Francia no descansa nunca en el plano de las ideas. Siempre tiene inquietudes, genera debates y elabora propuestas, con la mira puesta en el progreso de su pueblo. Por esto -entre otras razones- atrae, cautiva y hasta enamora.
Nos detendremos esta vez en tres cuestiones, a las que
Francia ha impreso un sabor galo. Distinto. Provocador.-
1 - Francia y el daño que genera la inflación.-
A diferencia de lo que ocurre constantemente entre
nosotros, donde nuestro patológico y poco idóneo presidente, Alberto Fernández,
responsabiliza arteramente a los empresarios por el constante aumento de la
inflación argentina (que, cabe señalar, ya está en un peligroso 50%,
anualizada) mientras lo cierto es que las máquinas de imprimir billetes del
Banco Central funcionan sin parar, a máxima capacidad, financiando así a
Fernández, en Francia las cosas son muy diferentes. -
El gobierno galo de centro que hoy encabeza Jean Castex,
acaba de anunciar que indemnizará automáticamente a sus conciudadanos de clase
media por el aumento de la inflación y por la consiguiente pérdida de poder
adquisitivo de su dinero. -
Los chalecos amarillos -mientras tanto- amagan, no sin
razón, con volver a salir a las calles, protagonizando nuevas protestas. Lo que
el gobierno procura evitar, aunque sin mucho éxito.-
Lo hace en medio del fuerte malestar que -en particular-
genera el pronunciado aumento del precio de los combustibles y su obvio impacto
sobre los precios de todas las cosas.
La mencionada y curiosa indemnización gubernamental se
pagará a fines del año en curso, junto con el salario o los ingresos del
próximo mes de diciembre. Además, los precios de los combustibles en Francia
permanecerán congelados durante el año 2022. Veremos, por cierto, si esto, que
no es tarea fácil, se materializa.-
El Estado se hace así cargo de sus propias
responsabilidades y errores, a diferencia de lo que ocurre con el peronismo en
nuestro país, siempre experto en acusar rápidamente a otros por todas las
consecuencias adversas de su ineptitud para gobernar. -
2 - Poder Judicial: un buen ejemplo francés.-
El descontento con el funcionamiento de los Poderes
Judiciales en las democracias modernas del mundo entero es un mal grave,
bastante generalizado. Y, por lo demás, es muy notorio. E incluye, con frecuencia,
a los propios magistrados judiciales.
Por esto, es ponderable la iniciativa reciente del
presidente de Francia, Emmanuel Macron, de examinar -mediante grupos de trabajo
independientes y convenientemente diversificados y coordinados, que incluyen en
su seno a los partidos de oposición- la posibilidad de hacer ajustes y reformas
sistémicas al funcionamiento del Poder Judicial, que ayuden a hacerlo más ágil
y eficiente.
Y a ponerlas en ejecución, lo más rápido posible. Con
pragmatismo, por sobre todas las cosas. No se trata de hablar, sino de hacer.
El plazo conferido en Francia a los mencionados grupos de
trabajo es breve. Deberán entregar su informe y recomendaciones, a más tardar,
en febrero del año que viene. En sólo cuatro meses, entonces. Ocurre que el
tema es bien urgente. E interesa a todos.-
Como es de rigor, ante lo que sucede los magistrados
galos reclaman más fondos para mejorar su funcionamiento. Pero el tema excede,
en mucho, la dimensión meramente económica, por cierto. Y tiene gravedad
institucional.
Por lo demás, durante el mandato presidencial de Emmanuel
Macron, los recursos del presupuesto judicial francés crecieron un sólido 33%.
Allí, entonces, no parecería estar necesariamente el problema.
EL FUTURO
Esto se suma a otras iniciativas concretas del actual
Poder Ejecutivo galo, que ciertamente mira de frente al futuro de su país. Como
un plan quinquenal para tratar de mejorar la seguridad personal de los
franceses. O el de las llamadas escuelas del futuro, en las que los maestros
podrían seleccionar, ellos mismos, a sus alumnos. -
Gobernar es, entre otras cosas, pensar cuidadosamente en
el futuro de todos y tratar de hacerlo lo más atractivo y eficiente posible. No
sólo en Francia. En todas partes.-
3 - La mayoría de los franceses ya no cree en Dios.-
Los franceses, en general, se alejan cada vez más de las
creencias y prácticas religiosas. A estar a una encuesta muy reciente, hoy un
51% de la población gala manifiesta abiertamente "no creer en Dios''. Sin
tapujos. En el 2011, esto es hace apenas una década, todavía había un sólido
56% de franceses que decía todo lo contrario. -
Entre los mayores de 65 años, cabe apuntar, hay, sin
embargo, un 58% de franceses que aún dice creer en Dios. Quizás porque en esa
franja vital se ve que la muerte está a la vuelta de la esquina y, por ello, su
temor de Dios aumenta.-
La población francesa más religiosa está emplazada en las
grandes ciudades y no en las zonas agrícolas, contra lo que algunos pueden
quizás creer, erróneamente. -
Pero ocurre que en las zonas rurales galas el clero
realmente escasea. En la mayoría de las expresiones religiosas. Los musulmanes
y evangélicos, por su parte, parecerían estar vivencialmente más cerca de sus
respectivas convicciones religiosas que los católicos, que lucen algo más
apagados o remotos.-
Sólo un 38% de los franceses encuestados asegura hablar
de temas religiosos en familia. Y tan sólo un 29% lo hace con sus amistades. En
esto la caída, que expresa una cierta pérdida de interés, es bastante más
abrupta que en lo que tiene que ver con la participación religiosa, en general.
Para justificar lo que sucede, se suele señalar que hay,
presuntamente, razones de prudencia y de indiferencia social que pueden,
quizás, ser las principales causantes de lo que sucede. Esto es de la
retracción en materia de conversaciones religiosas.-
Con todo, hay un 21% de los encuestados franceses que
sostiene que el incendio de la catedral de Notre Dame, en Paris, despertó en
ellos, nuevamente, algunos sentimientos religiosos que habían quedado
postergados.
El 28% de los franceses sostiene, por lo demás, que las
religiones son factores positivos cuando de despertar, sostener y hasta
garantizar la tolerancia, la responsabilidad y la generosidad se trata. Esto es
así, aún dentro de los llamados ateos convencidos que, en un 44%, están de
acuerdo con que el mencionado impacto de las religiones en la vida en común es,
más bien, benéfico.-
**Emilio Cárdenas, Ex embajador de la República Argentina
ante las Naciones Unidas
https://www.laprensa.com.ar/509507-Tres-mensajes-breves-con-sabor-a-Francia.note.aspx