Si cualquier persona consideraba que el fortalecimiento pol韙ico y presupuestal del Ej閞cito Mexicano en el gobierno actual hab韆 crecido significativamente, lo sucedido en estos dos d韆s pone de manifiesto la capacidad de presi髇 y de rumbo pol韙ico o diplom醫ico del que son capaces.
Para sorpresa de todos –¿a cuántos detenidos
internacionales acusados de vinculación con el narcotráfico conoce usted que la
justicia estadounidense haya liberado en la historia?– el Departamento de
Justicia de Estados Unidos retiró los cargos y dejó en libertad al exsecretario
de la Defensa mexicano. La pesadilla para el general duró, en total 33 días,
desde su detención el pasado 15 de octubre.
Altos mandos militares, ofendidos, humillados, agraviados
por el arresto inexplicable de su rango más alto entre 2012 y 2018, ejercieron
presión sin límite frente al presidente López Obrador. El resultado está a la
vista. El despliegue de una acción extraordinaria –fuera de lo común– por parte
del canciller y –dicen– también del fiscal Gertz Manero para liberarlo y
traerlo a casa.
Se mencionan entre los argumentos razones de seguridad
nacional. El documento del Departamento de Justicia al juez señala
“consideraciones sensibles y de política exterior” al informar el retiro de los
cargos. Cienfuegos estaba acusado de lavado de dinero y de vinculación con el
narcotráfico; según la DEA, agencia responsable de su detención, el general
mexicano protegió al cártel de los Beltrán Leyva durante su mandato como
secretario de la Defensa. Es más, según las acusaciones, recibió sobornos entre
2015 y 2018.
Resulta inverosímil que el más alto rango de la piramidal
estructura castrense se corrompa los últimos tres años de su gestión. Es
increíble que un hombre que sirvió 50 años en las Fuerzas Armadas –se levantó
desde el más bajo rango hasta la cúspide del sistema– decida recibir dádivas
del crimen al final de su carrera.
Varios argumentos al respecto. El acceso y dominio
presupuestal que un secretario de la Defensa ejerce son absolutos. No rinde
cuentas a nadie; no hay auditoría que revise las finanzas internas del Ejército
o la Armada de México. Sólo las que se practican ellos mismos. Es decir, ellos
sí saben quién cometió actos de corrupción, repartió contratos, o como sucedió
con algún secretario de hace pocos sexenios, encargó todas las obras de
construcción, renovación o remodelación al propio hijo del secretario.
Pero el aparato político, gubernamental y mucho menos el
Legislativo, carece de conocimiento preciso en el ejercicio del gasto o
partidas presupuestales del Ejército. La rendición de cuentas de las Fuerzas
Armadas es prácticamente nula.
Bajo esta perspectiva, ¿por qué un general de cuatro
estrellas, necesitaría corromperse con un cártel para obtener recursos?
Difícilmente se sustenta este argumento.
Más aún, cuando tiene una extensa y prestigiada carrera,
de apego al espíritu de cuerpo, de defensa de los valores y la disciplina
militar. Cienfuegos fue un general duro, recio, enérgico con sus subalternos, y
furioso con políticos y legisladores que postergaron absurdamente la creación
de una Ley de Seguridad y Fuerzas Armadas.
¿Usted cree que con la información de inteligencia a que
un secretario de la Defensa tiene acceso, se hubiera ido a meter a un viaje
familiar a Estados Unidos, si tuviera el menor vínculo con el narco?
Impensable.
La liberación por parte de los estadounidenses no
significa, bajo su perspectiva, que el general sea inocente. Afirman tener
evidencias de peso en su contra. El caso en contra de Cienfuegos se desprende
de los testigos protegidos en el juicio al Chapo Guzmán y los testimonios y
acusaciones que dichos personajes han vertido en la Corte de Distrito en Nueva
York.
Ahora, la operación Ebrard merece un reconocimiento
aparte.
Convenció al Procurador Barr, tal vez con la amenaza de
un problema de seguridad interna, una 'revuelta' de los generales, una franca
actitud de rechazo al gobierno.
En la cadena de desaciertos, uno de los temas que
probablemente más lastimaron a los altos mandos fue la respuesta inmediata del
presidente: “Si es culpable que lo investiguen”, “no tienen por qué informarnos
de su asuntos de seguridad interna” y otros disparates, cuando después terminó
señalando que la soberanía se había violentado con la detención del general y
que sería injusto extender su conducta al resto del Ejército.
El gobierno y el presidente cambiaron de postura y de
discurso, tomaron la causa de Cienfuegos presionados por el Ejército. Hoy el
general está libre, y nadie en México se atreverá a presentar cargo alguno en
su contra. Es un baluarte para el Ejército Mexicano.
¿Eso significa que sea culpable o inocente? Ambas
afirmaciones, difíciles de probar. La investigación quedará cerrada y
archivada.
Cienfuegos limitará sus vacaciones a Tequesquitengo y
Zumpango, bajo el riesgo de pisar cualquier aeropuerto internacional y que se
reabra la investigación bajo un nuevo procurador estadounidense.
Los favores de AMLO a Trump pagaron su regreso. Las
razones diplomáticas y de sensibilidad política lograron movilizar al aparato
de justicia estadounidense. Vaya coyuntura. Tal vez durante la transición
electoral regular, esto no hubiera ocurrido, porque el gobierno entrante habría
demandado conocer el expediente y las pruebas, antes de conceder la graciosa
exoneración al general mexicano.
Por último, la alianza entre el AMLO y el Ejército
Mexicano se fortalece más que nunca. No sólo son sus aliados estratégicos, sino
además, salió a pelear en su defensa ante el gobierno de Estados Unidos. Sin
precedentes.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-la-aldea/la-fuerza-del-ejercito