En vísperas de la extradición de los principales líderes de la temida Mara Salvatrucha (MS13) de El Salvador para enfrentar cargos de terrorismo en Estados Unidos, InSight Crime reconstruye los pasos del primer miembro de la MS13 considerado terrorista y el proceso que llevó a Estados Unidos a tomar esa decisión histórica.
Quienes lo conocieron a temprana edad recuerdan que no
era capaz de articular una palabra en inglés. Era uno más de los tantos
inmigrantes salvadoreños que llegaron a Estados Unidos con carencias académicas
y económicas.
“No hablaba nada. Nosotros le traducíamos ahí al loco”,
dice un pandillero que no reveló su identidad. “Yo me acuerdo cuando el loco
llegó ahí, el loco no hablaba nada de inglés, nada, nada, nada hablaba el loco.
Hasta los South Side Locos [pandilla rival] se burlaban de él”.
Era 2003, un año después de que Armando Eliu Melgar Díaz
salió de El Salvador con trece años para asentarse al norte de Virginia, en el
condado de Fairfax, según la acusación formal que se presentaría años después
contra él. Se marchaba justo en el despertar pandilleril que había gestado el
programa antipandilla conocido como Mano Dura, adelantado por el Estado
salvadoreño.
En muy poco tiempo se percató de que la Mara Salvatrucha
también estaba presente en este rincón tan lejos de casa y quiso adherirse a
ellos. La clica Gangsters Locos fue la que le dio la bienvenida y lo acogió
bajo el alias de “Clipper”.
Su arrojo fue más grande que todo; tenía ganas de
destacar por su ferocidad y lo logró. El 10 de mayo de 2004 participó en una
pelea contra dos miembros de South Side Locos a quienes les propinaron
machetazos hasta casi rebanarle cuatro dedos de la mano a una de las víctimas,
según un reportaje de ese tiempo del Washington Post.
“Yo lo conocí morrito, ¿me entendés?”, dice la misma
persona que también era miembro de la MS13. “El loco estuvo preso por un pedo
en que le volaron unos dedos a un South Side Locos allá en un mall, ¿me
entendés? Cayeron un vergo, ahí cayó también él. ¡Era loco!”.
Esa acción lo llevó al centro de detención juvenil del
condado para enfrentar varios cargos. Su madre solía visitarlo en el comedor,
pues su pequeño tenía apenas 14 años y un gran espíritu de violencia. En el
centro de detención se fogueó con más miembros que lo empoderaron. Su salida no
significó ninguna restricción, más bien salió con más furor.
Fue entonces cuando cambió su alias por el de
"Blue", y poco a poco fueron apareciendo sus tatuajes, que
terminarían por mancharle el cuello y la barbilla. Con ese talante pasó a
convertirse en líder de su clica.
Su historial lo llevó a su primera deportación en febrero
de 2013, de la cual volvió tan solo siete meses después. De nuevo en Estados
Unidos, Blue amasó tanto poder que se convirtió en corredor del programa de
Virginia hasta que nuevamente, en noviembre de 2016, fue repatriado a El
Salvador, según dicen las autoridades de Estados Unidos.
Era un momento propicio. Ese mismo noviembre, Donald
Trump fue elegido presidente de Estados Unidos, y en 2017 la pandilla ya había
sido involucrada en más de 40 homicidios en el país, la cifra más alta desde
1998, según un estudio realizado por Virginia Commonwealth University. En los
primeros meses de la administración Trump, su retórica ya se veía
considerablemente enfocada en aplicar la ley contra la MS13, un esfuerzo que
culminaría tres años más tarde en el caso contra Blue y luego contra todo el
liderazgo de la mara.
No es para menos. Los cargos incluían terrorismo, y el
Departamento de Justicia de Estados Unidos pidió la extradición de Blue y los
14 líderes más poderosos de la MS13; para mediados de ese año, la Corte Suprema
de Justicia comenzó a procesar los primeros envíos.
Reconstruyendo el programa
En 2016, Blue ya tenía 27 años, y aunque se encontraba en
El Salvador, seguía comunicándose con miembros de la Costa Este de Estados
Unidos. En su tierra había comenzado a relacionarse más y más con miembros del
Triángulo Norte de Centroamérica y de México hasta conseguir una importante
agenda de contactos. Estos crecieron considerablemente hasta que lo llevaron a
convertirse en un referente entre los miembros locales y de Estados Unidos,
despertando una vez más ese sueño jamás realizado: unificar y homologar las
clicas de la MS13 en ambas costas de Estados Unidos.
