La milicia sabe que el ‘hackeo’ a sus sistemas de información fue producto de las agencias de inteligencia del gobierno de Estados Unidos, DEA, CIA o el mismo Pentágono.
EN LA SECRETARÍA de la Defensa Nacional (Sedena) se da
por hecho que el hackeo a sus sistemas de información no fue producto de
ciberdelincuentes comunes, de ésos que los mueve el dinero o los ideales.
La milicia sabe que fueron las agencias de inteligencia
del gobierno de Estados Unidos, DEA, CIA o el mismo Pentágono, con el objetivo
de dar un manotazo en una coyuntura clave de las relaciones con México.
Pero también tienen claro que no pudieron vulnerar sus
bases de datos sin que desde dentro hubiera quien facilitó el acceso a los seis
terabytes de miles de horas de audios y videos y millones de documentos.
En la Sedena hay en la actualidad dos bandos claramente
identificados: los del secretario en funciones, Luis Cresencio Sandoval, y los
del exsecretario del sexenio pasado, Salvador Cienfuegos.
Éste último sigue teniendo un peso relevante en altos
mandos del Ejército. Su fuerza quedó de manifiesto hace dos años, cuando fue
detenido en Estados Unidos por cargos de narcotráfico y lavado de dinero.
La primera reacción, entonces, tanto del presidente
Andrés Manuel López Obrador como la del general secretario Sandoval, fue la de
un deslinde que enardeció a muchos generales de tres estrellas.
“Esto es una muestra inequívoca de la descomposición del
régimen, de cómo se fue degradando la función pública, la función gubernamental
en el país, durante el periodo neoliberal”, expresó el tabasqueño.
Los diez generales de división del Ejército y la Fuerza
Aérea más importantes le hicieron llegar a su comandante en jefe un
extrañamiento por tal afirmación y la débil posición asumida ante la DEA.
Lejos de cicatrizar la herida, las diferencias se han
ahondado en los dos siguientes años: Sandoval prohijó una nueva élite castrense
que se benefició del poder económico que López Obrador le dio a la Sedena.
En la milicia hay dos clases: una minoría que desplaza a
los civiles y ocupa posiciones directivas en flamantes empresas, y una mayoría
que en el menor de los casos construye obras y reparte vacunas y en el peor sale
a enfrentar a cárteles del crimen organizado.
El descontento se acrecentó con las 21 órdenes de
aprehensión que se expidieron contra igual número de militares a los que se
acusó de desaparición forzada y delincuencia organizada por el caso Ayotzinapa.
Justo cuando se daba el encontronazo entre Sandoval y el
subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, apareció el grupo
Guacamaya y las filtraciones de los archivos de la Sedena.
Esta semana fue particularmente fatal para el general
Sandoval, que como ningún otro secretario de la Defensa, mostró de qué está
hecho.
Quizás por ello Cienfuegos nunca lo puso en la lista de
recomendaciones a López Obrador para ocupar el cargo.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/dario-celis/2022/10/21/la-rebelion-de-los-generales/