El 8 de mayo 2022 presenciamos el juramento del Dr. Rodrigo Chaves Robles como el 49º presidente de la República de Costa Rica. Las elecciones que fueron bastante atípicas, con segunda ronda y fuerte polarización, crearon aprensión en amplios sectores, en especial por el lenguaje populista y casi despótico del candidato Chaves. Pese a que el tono del ahora presidente se moderó una vez se supo ganador, pocas certezas tengo de que ese tono conciliador no se rompa ante la presión de no poder liderar este país según su visión. Un país, además, en donde las leyes y la institucionalidad han logrado mantenerse al margen del conservadurismo que el nuevo presidente representa. Las alarmas están encendidas.
Durante la campaña electoral, Chaves se presentó como el
hombre capaz de resolver todos los problemas del país dada su capacidad de
mando y abriendo espacio a interpretar que no importaría si de paso pisoteaba
alguna institucionalidad, legislación o incluso la Constitución de la
República.
Más de una vez, el candidato Chaves mostró análisis poco
rigurosos sobre el desarrollo del país, presentando como respuesta a los
problemas nacionales, la fuerza de su liderazgo. Su lema central fue “yo me compro la bronca”.
Sin embargo, dio señales de que le pesaban sus 30 años fuera del país al
servicio del Banco Mundial, así como su desconocimiento de la administración
pública, de sus laberintos y regulaciones. Ya había dado muestras de ello en su
reciente paso de solo seis meses por el Ministerio de Hacienda, corto período
de tiempo en el que confrontó a diversos sectores, incluso al presidente de la
República, lo que obligó su salida del cargo.
En Rodrigo Chaves reconocemos su capacidad intelectual,
rasgos de intolerancia, firmeza de opiniones, y lo difícil que sería hacerle
cambiar una idea ya asumida. Pero ¡sorpresa!: el discurso del triunfo electoral
fue un modelo de moderación, de llamado al diálogo, a la unidad nacional y a la
negociación, acompañado de una visita posterior del candidato opositor José
María Figueres a su casa, donde se dio públicamente el abrazo de la concordia.
Sorpresa tras sorpresa nos ha dado el presidente Chaves.
Pareciera que su discurso populista y sus actos de fuerza fueron solo una
estrategia de campaña, según señalan múltiples analistas. Yo, sin embargo, no
estoy tan segura de que así sea y percibo que ya en el poder o frente a
amenazas reales, tendríamos de nuevo al Rodrigo Chaves de la campaña electoral
y no al conciliador de sus primeros discursos de inauguración presidencial. Sin
embargo, ambas posiciones son solo especulaciones que deberán esperar la tozuda
realidad de los hechos.
Chaves inició su presidencia con un fuerte
cuestionamiento del presidente saliente, aduciendo que este nos quiere estafar
al vendernos la idea que ha dejado la casa en orden. También señaló que ha
llegado la hora de “comprarse la bronca” y que enfrentará con fuerza y decisión
a los poderes fácticos. Pero esto lo tendrá que hacer desde una posición
sumamente débil. Es el presidente electo con menor respaldo ciudadano en la
historia del país y la conformación de la nueva Asamblea Legislativa ha
matizado la preocupación de que llegara al poder otro hombre fuerte y populista
a la región latinoamericana. Costa Rica no le dio el poder completo a Rodrigo
Chaves. El voto popular le otorgó solo una minoría en la Asamblea Legislativa,
la que ya envió un mensaje fuerte como bloque opositor que une a cinco de los
seis partidos representados. Además, en la Asamblea Legislativa requerirá de 38
de 57 votos, y la realidad es que ya existe un acuerdo entre los partidos de
oposición que les permite actuar unidos y dejar por fuera a la fracción del
Gobierno.
En nuestro país, el poder presidencial está más regulado
y acotado que en otras naciones de la región. Esto y el no contar con un
Ejército, ha permitido un verdadero equilibrio de poderes. Pero esto no deja
atrás el riesgo que significa un Gobierno donde ministros y ministras, y
presidencias ejecutivas, son más un rejuntado que un equipo de Gobierno. La inmensa mayoría tiene cero experiencia en
la administración pública o en la política. Son un grupo de tecnócratas,
algunos de muy buen nivel académico o historial en organismos internacionales,
pero que no tienen la capacidad, la experiencia ni las bases partidarias y
sociales para acompañar a este presidente a “comprarse la bronca”.