Eso ya lo había dejado claro el complejo Programa Costa
Este. Al principio de los años 2000, la MS13 comenzó a establecer lo que
llamaban "programas" para agrupar y coordinar actividades de varias
clicas. Desde entonces, la pandilla creó docenas de programas por todo el
continente y hasta en Europa. Este sistema ha tenido más éxito en El Salvador,
donde la pandilla es más jerárquica y disciplinada, pero en Estados Unidos ha
habido poco control.
Tal vez el mejor ejemplo de esa falta de control es el
Programa Costa Este, donde un líder tras otro han tenido problemas para
unificar criterios y coordinar acciones. No ayuda el hecho de que los líderes
suelen provenir de El Salvador, a unos 3.000 kilómetros de la Costa Este.
Cuando Blue fue deportado, el líder era Edwin Ernesto
Mancía Flores, alias “Shugar”. Como un viejo soldado deportado de Boston y
encerrado en la cárcel salvadoreña de Ciudad Barrios, Shugar dirigía el
programa desde un teléfono en su celda. Tenía conectadas a decenas de clicas de
diez diferentes estados con el propósito de “unir y hermanar” a la pandilla.
Sin embargo, ni la coerción ni la fidelidad alcanzaron para unificar a la Mara
Salvatrucha en esa costa.
Shugar perdió poder, y la red de contactos quedó
abandonada y desatendida. Varios de sus miembros fueron apresados, pero las
conexiones seguían ahí latentes, esperando a ser reactivadas. Fue entonces
cuando Melgar Díaz apareció en El Salvador.
Blue se sentía realizado, y en mayo de 2017 les anunció a
21 clicas de 12 estados, desde California hasta Washington D.C., que él sería
el nuevo mandamás de la Costa Este. Lo haría con sus más de cuatro celulares de
“la libre” [fuera de la cárcel] en Ciudad Delgado, un municipio cerca de San
Salvador donde ya había forjado vínculos con más de media docena de clicas
locales.
Su habilidad para dirigir el programa pronto quedó de
manifiesto cuando comenzó a contabilizar a quienes debían estar dentro del
mismo, categorizándolos como “limpios”, “sucios” y “ausentes”.
Luego creó un grupo de chat encriptado para comunicarse
con ellos. Las primeras comunicaciones las empleó para animarlos a reclutar,
matar “chavalas” [enemigos], enaltecer a la pandilla y vender drogas. Pero al
poco tiempo comenzó a recibir de parte de los miembros peticiones de rentas,
correctivos y “pegadas” (asesinatos).
A pesar de haberse promulgado como corredor del programa,
Blue no tenía la última palabra. Al menos en El Salvador, las peticiones las
compartía con líderes conocidos como ranfleros en el lenguaje pandilleril,
quienes tomaban ciertas decisiones y luego se las comunicaban para que las
regresara a los miembros en Estados Unidos.
Sus ánimos de corredor de programa no tardaron en
materializarse en dinero y comenzó a ordeñar económicamente a los miembros de
Estados Unidos. Pidió que cada clica reportara al mes US$75 para robustecer el
programa y ciertas operaciones en El Salvador.
Sin embargo, sus problemas eran los mismos que ya habían
tenido otros líderes anteriores. Algunos lo apoyaron y comenzaron a mandar
dinero, pero no lo que él esperaba. En mayo de 2017, su primer mes como líder
del programa, captó solamente US$250. Aunque con el paso de los meses la cifra
aumentaría a US$850 en promedio mensual, los cuales solían ser transferidos a
prestanombres los días 13 de cada mes, Blue no estaba satisfecho.
Más responsabilidad, mismos problemas
Su figura como líder de programa no se limitó a pedir
dinero a sus pares en suelo norteamericano. En Blue también recayó la responsabilidad
de avalar órdenes de muerte, tanto en El Salvador como en Estados Unidos,
contra policías, militares, enemigos e incluso compañeros. Tal es el caso de la
solicitud que recibió en noviembre de 2017 de unos compañeros de Dallas, Texas,
que le pedían autorización para asesinar a un miembro y a su novia por violar
reglas de la pandilla. Solicitud que él aprobó.
Las escuchas del gobierno estadounidense, realizadas con
apoyo de la fiscalía salvadoreña, permitieron establecer que Blue también
estaba cometiendo homicidios en El Salvador. En diciembre de 2017, un colega lo
llamó para hacerle una consulta, cuando de pronto Blue tuvo que interrumpirlo
para decirle que se encontraba ocupado, “yendo a la montaña a matar dos
personas”.
No todo le salió bien. Se supo que tuvo la intención de
mover a mareros desde México hasta Maryland para realizar un asesinato, el cual
no se concretó. Las autoridades también se enteraron de un plan fraguado en
enero de 2018, en el que Blue le pedía a un miembro mexicano que le encomendara
a una clica de Oklahoma el cobro de US$145.000 que una familia le adeudaba a la
MS13. Quería que los secuestraran para obligarlos a pagar. Pero esta acción
tampoco se concretó.
