BRATISLAVA – Defensores de la vida silvestre y del ambiente han hecho un llamamiento a la acción internacional ante la creciente preocupación por un proyecto de explotación de un enorme yacimiento petrolífero en uno de los últimos espacios naturales de África.
Reconnaissance Energy Africa (ReconAfrica), una empresa
canadiense de petróleo y gas, ha obtenido licencias para perforar más de 34 000
kilómetros cuadrados de tierra en partes del norte de Namibia y Botswana que se
superponen con el Área de Conservación Transfronteriza Kavango-Zambezi (KAZA),
que incluye territorios de Angola, Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe.
Una gran parte de las zonas de exploración, tanto en
Botswana como en Namibia, se encuentra en la cuenca del río Okavango, que
desemboca en el delta del Okavango, que por su especial valor fue declarado
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que tiene la característica de no
desembocar en el mal, sino conformar una especie de abanico fluvial.
Además, Esa ecorregión alberga la mayor población mundial
de elefantes de sabana, actualmente en
peligro de extinción, así como docenas de otras especies amenazadas o
vulnerables, como rinocerontes, perros salvajes y pangolines. También es el
hogar de 200 000 personas.
Los activistas temen que el proyecto pueda causar un daño
incalculable e irreparable al ecosistema del delta, incrementando el peligro
para la ya amenazada fauna y flora, el ambiente y los medios de subsistencia de
las decenas de miles de personas que viven en la zona.
A medida que aumenta la atención de los medios de
comunicación internacionales sobre el proyecto, algunos políticos extranjeros
también han comenzado a expresar su preocupación.
En Estados Unidos, por ejemplo, el senador Patrick Leahy y el congresista
Jeff Fortenberry instaron en junio a altos funcionarios a iniciar una
investigación gubernamental sobre el proyecto en virtud de la Ley de Defensa de
los Medios de Vida Económicos y de los Animales Amenazados (DELTA, en inglés),
aprobada en diciembre de 2018 para proteger zonas como el delta del Okavango.
Los grupos que trabajan para concienciar sobre el
proyecto y sus posibles efectos afirman que es necesaria la cooperación
internacional y que hay que ejercer presión desde fuera de África para impedir
que el proyecto siga adelante, por el bien del delta y de la naturaleza
mundial.
Ina-Maria Shikongo, activista de Fridays for Future
(Viernes por el Futuro) en Windhoek, la capital de Namibia, y quien ha liderado
una campaña contra el proyecto, dijo a IPS que “no tenemos otra opción que
conseguir que esto se detenga. Se necesita la cooperación local e internacional
porque esto no nos afecta sólo a nosotros aquí, sino a todo el mundo, en todas
partes”.
ReconAfrica afirma que existe el potencial de extraer 120
000 millones de barriles de petróleo de este yacimiento. “¿Se imaginan lo que
toda la acumulación de toxinas de eso, de las emisiones, de todo, va a hacer a
las ya crecientes temperaturas globales?”, inquirió.
“Nosotros, en el sur del mundo, somos los que más
sentimos los efectos de proyectos como este, pero en el norte del mundo también
los está sintiendo ahora, con las olas de calor. Todo está conectado, en todo
el mundo. Solo hay un presupuesto global de carbono, y este proyecto utilizará
gran parte de él”, afirmó Shikongo.
ReconAfrica comenzó a perforar pozos exploratorios en
Namibia a finales del año pasado y, si las prospecciones tienen éxito, se
espera que se perforen cientos de pozos en la zona para su explotación
comercial.
El propio potencial de reservas anunciado por la empresa
coloca al yacimiento como uno de los mayores hallazgos petrolíferos de las
últimas décadas.
El fracking aviva la oposición
Aunque las concesiones para el yacimiento se otorgaron en
2015, las críticas al proyecto han aumentado considerablemente en los últimos
18 meses a medida que se han ido conociendo los detalles del mismo,
especialmente las sugerencias en las promociones de la empresa a los inversores
de que se podría utilizar la fractura hidráulica o fracking para la
explotación.
