El testimonio del general John Abizaid, ayer (miércoles), ante el comité de Defensa del Senado echó un jarro de agua fría sobre la insistente propuesta de la mayoría de los demócratas, envalentonados por su reciente triunfo electoral, para que empiece pronto la retirada de las tropas estadounidenses de Iraq. El jefe del Mando Central (Centcom), responsable de las operaciones en Oriente Medio y Afganistán, se mostró partidario de mantener el actual nivel de efectivos en Iraq -unos 150.000- y expresó su optimismo por que el país puede ser estabilizado.

La comparecencia conjunta de Abizaid y del primer asesor para Iraq en el Departamento de Estado, el embajador David Satterfield, levantó gran expectación en Washington. Tras la victoria demócrata en las elecciones legislativas del pasado día 7, producto en buena parte del desgaste bélico, Estados Unidos aguarda un replanteamiento de estrategia. Pero los testimonios de Abizaid y Satterfield indicaron lo contrario. Sus argumentos fueron muy parecidos a los que vienen esgrimiendo el presidente George W. Bush y su dimisionario secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Éstos pudieron sentirse vindicados en sus posturas, mientras que los partidarios de una rápida retirada lo tienen ahora más difícil. Deberán convencer al país de que son ellos quienes están en lo cierto y no los militares profesionales.

Una y otra vez, a preguntas tanto de senadores demócratas como republicanos, Abizaid insistió en que retirar tropas en este momento sería contraproducente porque contribuiría a un baño de sangre aún mayor. El general admitió que son necesarios más soldados, pero iraquíes. Reconoció, no obstante, que podría precisarse un aumento temporal de las fuerzas estadounidenses para robustecer los "equipos militares de transición", las tropas y asesores norteamericanos insertados en unidades del ejército iraquí. Según Abizaid, reducir el número de efectivos estadounidenses o crear un calendario de retirada "limita la capacidad" de los jefes militares.

El tono global de Abizaid y de Satterfield fue mucho más positivo que el de la opinión pública estadounidense. Ambos destacaron las graves dificultades y contratiempos sufridos, pero hablaron de progresos y de una creciente confianza en el Gobierno iraquí. "Permanezco optimista de que podemos estabilizar Iraq", subrayó el jefe del Centcom. Dijo, muy gráficamente, que cuando viene a Washington percibe "desesperanza" y pesimismo, pero cuando está en Iraq y habla con los comandantes norteamericanos su sensación es la contraria. "No estamos desesperados", agregó. El jefe militar matizó que el 80 por ciento de los actos violentos se concentran en un radio de 60 kilómetros de Bagdad. Calificó, por ejemplo de "éxito muy bueno" la actuación de las fuerzas norteamericanas contra los elementos de Al Qaeda en la provincia de Al Anbar en los últimos meses y el hecho alentador de que las fuerzas iraquíes reaccionaran muy bien tras el reciente secuestro masivo en Bagdad.

La sesión del comité de defensa comenzó con una declaración solemne de su veterano presidente, el senador por Virginia John Warner. Éste elevó el dramatismo al recordar que muy pronto la guerra de Iraq habrá sobrepasado en duración la implicación de EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial. El demócrata de mayor rango en el comité, Carl Levin, de Michigan, hizo hincapié en que debe empezarse la retirada de tropas en un plazo de entre cuatro y seis meses. "No podemos salvar a los iraquíes de ellos mismos", afirmó Levin, que presidirá el comité a partir de enero para reflejar la nueva mayoría demócrata. Para él, sería un error mantener a los norteamericanos en el "fuego cruzado" y debe hacerse ver por fin a los líderes iraquíes que "hay un límite" a la sangre y los recursos de EE. UU.

A Joe Lieberman, demócrata que concurrió como independiente y fue reelegido como senador por Connecticut, se le veía visiblemente contento por cómo se desarrollaba la sesión. Él ha fue insuficiente inmediatamente después de la invasión. Abizaid situó la lucha en Iraq como un factor decisivo para ganar la guerra global contra el terrorismo de Al Qaeda. Lanzó una advertencia la muy seria amenaza que representa el expansionismo iraní y destacó la importancia de encontrar un arreglo al conflicto palestino-israelí. Según el general, los peligros de Al Qaeda e Irán perdurarán durante decenios. Respecto a Siria, Satterfield dijo que el problema no es la falta de diálogo por parte de EE. UU., sino que Damasco sabe muy bien lo que debe hacer, dejar de promover el terrorismo y la inestabilidad en Líbano, Palestina e Iraq.

El punto de vista de Abizaid sobre el nivel de tropas obtuvo el respaldo de un antecesor al frente del Mando Central, el ex general Anthony Zinni. Su apoyo tiene gran valor porque ha sido muy crítico con Bush y pidió la dimisión de Rumsfeld. Lo mismo opinó el general retirado John Batiste, que mandó una división en Iraq. A él, las propuestas demócratas le parecen "terriblemente ilusas".