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25/02/2021 | Juicio a las torturas en Siria

María Paz Lopez

Un tribunal alemán condena a prisión a un exagente del régimen de El Asad

 

El primer juicio en el mundo por torturas en cárceles del régimen del presidente sirio Bashar el Asad, que se celebra en Alemania en virtud del principio de jurisdicción universal, produjo ayer una primera sentencia condenatoria que posee ribetes históricos.

Si bien el condenado es un esbirro de baja graduación, un exagente secreto que recibió una pena de cuatro años y medio de cárcel por “complicidad en crímenes de lesa humanidad”, el fallo constituye un hito para los opositores de la diáspora siria, que luchan por evitar que los crímenes gubernamentales en su país queden impunes.

Precisamente el próximo marzo se cumplen diez años del inicio de la sangrienta guerra civil en Siria, un conflicto a varias bandas entre el Gobierno de Bashar El Asad contra grupos opositores, agravado por la presencia de yihadistas de Estado Islámico (EI), que siguen sobre el terreno pese a su teórica derrota en marzo del 2019. Según estimaciones de la ONU, desde el inicio de la guerra siria ha habido más de 400.000 muertos, y unos 5,6 millones de personas han huido del país, convirtiéndose en refugiados.

Cómplice del engranaje

Eyad al Gharib detuvo en el 2011 a opositores y los llevó a sabiendas a un centro de tortura

Ayer, el Tribunal Superior Regional de Coblenza, en el oeste de Alemania, declaró al sirio Eyad al Gharib, de 44 años, culpable de participar en el arresto en septiembre u octubre del 2011 de al menos 30 manifestantes en la ciudad de Duma, cerca de Damasco, y de su traslado al centro de detención de Al Khatib, donde sabía que serían torturados. El acusado ocultó su rostro a las cámaras con un expediente abierto.

En el año 2011, Al Gharib se hallaba a las órdenes del otro acusado en este juicio, Anwar Raslan, exmiembro de los servicios secretos con rango de coronel, que tiene ahora 58 años, cuya sentencia se espera para octubre. La justicia alemana acusa a Raslan de supervisar “la tortura brutal y sistemática” de más de 4.000 prisioneros, y de la muerte de al menos 58 de ellos en la cárcel damascena de Al Khatib.

Eyad al Gharib y Anwar Raslan fueron detenidos por la policía alemana en febrero del 2019, y el proceso en el tribunal de Coblenza comenzó en mayo del 2020. La Fiscalía pedía para Al Gharib cinco años y medio de prisión.

CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

El proceso se celebra en Alemania en virtud del principio de jurisdicción universal

“Eyad es solo un pequeño engranaje en el vasto aparato de tortura sirio, pero este veredicto es importante; espero que pueda arrojar luz sobre todos los crí-menes del régimen de El Asad”, afirmó Wassim Mukdad, superviviente en el 2011 de las torturas en Al Khatib y uno de los demandantes en el proceso, en una declaración escrita. “Solo entonces el juicio será realmente un primer paso en este largo camino hacia la justicia para mí y para otros supervivientes”, concluyó Wassim Mukdad.

En efecto, supervivientes de tortura del régimen sirio, asis-tidos por letrados sirios y alemanes, lograron llevar a a juicio a Raslan y a Al Gharib gracias a que la Fiscalía alemana invocó el principio de jurisdicción universal. Este principio –el que en 1998 permitió al juez español Baltasar Garzón ordenar la detención del exdictador chileno Augusto Pinochet– hace viable que terceros países procesen a perpetradores de crímenes contra la humanidad cometidos fuera de su territorio.

Es la única opción para las víctimas sirias ahora, pues Rusia y China vetan en el Consejo de Seguridad de la ONU todo intento occidental de llevar el caso a la Corte Penal Internacional, de la que por otra parte Siria no es país signatario.

Llegada de sirios a alemania

Raslan fue reconocido por una de sus víctimas en un albergue de refugiados de Berlín

Los demandantes en el juicio de Coblenza son catorce sirios, representados por Patrick Kroker, abogado alemán del Cen-
tro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés), la oenegé con sede en Berlín que impulsa este asunto desde hace más de cinco años. Varios de ellos fueron detenidos en su Siria natal por ir a manifestaciones, por distribuir o escribir folletos, o por participar en actividades políticas de la oposición; y sufrieron torturas o las presenciaron.

En las vistas de este juicio se han utilizado por primera vez como evidencia ante un tribunal las estremecedoras fotografías de cadáveres del llamado expediente César , tomadas por un fotógrafo forense de la policía militar siria que en el 2013 desertó y huyó del país. El fotógrafo, apodado César y que vive bajo protección en un país occidental, documentó por orden superior la muerte de 6.786 prisioneros sirios torturados por el régimen entre mayo del 2011 y agosto del 2013.

Cuando escapó de Siria, César logró llevarse 53.275 espantosas fotos de muerte, algunas de las cuales fueron expuestas en Nueva York, Washington y Ginebra en el año 2015.

ATROCIDADES DEL RÉGIMEN sirio

Los abogados ven probada “la escala y naturaleza sistémica” de los suplicios

En el tribunal de Coblenza, muchas de esas fotos fueron analizadas por el patólogo forense alemán Markus Rotschild, convertidas en abrumadora evidencia material. “El testimonio de
los supervivientes de la tortura, así como las fotos de César , demuestran la escala y la naturaleza sistémica de las desapariciones forzadas, la tortura y la violencia sexual en Siria”, dijo el abogado Patrick Kroker. Algunos testigos sirios declararon anónimamente, con el rostro oculto o con peluca, por temor a represalias para sus familiares en Siria.

La acusación recoge las modalidades de tortura padecidas o presenciadas por los supervivientes, además del hacinamiento en la prisión y la falta de alimentos e higiene. Entre los ignominiosos métodos empleados en la cárcel de Al Khatib y en otras prisiones gubernamentales figuran el shabeh (golpear o dar descargas eléctricas durante horas al preso, colgado por las muñecas); la f alaqa (se fuerza a la víctima a tumbarse boca abajo y a levantar las piernas, y es azotada en las plantas de los pies); y el dulab (el prisionero es obligado a meterse contorsionado dentro de un neumático, y es golpeado con palos
o tuberías). La violencia sexual es también utilizada de modo sistemático: las mujeres son violadas, y muchos hombres también.

La llegada en oleadas a Alemania de refugiados sirios –y entre ellos, también de algunos perpetradores– ha propiciado que el juicio se celebre en este país. Anwar Raslan desertó en el 2012 y consiguió llegar a Alemania en julio del 2014. Eyad al Gharib abandonó Siria en el 2013, y llegó en el 2018 a Alemania, donde se le concedió asilo. El caso judicial de Al Gharib se forjó básicamente con la declaración que él mismo hizo sobre sus actividades en Siria ante las autoridades germanas al pedir el asilo.

Anwar Raslan fue reconocido por una de sus víctimas, el abogado sirio Anwar al Bunni, que sospechó de él al verle en su mismo albergue de refugiados en Berlín; y que le identificó ya claramente al coincidir tiempo después en unos grandes almacenes. Al Bunni, que tiene ahora 61 años, era ya un defensor de los derechos humanos en su país, y aunque en Berlín no puede ejercer la abogacía, es una figura respetada entre los 800.000 sirios de Alemania. Además de este histórico primer juicio, hay otras iniciativas que buscan el proceso penal de criminales sirios en Alemania, Austria, Francia, Noruega y Suecia

El Mundo (España)

 



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