Como líder remoto de su clica, también les exigía a
viejos integrantes reactivarse en la MS13 para evitar ser castigados. En un
caso llegó a consultar a ranfleros de El Salvador acerca de qué hacer con un
compañero descarriado que se oponía a reencaminarse. Se concluyó que no se le
dejaría en paz hasta que pagara sus deudas pendientes, imponiéndole una multa
de US$100 mensuales hasta que las cosas se calmaran.
Reactivación y crecimiento son temas constantes en la
Costa Este de Estados Unidos, donde hay un flujo regular de miembros. En una de
sus charlas por teléfono, ordenó que se reclutaran indiscriminadamente nuevos
miembros. Se le escuchó decir que “la válvula se había abierto” para sumar
nuevos adeptos.
Mientras tanto, se ocupaba de las demás tareas. Miembros
de una clica en Virginia le enviaron fotos de una bolsa de basura que según
ellos contenía los restos desmembrados de un miembro de la pandilla rival,
Barrio 18. En mayo de 2018, una clica le solicitó a Blue el aval para ejecutar
a una menor en Houston a la que consideraban rata. Blue recibió la petición y
la canalizó a través de un ranflero de otra clica, quien la aprobó. Como prueba
de la ejecución, le enviaron una foto del cadáver por celular. A pocos días, y
de idéntica manera, recibió otra foto desde Texas, esta vez del cuerpo de un
miembro de Barrio 18 que un "chequeo" [aspirante] acababa de asesinar
para ingresar a la MS13.
‘Cada vez más sofisticados’
Blue ascendió dentro de los escalafones de la MS13 en
parte por ambición y en parte por generosidad. Destinó el dinero que recibió de
Estados Unidos para apoyar a miembros salvadoreños en la compra de armas y
drogas. Otra porción la compartió con los líderes nacionales, o lo que ellos
llaman la Ranfla Nacional, para que se repartiera entre ellos.
Blue quería mantener contentos a sus colegas
salvadoreños, pero no quería quedarse fuera de las aportaciones. Así que,
además de la renta mensual, pedía que la mitad de las ganancias por droga le
fueran entregadas. Sus peticiones eran algo extravagantes. Una clica, por
ejemplo, estaba obteniendo grandes ganancias con la venta de cocaína en
restaurantes de Maryland y Virginia, y por ello quería que aportaran US$500
quincenales para el programa.
Luego Blue se hizo más ambicioso y comenzó a contactarse
con líderes de la pandilla en México que tenían contacto con carteles de droga,
y en febrero de 2018 organizó, con un miembro en suelo mexicano, el envío de
armamento y marihuana a Guatemala, para después trasladarla a El Salvador.
Allí, en La Hachadura, un pueblo fronterizo, mareros
salvadoreños ubicados al norte del país se desplazaron para recoger la
mercancía. Días después, Blue se comunicó con sus compañeros en Estados Unidos
para pedirles que le transfirieran un pago al miembro asentado en México por el
trabajo recién hecho.
Cuando el cargamento de 100 kilogramos de marihuana llegó
a la frontera México-Guatemala en noviembre de 2018, fue recibido y distribuido
en pequeñas cantidades entre varias clicas en El Salvador para ser vendido.
“Son cada vez más sofisticados”, dijo un fiscal
estadounidense a InSight Crime refiriéndose a la alarmante cantidad de
marihuana que compraron en ese negocio.
Con esa experiencia, Blue sabía que el negocio de las
drogas que estaba amasando le iba a dar más que cualquier trabajo remunerado en
la capital salvadoreña, así que sus miembros le dijeron que invirtiera algo de
los fondos del programa para el negocio de Gangster Locos Salvatruchos.
Así que Blue mandó de regreso US$500 a su clica para invertirlos
en narcóticos. Tres días más tarde preguntó cómo iba la reciente inversión y le
contestaron desde el otro lado del celular que se hallaban en una playa de
Virginia esperando noticias de un homeboy [compañero]. Desde ese mismo estado,
la clica más tarde le envió US$700 a un miembro en Texas para que trasegara
cocaína. Ya entre ambos se había tendido un puente comercial.
Mientras tanto, y dándole seguimiento a la droga, Blue
les preguntó a sus colegas en El Salvador si sabían de clicas en la ciudad de
Nashville, Tennessee. Quería que lo apoyaran en esa ruta de su nueva empresa de
drogas, y logró algunos contactos allá.
Nuevamente, el dinero salió a relucir. Blue convenció a
los miembros de Tennessee para que participaran en el tráfico de esta droga y
les envió US$1.500 a Nashville para adquirir mercancía a nombre de la pandilla.
