Tráfico de armas y de drogas, de gas y de oro, blanqueo de dinero sucio para comprar de todo, trata de mujeres y menores con fines de explotación sexual… Es el gran negocio de la guerra que atrae a las organizaciones criminales.
La invasión de Ucrania por Rusia y las sanciones a los
oligarcas de Moscú han abierto un enorme negocio paralelo en Italia y en el
resto del mundo. Así lo explica el fiscal Antimafia italiano, Federico Cafiero
de Raho: «Las mafias miran hacia delante como siempre: mientras nosotros
pensamos en lo que pasa hoy, ya están trabajando para lo que pasará mañana».
El periodista Peppino Impastato, activista siciliano
comprometido en su tierra en la lucha contra la Cosa Nostra, que lo asesinó en
1978 ('Los cien pasos' es la película dedicada a su vida), lanzó un grito que
hoy todavía resuena: «La mafia es una montaña de mierda». En este siglo, la
montaña asfixiante de mafiosos se ha hecho poco a poco más sofisticada.
No hace matanzas, para pasar desapercibida. En efecto,
parece invisible, porque ha cambiado de estrategia. Ahora hay una nueva
generación de 'boss' mafiosos. Sus hijos han estudiado en la universidad. Son
abogados, economistas, empresarios, industriales, constructores con una doble
vida. El centro de sus negocios, en el caso de la 'Ndrangheta y la Cosa Nostra,
ya no es Calabria o Sicilia, sino que lo han trasladado a Milán (la Camorra,
sobre todo a Roma). Las mafias italianas son ya financieras, con ramificaciones
en diversos países europeos, fundamentalmente Alemania, Holanda, Suiza y
España, y hacen negocios con otras mafias, incluida la rusa.
Cambio de estrategia
Una investigación reciente de una Comisión parlamentaria
sobre el fenómeno de las mafias, incluidas las extranjeras, y de otras
asociaciones criminales, reconoce la particularidad del país transalpino: «En
teoría, Italia debería haber sido la última nación en la que cualquier persona
podría pensar en exportar sus actividades delictivas, porque ya están la
'Ndrangheta y la Cosa Nostra, dos de las mafias más poderosas del mundo. En
cambio, sucedió lo contrario. En pocas décadas –asegura el informe– el país se
ha convertido en el destino de todas las organizaciones criminales extranjeras,
estén o no detrás de importantes flujos migratorios. Las mafias y clanes de
rusos, georgianos, chinos, nigerianos, albaneses, magrebíes, serbios,
kosovares, montenegrinos, búlgaros, rumanos, además de las bandas
latinoamericanas y otros grupos, han entrado cada vez más en los intersticios
criminales de la sociedad italiana». Esto ha sido posible, según la
investigación, por la «posición estratégica de Italia y porque las mafias
extranjeras han sido capaces de crearse áreas y espacios específicos para los
mercados criminales, evitando entrar en competencia directa con las mafias
italianas».
Han cambiado de estrategia, pero la identidad de las
mafias, ya sean las tres más importantes de Italia ('Ndrangheta, Cosa Nostra y
Camorra) o las extranjeras, incluyendo la rusa y sus oligarcas, es siempre la
misma: controlar un territorio, tratar de imponer su ley, enriquecerse sin
medida y establecer alianzas donde es posible, una corrupción que daña a las
democracias y sustrae ganancias importantes al Estado. Solo la 'Ndrangheta, la
mafia calabresa, una de las más peligrosas y potentes del mundo, se ha convertido
en una multinacional del crimen organizado que factura más de 50.000 millones
de euros al año, según Nicola Gratteri, jefe de la Fiscalía de Catanzaro,
capital de la región de Calabria.
Una oportunidad
Ahora, la dinámica desencadenada por el presidente ruso,
Vladímir Putin, corre el riesgo de generar oportunidades parecidas a las que
dieron origen a poderosas organizaciones criminales en el pasado. Por ejemplo,
la especulación inmobiliaria de la posguerra permitió a la Cosa Nostra
siciliana entrar en la especulación e incluso en los mercados legales. La
propia mafia rusa surgió como una potencia criminal durante la caótica
transición a la economía de mercado tras el colapso de la Unión Soviética.
