Una de las principales causas de la violencia en nuestro país es la atomización de organizaciones armadas que compiten por tramos de control territorial. No todos estos grupos armados se dedican al tráfico de drogas y, de hecho, algunos tienen más bien componentes políticos y sociales, pero buena parte está involucrada en actividades criminales con fines económicos.
El gobierno mexicano cuenta con un diagnóstico detallado
de esas organizaciones criminales. Según información del Centro Nacional de
Inteligencia (antes CISEN), en el país operan 49 organizaciones delictivas. De
ellas, dos tienen supremacía por su presencia territorial, estructura y
operación internacional: el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel del
Pacífico (o Cártel de Sinaloa).
Existen otras 17 con capacidad operativa limitada, aunque
con dominación de ciertos territorios, entre las que destacan el Cártel del
Golfo, Los Zetas, La Línea o los Beltrán Leyva. Finalmente, existen 30
organizaciones emergentes con capacidades operativas locales y acotación
territorial, como son los Templarios, en Michoacán; Los Rojos, en Guerrero, o
el Cártel de Tláhuac, en la Ciudad de México.
En cuanto al tamaño de cada organización, la que mayor
presencia tiene a nivel nacional es el CJNG, que únicamente no opera en
Campeche, Durango, Nuevo León, Tlaxcala y Yucatán. El Cártel del Pacífico opera
en 20 entidades federativas, el del Golfo en 14, los Zetas en 13 y los Beltrán
Leyva en siete. Identifican, además, a 23 líderes criminales que consideran los
más buscados (entre los que no se encuentra Ovidio Guzmán).
Por su parte, la atomización del crimen organizado varía en
cada estado. Mientras que en algunas de las entidades más violentas del país,
como Chihuahua, Sinaloa y Jalisco operan hasta ocho organizaciones, en otras
igualmente violentas, como Baja California o Sonora, el número de agrupaciones
es menor a cuatro. Las entidades con mayor complejidad en cuanto al número de
grupos armados son Guerrero y Michoacán, con 17 y 12 organizaciones criminales
respectivamente.
Finalmente, el gobierno tiene identificados diversos
“procesos de reorganización” o conflictos intercriminales. Destacan 15 en
activo, entre los que se encuentra la alianza de Rafael Caro Quintero con el
CJNG y los Beltrán Leyva, que mantienen una lucha proxy contra el Cártel del
Pacífico, en Sonora. En Tamaulipas, se identifica el conflicto interno del Cártel
del Golfo, que pudo causar la más reciente masacre de Reynosa, y la alianza de
éstos con el Cártel del Pacífico.
En Zacatecas, la entidad más violenta, hay una pugna
entre las dos principales organizaciones del país. Incluso Oaxaca atraviesa por
un conflicto de tres frentes en la Cuenca del Papaloapan.
En suma, el gobierno mexicano cuenta con información de
inteligencia suficiente sobre la presencia y los conflictos del crimen
organizado a nivel nacional. Sabe quiénes son, dónde están y por qué compiten.
Tiene identificados a sus líderes y sus alianzas. Incluso, por dónde entran y
se distribuyen sus armas.
Por todo ello, los malos resultados de la estrategia de
contención de la violencia y de debilitamiento de estos grupos armados no
necesariamente pasan por la falta de producción y análisis de inteligencia,
sino por la toma de decisiones o, más bien, por la ausencia de ellas.
* Carlos Matienzo: Analista de Seguridad y socio de
DataInt
https://www.excelsior.com.mx/opinion/columnista-invitado-nacional/las-49-organizaciones-criminales-que-operan-en-mexico/1459700