En estos territorios hubo una peculiar afluencia de votantes para el referéndum. El que debió ser un ejercicio democrático sirvió de ensayo para afianzar el voto duro pro-AMLO, opina Anabel Hernández.
El 29 de marzo de 2020, durante la pandemia de covid-19
en el municipio de Badiraguato, Sinaloa, el presidente Andrés Manuel López
Obrador (AMLO) rompió todos los protocolos de seguridad y salud y detuvo su
gira para saludar a Consuelo Loera,
madre del sanguinario narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, uno de los
principales líderes del Cartel de Sinaloa.
Dos años después, el pasado domingo 11 de abril en la
consulta popular de revocación de mandato,
AMLO confirmó su influencia en Badiraguato, la tierra natal de
tristemente célebres narcotraficantes como Pedro Avilés, Rafael Caro Quintero,
Ernesto Fonseca Carrillo, "El Chapo” y el clan de los Beltrán Leyva, entre
otros.
Aunque en general la población en México desairó de
manera contundente la consulta popular en esa zona dominada por el Cartel de
Sinaloa, dirigido por Ismael Zambada García "El Mayo” y los hijos de
Guzmán Loera, mejor conocidos como "Los Chapitos”, hubo una peculiar
afluencia de votantes por encima del promedio nacional. Y la inmensa mayoría,
más de 90 %, votó para que López Obrador siguiera en el gobierno.
De acuerdo a las cifras oficiales del Instituto Nacional
Electoral (INE), a escala nacional se registró una participación de apenas 17.7
% del electorado y se requería 40 % para que el resultado tuviera algún valor
legal. Ni siquiera Ciudad de México,
otrora bastión político de AMLO y su partido Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena), pudo rebasar el 20 % de participación. En promedio, en la
capital solo 19.7 % salió a las urnas, aunque hubo alcaldías céntricas, como
Benito Juárez, en las que la participación fue apenas de 12 %.
En contraste, allá en la tierra bajo el dominio del
Cartel de Sinaloa, pese a que se trata de una zona agreste en la Sierra Madre
Occidental, la participación llegó a 22 % en casi todas las secciones
electorales. Mientras que la participación en todo el estado de Sinaloa fue en
promedio de 19.7 %, igual que en Ciudad de México.
Amistad y alianzas a prueba
Badiraguato se encuentra dentro del distrito electoral
federal 3, con cabecera en Guamuchil, que abarca la principal zona de cultivo
de marihuana y amapola de todo el estado y que forma parte del llamado
"Triángulo Dorado”. Los niveles de votación en Badiraguato superaron
extrañamente incluso los de Culiacán, la capital de Sinaloa, en donde la
participación fue de 15.8 %, en promedio.
Quienes conocen bien lo que está sucediendo en
Badiraguato afirman que AMLO y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya,
tienen a un particular embajador como alcalde: José Paz López Elenes, quien fue
el candidato de la alianza Morena-Partido de Sinaloa en las elecciones estatales
de 2021, y quien ganó no solo gracias a los votantes de la región sino a la
operación directa del Cartel de Sinaloa, que secuestró al hermano del
contendiente más fuerte de Paz Elenes, la candidata del Partido Revolucionario
Institucional, Guadalupe Iribe.
Se afirma que López Elenes, quien es "hijo político”
del gobernador Rocha Moya, es interlocutor en esas tierras entre el gobierno
federal, el gobierno estatal y el Cartel de Sinaloa. Informantes de Morena en
aquella región afirman que la evolución y solidez de las simpatías hacia AMLO y
Morena en el territorio del Cartel de Sinaloa son más que simbólicas y no son
espontáneas: son con el beneplácito de "El Mayo” y "Los Chapitos”.
Y como la "amistad” y "alianzas” siempre están
bajo prueba, la consulta popular sirvió como ejercicio para refrendar las
preferencias y ese territorio narco refrendó su apoyo a AMLO y Morena, al grado
tal que se consiguió el mismo porcentaje de participación que en alcaldías
estratégicas de ese partido en Ciudad de México, como Iztapalapa y Tláhuac,
donde se concentra la mayor cantidad de personas en situación de pobreza.
En contraste otras zonas dominadas por el narcotráfico y
Morena, como Zacatecas, donde hay una cruenta disputa por el control
territorial entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa, la
participación de la población fue de apenas 14.2 % en todo el estado, y en la
zona de Fresnillo donde la población vive azolada por la violencia apenas llegó
a 11 %.
Lucrarse con los pobres
Además del peculiar voto en el territorio del Cartel de
Sinaloa, hay otras partes de México donde hubo un fenómeno de participación
atípico. Dejando a un lado Tabasco (donde hubo participación de 35 %), tierra
natal de AMLO y donde tiene una hegemonía política, los estados donde hubo más
movilización de votantes fueron los que concentran a los municipios más pobres
del país: Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Ahí la votación fue de 32, 24 y 23 %,
respectivamente.
En Chiapas, hay una denuncia de pobladores del municipio
de San Fernando, uno de los más pobres del estado. Afirman haber sido
intimidados y obligados por autoridades
del municipio para emitir su voto a favor de AMLO en la revocación de mandato.
Fueron transportados incluso por un vehículo del municipio gobernado por el
Partido Verde Ecologista, aliado de Morena, y en el trayecto el transporté cayó
por un barranco. En el accidente murieron tres personas, incluyendo un bebé, y
otras cinco resultaron heridas.
La amenaza, dijeron las víctimas, fue que les iban a
quitar los programas sociales federales del gobierno de AMLO. El infame lucro
electoral de la pobreza debe ser investigado por las autoridades electorales y
sancionado, porque además de las denuncias ciudadanas, lo que es un hecho,
según las cifras que analicé del INE, es que en el distrito 4 de Chiapas, con
cabecera en Pichucalco y que incluye a San Fernando y otros municipios muy
pobres y con escasas vías de comunicación, la participación en la revocación de
mandato fue de 43.98 %, más del doble del promedio nacional. Nadie podría
pensar que fue algo espontáneo.
Aunque la consulta popular de revocación de mandato no
tiene ninguna validez, el ejercicio sirvió como entrenamiento del músculo
electoral de AMLO y sus aliados rumbo a 2024. Para ellos, fue útil distinguir
sus fuerzas y debilidades. A la población el entrenamiento le costó 1,692
millones de pesos y el desgaste inútil del prestigio de las autoridades
electorales.
Pero también dejó al descubierto una realidad perversa y preocupante: los bastiones donde tiene hegemonía son los
controlados por el Cartel de Sinaloa, la organización criminal más poderosa de
México, y por la pobreza infame que el gobierno no resuelve, sino administra
electoralmente a su favor. Crimen y pobreza son dos caras contrastantes de la
ingobernabilidad y la inseguridad que el gobierno de AMLO no quiere ni puede
resolver.