El hecho de que la mayoría de las mujeres que son desaparecidas sean adolescentes, ha sido una de las principales razones por las cuales los estudios académicos y sociedad civil han dicho que la mayoría de estas mujeres son víctimas de trata. Ésta es una de las conclusiones del informe Trata de Personas y Desaparición de Mujeres en la Ciudad de México, realizado por la Comisión de Búsqueda.
La noticia es indignante: el número de desaparecidas en
la Ciudad de México ha aumentado 900%. El dato no viene de las asociaciones
civiles, viene directo de las cifras oficiales del Registro Nacional de
Personas Desaparecidas y No Localizadas (Rnpdno). El número de mujeres
desaparecidas y no localizadas contabilizadas en el Rnpdno pasó de 93
registradas, entre el 5 de diciembre de 2012 y el 16 de junio de 2016, a 930
registradas entre el 5 de diciembre de 2018 y el 16 de junio de 2022. El mayor
rango de desaparecidas está en los rangos de 15 y 19 años, que acapara 28% del
total de mujeres desaparecidas. Lo que es más alarmante es el número que va
creciendo cada año: pasó de 22 casos registrados en 2018, a 228 en 2019; 277,
en 2020, y 243, en 2021.
Las mujeres que son desaparecidas tienen un perfil
particular que las separa de los hombres desaparecidos. Porque al hacer la
desagregación por sexo de las personas desaparecidas y no localizadas, se
muestra que mientras los hombres son desaparecidos en su mayoría en el rango de
edad entre 25 y 36 años, las mujeres son desaparecidas en su mayoría entre los
10 y 19 años. El hecho de que la mayoría de las mujeres que son desaparecidas
sean adolescentes, ha sido una de las principales razones por las cuales los
estudios académicos y sociedad civil han dicho que la mayoría de estas mujeres
son víctimas de trata. Ésta es una de las conclusiones del informe Trata de
Personas y Desaparición de Mujeres en la Ciudad de México, realizado por la
Comisión de Búsqueda.
La trata y la desaparición de mujeres no debe de verse
como asuntos separados. De acuerdo con la Comisión de Búsqueda en la Ciudad de
México, la desaparición de personas en la capital del país se ha
invisibilizado, porque no comparte ni la magnitud ni la crueldad de las
desapariciones en estados con una fuerte presencia del crimen organizado. Ésta
es una invisibilización que se incrementa cuando se trata de mujeres
desaparecidas, cuyo proceso encuentra las torpezas de una justicia que no está
acostumbrada a ser impartida con perspectiva de género. En pleno 2022,
familiares han acusado que las autoridades son renuentes a abrir carpetas de
investigación, pues se cree que las mujeres se van con los con novios y por eso
“desaparecen”. La Comisión de Búsqueda ha señalado que de acuerdo con reportes
de Locatel, y haciendo la desagregación por cada 100 mil habitantes, existen
alcaldías focalizadas con el problema de mujeres desaparecidas, como Miguel
Hidalgo, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.
Debe destacarse que la desaparición de mujeres impacta
más allá de la propia víctima. Está ampliamente reconocido que son las mujeres
las que tienen mayor impacto en visibilizar la desaparición de personas y su
búsqueda. En México tenemos muchos ejemplos de mujeres que han creado
colectivos y movimientos para la búsqueda de sus hijas e hijos. Desde Rosario
Ibarra de Piedra y el Comité Eureka, hasta las Buscadoras del Noroeste del
País. De acuerdo con los datos de Locatel, las principales personas que
reportan las desapariciones son la madre, esposa y hermana. Esta es una forma
más de cómo la desaparición de personas impacta de manera diferenciada a las
mujeres. ¿Cuántas madres y padres de familia tendrán que tomar las calles
exigiendo noticias sobre el paradero de sus niñas? En mayo de este año,
diversas colectivas y familias pidieron a la jefa de Gobierno se utilizará el
espacio donde estaba la Palma para formar un antimonumento que reconociera a
las personas que han desaparecido en nuestro país, renombrando la glorieta de
la Palma como “glorieta de las personas desaparecidas”. Más que responder por
una palma, y ahora un ahuehuete seco, el Gobierno de la CDMX tendría que
plantear una emergencia ante estas cifras. Crear políticas públicas con
perspectiva de género que nos permitan enfrentar esta crisis invisible.
* Catalina Monreal Pérez, Analista