El negocio resultó rentable, y una parte de las ganancias llegaron a suelo
salvadoreño a través de prestanombres del programa.
Pero su éxito también vino con los aspectos violentos del
negocio. Pocos días después impartiría una orden sádica, luego de que dos
miembros de Tennessee que lo apoyaban en su ruta de drogas cayeran y fueran
acusados de doble homicidio por otro miembro. Blue obtuvo una foto del supuesto
chivato [delator] y la compartió con líderes de El Salvador para saber si
contaba con familia en el país, y, de ser así, proceder a matarlos.
Sin embargo, para Blue, su viaje como corredor del
Programa Costa Este estaba por terminar. El 9 de noviembre de 2018, autoridades
salvadoreñas lo capturaron en la colonia Bosque de Prusia, Soyapango, junto con
su esposa y otro miembro de la Mara Salvatrucha. Fue remitido al penal de
máxima seguridad de Zacatecoluca, y una vez más el Programa Costa Este se
desmoronó.
Blue, el primer ‘terrorista’
En mayo de 2019, el nuevo fiscal general de Estados
Unidos, William Barr, visitó a El Salvador. Barr tomó una posición menos
mediática que los anteriores fiscales generales frente a la cuestión de la
MS13, pero igualmente de mano dura. De hecho, fue a la región buscando nuevas
ideas de cómo combatir la MS13 y allí encontró que El Salvador ya tenía una ley
que había calificado a los pandilleros como “terroristas”.
Esta denominación intrigó al fiscal. Tanto Barr como las
autoridades de El Salvador estaban frustrados por que veían la manera tímida
como se trataba a los pandilleros. El terrorismo podría representar otra
herramienta, pues permitiría perseguir a la pandilla a nivel internacional,
imponer condenas más contundentes y establecer un estatuto de limitaciones más
amplio que otros cargos.
En su único discurso público durante su viaje, Barr no
habló del terrorismo ni de Blue, pero el caso contra ese pandillero lo dejó
pensando: dinero cruzando fronteras; órdenes de un país para cometer homicidios
en otro; reclutamiento de jóvenes en un movimiento aglutinado bajo una sola
sombrilla. No era terrorismo al estilo Medio Oriente, pero para autoridades
estadounidenses como Barr, la Mara Salvatrucha guarda suficientes similitudes
con este tipo de crimen.
Así, poco más de un año más tarde, el 15 de julio de
2020, Trump convocó a una conferencia de prensa en la Casa Blanca. A la derecha
del presidente se encontraba atento el fiscal Barr, quien escuchó a Trump decir
una vez más que tenía una “campaña para destruir a la MS13”. Además, Trump dijo
que “por primera vez” habían levantado cargos por “terrorismo” contra un
pandillero.
“Estamos utilizando el terrorismo, lo que nos da un poder
adicional”, dijo Trump refiriéndose a los cargos contra Blue. Al finalizar su
intervención, el presidente le cedió la palabra al fiscal, quien afirmó que la
MS13 es una organización única dado que está motivada por un “código de muerte”
basado en el “honor y salvajismo”, y acentuó que su herramienta era el “terror”
y la violencia.
“Es la primera vez que usamos cargos de terrorismo contra
la MS13”, concluyó Barr.
Específicamente, acusó a alias Blue de ejercer influencia
sobre 13 estados desde El Salvador, país desde donde ordenó muertes, en
deterioro de la población estadounidense. A partir de ese momento, Estados
Unidos se sumaba a esa lucha centroamericana por nombrar a los pandilleros como
terroristas. Una lucha que no ha ganado aún la batalla.
A pesar de las declaraciones en la Casa Blanca, Blue
seguía en El Salvador. Llevaba dos años preso en Zacatecoluca, hasta que el 30
de septiembre de 2020 fue exonerado del delito de asociación ilícita y fue
puesto en libertad. No había puesto un pie en la calle cuando agentes de la
Interpol lo arrestaron y lo llevaron al Juzgado Sexto de Paz de San Salvador
para notificarle que el gobierno estadounidense lo reclamaba por ocho cargos
criminales relacionados con la Ley RICO (Racketeer Influenced and Corrupt
Organizations Act), entre ellos, terrorismo.
En octubre de 2020, el Departamento de Justicia de
Estados Unidos emitió un informe sobre los esfuerzos contra la MS13 que viene
realizando desde 2016. El departamento destacó que en ese periodo había
procesado casos contra 749 supuestos miembros de la pandilla y sentenciado a
504 de ellos. De esos procesados, el 74 por ciento eran indocumentados y 13
fueron extraditados de El Salvador.
Estados Unidos espera que Blue sea el número 14.
* Steven Dudley ayudó con el reportaje para este informe.
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