Para Arkadii Vaksberg, periodista ruso y autor de 'The
Russian Mafia', la mafia es «todo el sistema de poder soviético, todas sus
manifestaciones ideológicas, políticas, económicas y administrativas». Y sobre
el poder y el papel de la mafia rusa, Garri Kasparov, el gran maestro de
ajedrez, político y escritor ruso, confesó al escritor italiano Roberto
Saviano, autor del libro 'Gomorra': «La mafia rusa en cuestiones fundamentales
actúa a las órdenes de los que están arriba, y en la cúspide está Vladimir
Putin».
«Putin, jefe de una banda»
Como otros dictadores, el inquilino del Kremlin no admite
que exista un poder autónomo, aunque sea criminal. O la mafia trabaja para el
régimen o es destruida. Lo sabe muy bien el exoligarca ruso Mijaíl Jodorkovski,
quien fue, cuando era del círculo de Putin, jefe del banco Menatep y luego del
grupo petrolero Yukos. Llegó a ser el hombre más rico de Rusia, antes de
convertirse en opositor al régimen y pasar diez años en una cárcel siberiana.
Liberado en 2013, vive exiliado en Londres, donde se ocupa de su ONG Open
Russia.
Al hablar de las intenciones de Putin, Jodorkovski hace
una analogía con la mafia: «Putin siempre ha sido un gánster a cargo de una
banda de mafiosos, y como tal se encontró una misión, como hacen también los
mafiosos: al final de su carrera, inventan historias extrañas para justificar
la forma en que han vivido», declaró a 'Le Figaro' el exoligarca ruso. Según
Jodorkovski, la historia extraña de Putin es la reunificación del imperio:
«Esta no es una idea que surgió de la nada, sino que es el resultado de un
largo viaje», explica.
Un largo viaje que ha permitido a Putin convertir a Rusia
en un «estado mafioso» virtual, en el que los partidos políticos trabajan «codo
a codo» con el crimen organizado, según una nota diplomática estadounidense
difundida por Wikileaks. Se explica también así que el presidente ruso haya
amasado una fortuna descomunal: «Putin ha acumulado más de 200.000 millones de
dólares y esto lo convierte en el hombre más rico del mundo». Así lo afirma
Bill Browder, el financiero angloamericano de 57 años que durante años ha
estado tratando de reconstruir el patrimonio del presidente ruso y contó su
historia en el libro 'Freezing Order: A true story of money laundering, murder
and surviving Vladimir Putin's wrath' (Orden de congelación: una historia real
de lavado de dinero, asesinato y supervivencia de la ira de Vladimir Putin).
En la fortuna secreta de Putin son un e lemento
fundamental los oligarcas: «Cuando quieres saber dónde guarda Putin su dinero
–explica Browder– tienes que empezar por los oligarcas: porque esa gente le
custodia el patrimonio. Calculo que el 50% de la riqueza de los oligarcas es en
realidad de Putin. ¿Quiénes son? En la lista de 'Forbes' hay 118
multimillonarios en Rusia, y 110 de ellos son fideicomisarios de Putin. Ninguno
de ellos podría haberse enriquecido o seguir siendo rico sin la aprobación de
Putin», sentencia Browder.
Los oligarcas aman Italia
Los oligarcas rusos aman Italia y se han asentado en los
lugares más exclusivos del país, donde han acumulado riquezas inmensas, casas
de lujo, fincas, hoteles y negocios, pero en muchas ocasiones no son dueños de
«nada». Sobre todo, los magnates moscovitas cercanos a Putin adoptan las
llamadas 'matrioskas' corporativas para escudarse en fideicomisarios o
testaferros con su dinero en paraísos fiscales, lo que hace mucho más difícil
aplicar las sanciones decididas por la Unión Europea tras la invasión de
Ucrania.
