Se necesita un plan integral, generoso, y que América Latina ponga su parte para solucionar el problema de los desplazados: sacudirse el populismo autoritario y destructivo.
Una crisis humanitaria que se gesta y expande ante
nuestros ojos.
La principal causa es el fracaso del populismo
autoritario.
Dos y medio millones de desplazados venezolanos se
encuentran en territorio colombiano y un millón 200 mil más están en territorio
peruano.
En lo que va del presente año fiscal, 2 millones 100 mil
migrantes fueron frenados en la frontera México-Estados Unidos, con incrementos
récord de venezolanos, cubanos y nicaragüenses.
Más de 744 mil mexicanos fueron detectados en la frontera
con Estados Unidos tratando de salir de su país durante en el mismo periodo.
Millones de personas en situación de absoluta
vulnerabilidad sin que exista una respuesta regional que corresponda con la
dimensión del problema.
En la reciente reunión de la OEA, el secretario de Estado
de Estados Unidos, Antony Blinken, anunció nueva ayuda humanitaria para
migrantes y refugiados en las Américas.
Se comprometió a destinar 240 millones de dólares para
atender las necesidades más apremiantes de todos los migrantes en el hemisferio,
con servicios de salud, albergue, apoyo legal y enseñanza.
“Tenemos más personas en movimiento en todo el mundo,
desplazadas de sus hogares, que en cualquier otro momento de la historia
registrada: más de 100 millones. Y nuestro propio hemisferio está
experimentando eso de maneras profundas, profundas y nuevas”, dijo Blinken en
la reunión.
Un apoyo económico muy pequeño, aunque no puede ser
menospreciado. Sin embargo, la crisis de los desplazados escapa a soluciones
simples: no se resuelve con sólo arrojarle dinero al problema.
We want traid, not aid (queremos comercio, no ayuda),
dijo México cuando buscó, y logró, el TLC con Estados Unidos y Canadá.
De manera acelerada nuestro país se convirtió en
exportador de manufacturas (más que todos los demás países latinoamericanos
juntos) y dejó de depender de un solo producto, el petróleo.
En apenas 20 años México alcanzó una tasa negativa en la
migración a Estados Unidos (regresaron más que los que se fueron).
Los demagogos de la izquierda populista (sí hay de otra)
en el continente acusaron a México de acercarse al imperio del mal, y tomaron
el camino autoritario, estatista y “antiyankee”.
¿Cómo les ha ido?
Hoy tienen una catástrofe humanitaria, sus habitantes
migran como sea a Estados Unidos y los gobernantes no sueltan el poder.
México ha vuelto a ser la principal nación expulsora de
migrantes ilegales a Estados Unidos.
No ha habido voluntad ni imaginación para explorar nuevas
formas para atraer inversiones y dar un salto cualitativo en la calidad de la
educación que imparten las instituciones públicas.
Con estos gobiernos no hay manera de evitar la debacle.
Estados Unidos debe poner su parte a fin de mitigar el
sufrimiento de quienes llegan a su país. Biden tiene que cumplir su promesa de
llevar a cabo una profunda, integral y basta reforma de su sistema de asilo de
refugio político.
La administración Biden sólo aceptará 125 mil desplazados
en el año fiscal 2023. Se trata, por supuesto, de una cifra decorosa si le
comparamos con los 15 mil refugiados anuales de la era Trump.
Pero la cifra ya no se ve tan generosa cuando se le
compara con los números de refugiados, de cientos de miles, incluso millones,
que han sido aceptados por los países europeos en relación con los desplazados
de otras regiones del mundo.
Y para América Latina, la cifra será de apenas 15 mil
refugiados para el año fiscal 2023.
Arrojarle dinero al problema es un buen primer paso, un
gesto amable, pero insuficiente.
Se necesita un plan integral, generoso, con visión
histórica, y que América Latina ponga su parte: sacudirse el populismo
autoritario y destructivo que la asfixia.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/2022/10/14/la-crisis-del-populismo/