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01/03/2005 | Londres, camino hacia la paz en Palestina

Jesús A. Núñez Villaverde

Quienes asisten estos días en Londres a la conferencia sobre Palestina, convocada por el gobierno británico, pueden sentirse incómodos con una invitación que no responde ya a la idea original de su principal promotor. En un principio, Tony Blair se atrevió a plantearla casi como una segunda edición de la Conferencia de Paz de Madrid que, en octubre de 1991, supuso el arranque del Proceso de Paz, hoy totalmente arruinado.

 

En sus planes estaba convencer a George W. Bush de que, una vez reelegido, debía pilotar la búsqueda de una solución definitiva a este viejo conflicto, al tiempo que confiaba en lograr la incorporación de los dirigentes israelíes y palestinos a una iniciativa que diese por terminada la etapa de violencia sistemática en la región. Posteriormente, y aunque la muerte de Arafat y la elección como presidente de la Autoridad Palestina de su fiel aliado, Abu Mazen, parecían apuntar a un cambio radical de panorama, el propio Ariel Sharon se ha encargado repetidamente de señalar que ningún representante de Israel asistiría a ninguna reunión internacional en la que pudiera verse presionado a aceptar compromisos indeseables.

Finalmente, la reunión ha ido modificando su formato y su contenido, hasta convertirse en una ocasión para que los países del G-8, junto a otros europeos (como España, Noruega o Luxemburgo) y árabes, al lado de representantes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, renueven algún tipo de apoyo a las nuevas autoridades palestinas. No es, en definitiva, ni una conferencia de donantes (aunque cabe esperar algún tipo de apoyo financiero a los palestinos), ni mucho menos la recreación de un proceso de paz (ni siquiera de una reactivación de la limitada Hoja de Ruta, impulsada en su día por el llamado Cuarteto). Se trata, más bien, de un empeño, diluido en el tiempo, por parte del primer ministro británico por llamar la atención sobre la necesidad de encarar sin más dilaciones un conflicto que contamina preocupantemente no sólo la agenda de seguridad regional sino también la europea y, sin duda ninguna, la internacional. Simultáneamente, es una ocasión para la presentación en sociedad del nuevo, y débil, mandatario palestino, interesado en mostrar su capacidad para controlar a los violentos y su compromiso con la vía del diálogo.

Sus esfuerzos, en cualquier caso, no deben hacer olvidar que ninguno de ellos controla realmente el ritmo del proceso, sino Sharon, desde dentro, y Bush, desde el exterior. Y ambos parecen estar en otra onda.

*Jesús A. Núñez Villaverde - Director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



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