Dar un discurso a un homólogo sobre la historia de su propio país generalmente se considera ofensivo. Pero la interpretación que hizo López Obrador fue aún peor.
Con un fajo de hojas arrugadas, saco y corbata
desajustada, sentado como un niño regañado, Andrés Manuel López Obrador hizo lo
que pocos mandatarios han hecho en la Oficina Oval: hablar por casi media hora,
ante el anfitrión de la Casa Blanca, con un discurso salpicado con comentarios
ofensivos, confusos y sorprendentes. Rompiendo el protocolo de como
tradicionalmente se llevan a cabo las reuniones entre presidentes, y es donde
ambos mandatarios hacen comentarios globales sobre la importancia de la reunión
y la relación, expresando deseos de que se lleguen a acuerdos que beneficien a
los ciudadanos de ambas naciones. Los comentarios, incluyendo el tiempo añadido
por los traductores, no llega a durar más de 15 minutos. Es histórico que los
comentarios duren más que las del anfitrión.
Hay que asumir que el presidente Andrés Manuel López
Obrador sabía exactamente lo que hacía cuando llevaba su fajo de papeles, donde
parte de su discurso incluiría impartir una clase de historia al presidente
Biden en su mismísima oficina, sobre la historia de Estados Unidos. Y sí, al
igual que los otros mandatarios centroamericanos que también fueron ‘víctimas’
de las clases de historia del mandatario mexicano.
Retomar lecciones aprendidas de los líderes y contextos
históricos es una práctica frecuente para subrayar algún argumento o posición
política. Pero en una reunión bilateral generalmente se hace una mención y se
parafrasea lo expresado por alguna figura histórica. Pero dar una cátedra a tu
homólogo sobre la historia de su país generalmente se considera ofensivo. Pero
la interpretación histórica que le da AMLO es aún más ofensiva.
“Deberías ser más como el presidente Franklin Delano
Rooseveltl, quien también despacho desde esta oficina”, fue el mensaje público
de López Obrador para Biden. Además, le exigió al golpeado políticamente Biden
que fuera más ‘audaz’ con sus reformas. Este comentario seguramente fue un
fuerte golpe para el actual mandatario que en este momento tiene solamente un
33 por ciento de aprobación, siendo el presidente estadounidense con uno de los
niveles más bajos de popularidad en la historia, aún más bajo que Donald Trump.
Unos días antes de la reunión en la Casa Blanca surgió otro dato catastrófico
para Biden: demócratas encuestados no quieren que Biden sea el candidato para
las elecciones presidenciales de 2024.
Y en esta coyuntura tan compleja llega el buen amigo
López Obrador a la casa de Biden para darle una cátedra de historia.
El subrayar la diferencia de más de un dólar por galón de
gasolina entre Estados Unidos y México también podría considerarse un momento
icónico. El ofrecer gasolina barata (gracias a los subsidios) a los
estadounidenses que crucen la frontera mexicana, seguramente se interpretó como
una ofensa desmedida e innecesaria porque no resuelve el problema del abasto ni
del precio. Pero sí fue un señalamiento público para balconear, en su oficina,
al presidente Biden de uno de los problemas más serios que enfrenta su
administración.
La pregunta es ¿cuál es el impacto del discurso de 28
minutos de López Obrador en la Oficina Oval? Está por verse, porque a
diferencia de las estrategias de negociación tradicional entre ambos países,
donde públicamente se subraya la importancia de la convivencia y la buena
vecindad, AMLO decidió negociar públicamente sus ‘cinco’ puntos ante Biden y el
mundo. Biden se rehusó a caer en la trampa de negociar ante los medios. Se
limitó a señalar que son temas en que seguramente podrían encontrar acuerdos y
desacuerdos. Aunque sí pareció molestarse por los comentarios sobre China que
hizo López Obrador, sintiendo la necesidad de recordarle que la economía y el
empleo seguía creciendo a pesar de la inflación.
En el comunicado conjunto que fue negociado con
anterioridad por ambos países, parecería que López Obrador no tenía
conocimiento del contenido porque ciertamente no refleja las prioridades o las
propuestas que plasmó en la Oficina Oval ante los Biden y los medios. Ese
documento claramente refleja más las prioridades de Estados Unidos ante la
necesidad de controlar los flujos irregulares de migrantes, y el tráfico de
fentanilo. Pero hay pocos detalles y la exigencia, de nuevo, de crear
“comisiones para la mejor coordinación”.
En un área donde el gobierno de México parecería haber
avanzado en intereses y vender cantidades específicas de granos y fertilizante.
Y ante la crisis que se avecina en materia alimentaria
para México y el mundo, esta parte del acuerdo podría ser uno de los grandes
éxitos del viaje del presidente Obrador, asumiendo que el país tendrá el dinero
para pagar lo acordado.