La debacle económica, la persecución polÃtica, el hostigamiento y la persecución como herramientas de gobierno están llegando a su fin.Justamente al tiempo que Nicaragua se radicaliza en persecuciones, encarcelamientos y eliminación de la oposición, bajo la cada vez más vergonzosa tiranÃa de Daniel Ortega y su familia, en Venezuela se encienden luces de esperanza. Le comparto por qué.
Apenas el viernes tuvo lugar una reunión de alto nivel en
Washington entre la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman, y un colaborador
del líder opositor, y para algunos presidente en el exilio, Juan Guaidó.
La reunión es seguimiento a los acercamientos que la
Unión Europea ha sostenido con el gobierno de Estados Unidos, en busca de una
“normalización” en las relaciones con Venezuela. El propósito es simple:
disminuir y, gradualmente, eliminar las sanciones económicas, a cambio de que
Maduro y su aparato opresor de gobierno permitan la celebración de elecciones
libres.
Estas ambiciosas metas van acompañadas de concesiones
menores pero significativas, como la liberación de algunos presos políticos, el
desmantelamiento de los órganos de espionaje a la oposición y otras linduras,
hasta ahora, impensables.
Lo cierto es que el régimen de Maduro se ha sostenido
mucho más allá de los límites de su gobernabilidad. La debacle económica, la
persecución política, el hostigamiento y la persecución como herramientas de
gobierno están llegando a su fin, y no porque falte oposición, sino porque la
crisis humanitaria alcanza niveles insospechados. No es sostenible, afirman
desde dentro, el nivel de carencias: suministros sanitarios, atención
hospitalaria, combate pírrico ante la pandemia. Los venezolanos mueren hoy de
causas aparentemente sencillas, infecciones menores que se complican ante la
inexistencia de los más mínimos insumos de salud: medicamentos, antibióticos,
materiales de curación, etcétera.
El régimen está urgido de levantar las sanciones
económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea que pretenden, por
su parte, forzar al gobierno a elecciones democráticas.
Maduro, apoyado por los militares, ha cerrado cualquier
alternativa de normalización política en Venezuela: contienda partidista,
liderazgo opositor, elecciones libres. Nada. La tiranía descarnada disfrazada
de revolución.
¿Por qué será que las revoluciones circularmente se
transforman en la misma –o peor– tiranía que derribaron por las armas? Vea
usted la mexicana, la rusa, la emblemática francesa. Todas terminaron con
imposiciones partidistas o autocráticas semejantes o más siniestras a las
arrasadas en el fragor de los lemas revolucionarios.
Ahí están los sandinistas de hoy, el comandante Ortega,
transformado en dictador. Recordemos a Lenin o Stalin, y qué decir del
emperador Napoleón que se sentó en el trono de Francia apenas 11 años después
de la toma de la Bastilla.
En el caso de Venezuela no hubo lucha armada. Hugo
Chávez, el coronel liberado de la cárcel después de un fallido golpe de Estado,
ganó en las urnas, a mano limpia, una votación presidencial donde se instaló
para no irse jamás. Se lo llevó la muerte de forma natural, y eso trastocó el
proyecto.
Hoy Maduro no tiene muchas alternativas, y se le acaba el
margen de maniobra.
O cede y permite una gradual normalización política, o la
crisis humanitaria estallará de forma descomunal.
La Unión Europea y su ministro –delegado a para asuntos
internacionales, Josep Borrel, en alianza con Antony Blinken, del Departamento
de Estado en Washington– avanzan hacia un acuerdo inicial que permita la
apertura comercial con Venezuela y la disminución de sus crisis de abasto y
suministros.
Cualquiera que haya visitado Caracas sabe bien que
Venezuela no produce nada, sino petróleo. Todo viene de fuera: alimentos,
insumos, materiales de todo tipo para activar las muy debilitadas industrias
“bolivarianas”. De ahí que retirar las sanciones económicas se convierta en
necesidad vital para ese país.
Veremos si los esfuerzos europeos y americanos logran en
efecto, la celebración de elecciones libres sin que Maduro y su aparato
paramilitar manipule, controle, e incline los resultados.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-el-globo/2021/07/05/hacia-una-nueva-venezuela/