Esta técnica consiste en inyectar altas cantidades de
agua y diferentes aditivos a alta presión y a gran profundidad para romper las
rocas o esquistos donde se alojan el gas y el petróleo. Su uso se prohíbe en
varios países porque se le atribuyen diferentes daños, como la contaminación
del agua y la reducción de su disposición para otros usos, lo que para los
ecologistas de los países afectados despierta gran preocupación.
Shikongo explicó al respecto que “el gran problema es
nuestra agua. Tenemos un ecosistema muy frágil, dependemos del agua
subterránea. Si el agua se envenena, ¿qué va a pasar?”. “La vida silvestre, la
población local, todos dependen enteramente de nuestra agua, y si está
envenenada se podría destruir el sistema alimentario local”, insistió.
Rosemary Alles, cofundadora de la campaña
conservacionista “Marcha Mundial por los Elefantes y los Rinocerontes”, afirmó
a IPS que “ReconAfrica ha seguido negando que se esté trabajando en la
fracturación hidráulica; sin embargo, no es inevitable que la empresa no la
realice, a pesar de su retórica actual. La preocupación es legítima”.
“Si el fracking se utiliza, los impactos potenciales
inmediatos en el contexto de las vías fluviales y la contaminación del aire
serán devastadores”, subrayó.
Mientras tanto, existe una gran preocupación por el
impacto que las operaciones podrían tener en los animales salvajes de la
ecorregión, especialmente en algunos de los 130 000 elefantes que alberga el
delta del Okavango.
Los conservacionistas señalan que las vibraciones
utilizadas en los trabajos de exploración del yacimiento, incluidos los
estudios sísmicos, pueden perturbar a los elefantes, mientras que el inevitable
aumento de las obras, la construcción de carreteras y el tráfico que las
acompaña en la zona podrían alejar a los animales de las rutas migratorias
establecidas y acercarlos a las aldeas y las zonas agrícolas.
Eso, explican los ambientalistas, facilitaría el acceso
al hábitat de los elefantes, hasta ahora inaccesible, para la caza furtiva y un
posible agravamiento del ya creciente conflicto entre humanos y elefantes.
Un experto de un grupo conservacionista de la zona, que
pidió mantener su nombre en reserva, dijo a IPS que “si se permite que esta
empresa comience a perforar en busca de petróleo en el delta, será un gran
crimen ambiental con impactos inevitablemente devastadores en el mundo
natural”.
“Sobre lo que significará para los elefantes: hasta que
no conozcamos la escala de la operación es difícil hacer una estimación exacta,
pero la historia muestra que la extracción de petróleo siempre significa un
desastre medioambiental y esto está justo en medio de la última zona salvaje
del último bastión de los elefantes: la KAZA”, detalló.
Esa Área de Conservación Transfronteriza engloba una
superficie similar a la de Francia, 36 áreas protegidas y la mayor población de
elefantes del continente africano.
El proyecto también afectará a las comunidades locales y
a los agricultores, y preocupa que estos grupos no hayan participado
adecuadamente en las consultas sobre el proyecto.
Dudas sobre consultas a las comunidades
La Agencia de Investigación Medioambiental (EIA), con
sede en el Reino Unido, ha señalado que hay cientos de granjas en
funcionamiento dentro de la zona de perforación de ReconAfrica.
En un reciente comunicado, la EIA añadió que no es nada
transparente cómo se consulta a estas comunidades, o incluso si se les
consulta.
Detalló que las consultas públicas sobre el proyecto de
la explotación del yacimiento petrolífero se han realizado en línea o en
persona, y que la gran mayoría de los que viven en la zona otorgada a
ReconAfrica tienen un acceso limitado o nulo a Internet, a lo que se sumó que
la pandemia de covid redujo drásticamente los viajes y reuniones públicas.
Además, las reuniones, cuando se celebran, se desarrollan
habitualmente en inglés, que no es la lengua materna de muchos habitantes en la
ecorregión.
Por todo ello, “no está claro si sus voces son
escuchadas”, dijo la EIA.
