El caso de Rusia es particularmente significativo pues carece de fronteras naturales, un único pueblo, una identidad central y se extiende por una inmensa geografía. Como suele ocurrir con los nacionalismos, existe una relación inversamente proporcional entre el estruendo que transmite la historia oficial de un país y la fortaleza de los hechos en los que ésta se basa: a más rotundidad en el relato que dibuja la nación como una nave que se traslada incólume en el tiempo desde unos remotos orígenes hasta nuestros días, más forzada suele ser la deformación.
Una observación que corrobora el libro Una breve historia
de Rusia de Mark Galeotti. Extraña que la editorial (Capitán Swing) haya hurtado
en su traducción el explícito subtítulo original (Cómo desde los paganos hasta
Putin el país más grande del mundo se inventó a sí mismo) para sustituirlo por
un aséptico Cómo entender la nación más compleja del mundo, ya que traiciona el
empeño del autor en dibujar a Rusia como un país que, como tantos otros, se
inventa una nación. Si Galeotti opta por el término invención es para situar
esa historia dentro del consenso académico que establece que las naciones son
"comunidades imaginadas", no artefactos existentes en la naturaleza.
Una nación, si me permiten la simplificación, no puede ser anterior al concepto
de nación, que surge del encuentro a lo largo del siglo XIX del romanticismo
con la necesidad de legitimar los estados que dejaban atrás el absolutismo. Por
tanto, como regla general, cuanto más atrás en la historia se vayan los
apologetas de una nación, más hay que sospechar. Como señala Galeotti, el caso
de Rusia es particularmente significativo pues carece de fronteras naturales,
un único pueblo, una identidad central y, para colmo, se extiende por una
inmensa geografía a lo largo de once husos horarios y dos continentes.
La historia rusa, como muchas otras, nos ofrece una
variopinta mezcolanza, en este caso de tribus eslavas locales con dinastías de
vikingos provenientes del norte (los varegos), fuertes influencias de Bizancio
(de ahí el águila bicéfala, símbolo de Constantinopla, en su bandera), el
legado de las invasiones mongolas de la Horda de Oro y unas muy amplias
influencias culturales e ilustradas europeas, incluyendo los fuertes
parentescos dinásticos con Prusia (incluida una Catalina la Grande bautizada
como Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst-Dornburg...). De hecho, se
especula con que ruso viene de ruotsi, que es como los fineses llamaban a los
vikingos suecos y que los eslavos dejaron en rus. Claro que si un ruso nació
como un sueco dicho en finés, simplificar es más complicado, ¿no les parece?
***Mas:
https://capitanswing.com/libros/una-historia-breve-de-rusia/
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/catalina_ii.htm