Tiene importancia fundamental en el mundo industrial pues permite a los suministradores de bienes y de servicios el conocimiento de las apetencias de su mercado.

Las encuestas han sido muy importantes en política pues permiten, usadas adecuadamente, conocer como reacciona una comunidad ante la actuación de una persona o de una dirigencia y también permiten conocer, cuando las preguntas están bien diseñadas, en cuales aspectos se debe profundizar y en cuales debe hacerse mutis.

Mas las encuestas también han sido envilecidas por actuaciones de encuestadores que prestan sus actuaciones para tergiversar voluntaria y groseramente las opiniones que expresan y así engañar al público.

El funcionamiento de las encuestas es relativamente fácil. Solo se trata de poder reproducir a escala manejable, una muestra que sea representativa del universo que se esté estudiando.

Resolver esta ecuación, de tan fácil apariencia, es el reto y la obligación de toda organización que intente acceder al mercado de las encuestas.

Para ello es fundamental que a la hora de escoger a un encuestador o a la hora de confiar en los valores suministrados por una empresa encuestadora, tomemos en cuenta la trayectoria de la firma en cuestión.

Existen y de hecho están muy de moda, multitud de empresas encuestadoras políticas que solo tienen actividad en los momentos cumbre de las campañas electorales.

Empresas que se denominan especialistas pues solo tienen opiniones sobre el tema político y que son más bien, mercenarios de la actividad de los partidos.

Es así como en los tiempos cercanos a las elecciones, proliferan las empresas que se dicen expertas en el sondeo de las opiniones públicas y que solo son instrumentos para propalar opiniones sesgadas y que solo interesan a una parcialidad política.

Cuando una encuesta se ha realizado con respeto a las premisas estadísticas, los resultados tienen una confiabilidad alta. Cuando ella ha sido realizada para engañar a un sector, sus conclusiones están prefabricadas y no tienen nada que ver con la realidad.

Las ciencias estadísticas son absolutamente confiables pues se corresponden con las teorías de distribución de los eventos y la confianza de sus resultados está basada en la calidad del encuestador.

En el campo electoral es muy importante conocer quien paga la realización de una encuesta.

Es evidente que la realización de una encuesta conlleva gastos de cierta importancia. La recolección de los datos es costosa pues tiene que realizarse en un área que nos reproduzca fielmente al mercado estudiado. También son costosos los servicios de los técnicos que diseñan las preguntas y que luego interpretan las respuestas.

Por ello, es mucho más confiable la opinión vertida por una empresa estable que incluye sondeos políticos como parte de investigaciones de mercado que tienen otros objetivos, que aquellas expresadas por empresas que tienen apariciones esporádicas, concentradas en los eventos electorales y que son pagadas por los propios interesados en las elecciones.

La verdadera encuesta política se sucede el día de las elecciones. La opinión del elector en la urna respectiva es la que le dicta su conciencia y el conteo de esas opiniones es el acto más importante de todo el proceso.

En esta oportunidad, la calidad del encuestador está cuestionada por lo que la actuación de los electores como guardianes de la veracidad de los resultados es el elemento más importante de la elección de diciembre.

Todos los electores deben estar muy atentos de que se respeten todos los pasos del proceso y que se puedan detectar los intentos de violar o alterar los resultados.

De lo contrario, estaremos abonando el terreno para que la opinión del pueblo se exprese por medios que pueden llevarnos a una guerra fratricida, a una guerra civil.