El presidente Chaves funge más como un gerente general
que ha solicitado a su gabinete responder ante él y no ante la ciudadanía, y
que nos recuerda el “¡estás despedido!” de Trump. Es previsible que el gabinete
pronto de señales contradictorias y de inestabilidad. La economista Sofía
Guillén, diputada del Frente Amplio, señaló “ya se veía venir, pero los
anuncios lo confirman: el gabinete del señor Chaves es un refrito de personas
tremendamente conservadoras y repetidoras del modelo económico fracasado”. Esto
se da en el campo económico y de la producción, pero en algunas áreas como
salud, cultura y mujer, los nombramientos son clara señal de la poca
importancia que el presidente les da. Además, cuesta comprender como en esta
época, un presidente no dice ni una palabra sobre el cambio climático o cómo
dará seguimiento a las conquistas ambientales que han convertido a Costa Rica
en un ejemplo mundial y con réditos económicos para el país.
Por los nombramientos, perfil del gabinete y la
presentación que realizara el presidente Chaves sobre el estado de la nación,
debemos esperar un Gobierno conservador, neoliberal, modelo Banco Mundial de
los años 90. ¿Intentará Chaves repetir la propuesta que administró en Indonesia
siendo director del Banco Mundial? El fallido milagro del Banco Mundial en Asia
oriental, un estudio riguroso del Oakland Institute, señala con claridad cómo
este campo de pruebas del Banco Mundial ha convertido a la población y a los
bosques en víctimas de las políticas que buscaron principalmente el desarrollo
del mercado y favorecer al sector privado.
Esto dio rienda suelta a la liberación radical de la economía,
acompañada de recortes de beneficios sociales a la clase trabajadora y a la
explotación inmisericorde de los recursos naturales. Los bosques gestionados
consuetudinariamente por el campesinado han sido entregados a empresas
extranjeras.
Chaves ha dejado claro que su mandato tendrá elementos de
visión populista, personalista, poco conciliadora, de hombre fuerte que tiene
todas las respuestas simples a los problemas complejos, muchos de carácter
estructural. En su primer Consejo de Gobierno, en sus primeras horas, el
presidente firmó decretos que aún no se dan a conocer, pero sí promociona uno
que crea fuerte controversia: la eliminación de la obligatoriedad de uso de la
mascarilla y de la aplicación de las vacunas contra la covid-19. Además de
convertirse en un grave problema de salud pública y ser de inmediato rechazado
por el sistema de salud y amplios sectores ciudadanos, prestigiosos abogados
constitucionalistas señalan que este decreto es ilegal, ya que por ley
cualquier política sobre vacunas le compete a la Comisión Nacional de
Vacunación y Epidemiología. Craso error jurídico como primera acción del
presidente, sin criterio técnico como respaldo, basado en un claro acto para
congraciarse con sectores antivacunas que formaron parte de su pequeña base
electoral.
Como señalara el profesor Gonzalo Ramírez Guier, “la
derecha en el 2010 dejó de tener un discurso sólido y vencedor. Cuando
aparecieron los pentecostales en la política se abrió una oportunidad de oro.
Empezó a metamorfosearse el discurso populista conservador, dejando muy poco de
lo liberal para acomodarse a lo pentecostal, y así tenemos una nueva fórmula:
autoritarismo conservador populista con apoyo pentecostal, un Mr. Trump, un
Bolsonaro, un Bukele y con empaque de izquierda, López Obrador.” En Costa Rica
el presidente Chaves anduvo ya con una biblia bajo el brazo y al mismo tiempo,
dijo que respetará las conquistas de la población LGTBIQ+.
El péndulo del discurso del presidente Chaves abre muchas
más interrogantes… Las alarmas están encendidas.
*Mimi Prado ha sido facilitadora de proyectos con énfasis
en gobernabilidad democrática, negociación, erradicación de la pobreza, mayores
y mejores oportunidades de empleo, acceso a la educación y cultura, entre
otros. Fue viceministra de Cultura, Juventud, Deportes y Asuntos de la Mujer
(1986-1990) y embajadora de Costa Rica en la República de El Salvador y ante el
Sistema de Integración Centroamericana - SICA (2010-2015).