El blanqueo de dinero que realizan alcanza cifras
llamativas. Según la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del Banco de
Italia, el año pasado se recibieron en ese país transferencias desde Rusia por
13.000 millones de euros; al menos 5.000 millones eran 'sospechosos' de
blanqueo de dinero. Con esas remesas compran de todo: villas, yates, paquetes
bursátiles de empresas, hoteles y restaurantes. Además, mantienen liquidez en
cuentas corrientes, sobre todo en paraísos fiscales.
Los oligarcas rusos y mafiosos en general se permiten
llevar en Italia una vida de desenfreno y lujo. Aparte de sus adquisiciones
inmobiliarias, se llevan las mejores y más caras joyas de las joyerías de
Milán, Roma y Venecia. Cuando viajan van a hoteles de cinco estrellas. Consumen
ríos de champán. Su vida es disparatada y extravagante. En Forte dei Marmi, en
la provincia de Lucca (Toscana), uno de los destinos favoritos de los oligarcas
de Rusia, todos sus ciudadanos recuerdan la anécdota de uno de ellos que, tras
salir de un restaurante, con su lujoso coche deportivo rozó a un motociclista,
dándole un ligero golpe a la moto. El ruso se disculpó abriendo su billetera y
dándole 4.000 euros en efectivo. «No puedo esperar, tengo prisa», se justificó.
Fuera del debato público
Lo sorprendente es que, a pesar de su gran poder
económico y la gravedad de sus acciones, la mafia está fuera del debate
público. Ni siquiera ahora que, como dice el fiscal Antimafia italiano, «el oro
de la guerra no es el dinero, sino las armas. Esta es la gran oportunidad que
ven las mafias». Trabajando silenciosamente, las mafias se han hecho
invisibles. Parece que no existieran.
El escritor Roberto Saviano, siempre con escolta policial
al estar amenazado de muerte por la camorra, se pregunta: «Cómo es posible que
un interrogante fundamental esté completamente ausente del debate
internacional: ¿cuál es el papel de las organizaciones mafiosas en esta guerra?
Nadie se pregunta cómo es posible que, en un territorio que siempre ha estado
completamente hegemonizado por los cárteles criminales, estos no sean
mencionados, ni conocidos ni considerados por los reporteros y el debate
político. Lo que ha mantenido unidas a Ucrania y Rusia durante décadas es la
mafia. Y este conflicto es una guerra que tiene su vocación mafiosa», escribe
Robeto Saviano en el 'Corriere', haciendo referencia también a nuestro país, al
señalar que «el blanqueo de millones en inmuebles en España, es un destino
predilecto, junto con Suiza, de los afiliados a la Solncevskaja (la mafia
rusa)».
Objetivos tras las guerras
Las mafias no solo buscarán sacar los mayores beneficios
de la guerra de Ucrania, sino que también tratarán de influir en los
equilibrios globales, según el profesor de Derecho Penal, Vincenzo Musachio,
experto en estrategias contra el crimen organizado y la corrupción: «La
economía atribuible al crimen organizado es capaz de influir, en parte, en los
equilibrios globales, no solo económicos, sino también financieros, de
seguridad y geopolíticos. Las mafias, el crimen organizado transnacional, puede
afectar el equilibrio geopolítico que se determinará en el futuro». «Los
vínculos entre las organizaciones mafiosas transnacionales con otros sujetos
que ocupan diversos cargos de poder internacional –subraya el profesor
Musachio– tienen el carácter de relaciones globales estrechamente ligadas a los
principales factores de la geopolítica: sistemas políticos, económicos y
financieros, instituciones públicas y privadas, medio ambiente, comunicaciones,
transporte, información».
Con las mafias dispuestas a hacer negocios redondos con
la guerra, el Gobierno de Mario Draghi es consciente del peligro y se ha puesto
en guardia: «El Gobierno –ha dicho la ministra de Justicia, Marta Cartabia– es
perfectamente consciente de que el conflicto armado puede ser una oportunidad
para abrir una peligrosa puerta de entrada a los asuntos criminales de las
mafias. No nos pillarán desprevenidos».