MIAMI, Florida.- A pesar de que el presidente López Obrador intervino en favor de la campaña de Donald Trump por su reelección, de nada tienen que preocuparse México ni el gobierno por la llegada de Joseph Biden a la Casa Blanca.
Lo único inaceptable para la nueva administración de este
país, sería que el gobierno mexicano le haga el juego a la estrategia trumpista
de torpedear a la administración Biden.
Esperemos que no suceda, pero nada es descartable.
Pronto lo sabremos. Y lo sabremos por el lenguaje de la
administración del presidente López Obrador.
Si desempolvan los calificativos 'antigringos',
'anticolonialistas', o renace en el gobierno mexicano con algún tema menor, la
hipersensibilidad del puercoespín que no tuvieron con los agravios mayúsculos
de Trump, entonces nos va a ir mal a todos.
En el siguiente cuatrienio el gobierno de Biden (con el
entusiasmo de no pocos republicanos que quieren recuperar su partido), va a
barrer todo lo que huela a Trump. Hasta por supervivencia, lo tendrá que hacer.
Si nos metemos a ese pleito, le va a ir mal a México.
Biden va a actuar contra Trump, o se cruzará de brazos
cuando procedan las demandas acumuladas y por venir.
No lo hará por canibalismo político, sino porque Trump
saboteó una democracia con más de dos siglos de vigencia. Y si a Biden se le
olvida, ahí estará Kamala Harris para recordárselo.
Los hechos dicen que la relación del presidente López
Obrador y Donald Trump es mucho más profunda de lo que suponíamos en ambos
lados de la frontera.
Quedó demostrado con la insólita liberación del general
Salvador Cienfuegos.
A un detenido de esa jerarquía, el exsecretario de la
Defensa de México, con “miles de hojas de pruebas en su contra”, el fiscal
general William Barr no le retira los cargos que le había fincado sin la
instrucción directa de su único jefe, el presidente de Estados Unidos.
También quedó claro que el general es un soldado que está
limpio.
Ese tipo de anomalías, soltar o detener gente como un
favor político al cuate que gobierna al sur de la frontera, ya no van a darse.
Biden no va a intervenir en la política interna de
México, como algunos ilusoriamente piensan. No hará nada que los mexicanos no
hagan por sí mismos.
Antes que observar si tal o cual nombramiento del
presidente Biden puede servir de presión a la 4T, en México habría que poner
atención con lo que sucede con el manejo de la justicia.
Para México importa más una casilla en Etchojoa en 2021,
que todo Georgia y Pensilvania juntos.
Por lo que hemos visto y leído hasta ahora, México no es
prioridad ni está en el radar de las preocupaciones del presidente Biden en
política exterior.
Su atención se va a dirigir a reestablecer las alianzas
históricas que destruyó Donald Trump con Europa y en el Pacífico asiático. No
va a ser fácil. Estados Unidos mostró que puede abandonar a sus amigos, según
quien esté en la Casa Blanca.
El equipo de política exterior de Biden estará ocupado en
reconstruir el acuerdo nuclear con Irán, lo que tampoco será sencillo.
Y desde luego, tendrá que trabajar con denuedo para
frenar el liderazgo chino que, siendo un régimen dictatorial, absorbió los
espacios que abandonó Trump con su desastrosa política exterior.
¿México? La relación obviamente será fría, pero no mala.
Profesional, como es el próximo presidente de Estados Unidos.
Habrá diferendos, desde luego. Y ahí nos van a aplicar la
ley a secas. Medio ambiente, respeto a las empresas estadounidenses, a los
acuerdos firmados. En fin, nada distinto a lo que ocurre entre países vecinos
en cualquier parte.
Drogas. Ahí sí habrá problemas. Y también los íbamos a
tener con un segundo periodo de Trump. Es un tema bilateral en el que más vale
cooperar que confrontar, porque para México sería perder-perder.
Viene la legalización de indocumentados que ya viven en
este país. Habrá protección a los dreamers.
Ningún niño será arrebatado de los brazos de sus padres,
para extraviarlos luego, como ha sucedido con Trump.
México dejará de ser usado como garage donde Estados
Unidos manda a los solicitantes de asilo, tengan la nacionalidad que tengan.
Nada de lo anterior será producto de la “magnífica
relación entre ambos gobiernos”, como suelen adornarse los políticos. Será
producto del índole humanista del presidente Biden, nada más.
La relación no será mala. Salvo que el gobierno mexicano
asuma la agenda de Trump para debilitar a Biden.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/mexico-y-eu-en-la-era-biden