ReconAfrica, con su sede central en la ciudad canadiense
de Vancouver, ha intentado disipar todos
estos temores. Ha subrayado que actualmente se le han concedido permisos para
trabajos de exploración que no permiten la fracturación hidráulica, y sus
ejecutivos han reiterado que solo están interesados en la extracción
convencional de los hidrocarburos.
La firma canadiense enfocada en la explotación petrolera
en Botswana y Namibia también ha emitido declaraciones oficiales en las que
afirma que cree que la industria energética regional “puede desarrollarse de
forma responsable desde el punto de vista medioambiental y social”.
Asegura, además, que “apoya el desarrollo y la obtención
de los tan necesarios beneficios económicos y sociales” y se ha comprometido a tomar medidas para
solucionar los posibles problemas de ruido y vibraciones que afecten a la fauna
local cuando se realicen los trabajos.
Los críticos han puesto en duda la validez e integridad
de las evaluaciones de impacto ambiental realizadas para el proyecto, pero la
compañía con sede empresa ha rechazado estas críticas y cualquier sugerencia de
que no está cumpliendo todos los requisitos legales para el proyecto.
En sus declaraciones oficiales ha subrayado “nuestro
compromiso con seguir trabajando en estrecha colaboración con los gobiernos de
ambos países y bajo su supervisión directa, así como con sus autoridades
regionales y tradicionales, para garantizar que seguimos cumpliendo las leyes y
reglamentos pertinentes en todas las fases de nuestra operación”.
Y ha afirmado que sus consultas públicas han sido bien
acogidas y respondidas por la población local, aunque esto es muy discutido por
muchos de los que participaron en ellas.
ReconAfrica también ha destacado los beneficios
económicos locales del proyecto, afirmando que traerá puestos de trabajo y
crecimiento a la región, algo que también han subrayado los funcionarios de los
dos gobiernos comprometidos.
Tom Alweendo, ministro de Minas y Energía de Namibia,
declaró en un encuentro con periodistas de medios internacionales a comienzos
de este año que “cualquier volumen de petróleo que sea comercialmente viable
significará mucho para nuestra economía. No solo en términos de empleo, sino de
ingresos que entrarían en el tesoro”.
Sin embargo, los ecologistas han cuestionado tanto la
magnitud de los supuestos beneficios económicos para las comunidades locales
como la idea que subyace de explotar combustibles fósiles, debido a que el
mundo avanza hacia una transición energética para evitar su consumo por su
aporte al calentamiento global.
Recuerdan que hace apenas unas semanas la Agencia
Internacional de la Energía, que aglutina a los grandes consumidores del
sector, declaró que a partir de este año no deben explotarse nuevos yacimientos
de petróleo y gas para garantizar que las emisiones mundiales de dióxido de
carbono (CO2) relacionadas con la energía se reduzcan a cero neto para 2050 y contener,
así, el calentamiento global dentro de límites seguros.
Shikongo, cuya organización Fridays For Future Windhoek
ha calificado el yacimiento de petróleo como una “gigabomba” de carbono,
consideró que “este proyecto solo generará ingresos para unos pocos, pero se
llevará el sustento de millones”.
“Hay que mantener el petróleo bajo tierra”, subrayó la
activista antes de reiterar el llamamiento a la cooperación mundial para
detener este proyecto y otros similares.
A su juicio, “es necesario alejarse del neocolonialismo
que hay detrás de estos proyectos”.
“Tenemos que acabar con este sistema neocolonialista:
África no puede seguir siendo tratada simplemente como un recurso para el norte
global. El Sur y el Norte deben trabajar juntos en esta cuestión, porque nos
afecta a todos. Todos somos humanos”, dijo.
Allen, por su parte, acotó que “todos los gobiernos
occidentales deben presionar, especialmente los de Estados Unidos y Canadá. La
Ley DELTA estadounidense podría ser un medio para conseguir un fin”. Convencer
al gobierno de Namibia de su error, sentenció, debe estar en el primer plano de
la presión de los gobiernos, los especialistas y la sociedad civil del mundo.
https://ipsnoticias.net/2021/07/ambientalistas-exigen-paralizar-proyecto-petrolero-en-reducto-natural-de-africa/