresse, denunció “escenas
de guerra intolerables”. El líder del sindicato policial Alliance, Frédéric
Lagache, lamentó que “nadie respeta a las fuerzas del orden, y el Gobierno, por
desgracia, no ha podido revertir la tendencia”. Lagache reprochó a Macron no
haber tomado en serio las advertencias. “Desde que llegó, alertamos al
presidente de la República, pero nos vemos obligados a constatar que las cosas
no han avanzado”, agregó Lagache.
El miércoles pasado resultaron gravemente heridos dos
policías en Herblay, al noroeste de París. Los agentes, que iban de paisano,
fueron abordados por varios individuos que les golpearon, les robaron las armas
y luego dispararon sobre ellos.
La crisis de autoridad del Estado y el sentimiento de
impunidad no solo se refleja en las agresiones a los policías sino también a
los bomberos. Estos últimos son a veces la única presencia efectiva del Estado
en ambientes socialmente muy degradados. No es raro que cuando acuden a sofocar
un incendio o a rescatar a alguien en dificultades sufran agresiones de
personas alcoholizadas o bajo el influjo de drogas.
El deterioro del orden público se ha hecho más evidente
desde que terminó el confinamiento. Han proliferado los ajustes de cuentas en
diversas ciudades como Grenoble, Toulouse, Montpellier o incluso Perpiñán. Este
tipo de sucesos ya no es monopolio de ciudades con largo historial delictivo,
como Marsella, sino que se ha extendido a urbes de tamaño medio y también
pequeñas. Tras los meses de confinamiento las bandas reanudaron su lucha por el
control de sus territorios en un mercado que la pandemia de la Covid-19 también
ha trastocado.
Argumentos rentables para la ultraderecha
El deterioro del orden público es siempre un argumento
electoral rentable para la extrema derecha. En el caso francés, quien trata de
aprovechar la situación es el partido de Marine Le Pen, el Reagrupamiento
Nacional (RN), que, según los sondeos, será de nuevo el principal desafío de
Macron ante su reelección, en el 2022. El presidente ha tratado de corregir el
rumbo. Se trata de uno de los puntos débiles desde que llegó al Elíseo. Ha
habido ya tres ministros del Interior y dos de Justicia, además de crisis de
envergadura como la revuelta de los chalecos amarillos . El actual titular de
Interior, Gérald Darmanin, procedente de la derecha, tiene un perfil más duro
que sus predecesores. Pero en el seno del Gobierno convive con un ministro de
Justicia de mucho peso y muy mediático, Éric Dupont-Moretti, célebre
expenalista, con puntos de vista no siempre coincidentes con los de Darmanin.