Hoy se juega el futuro democrático de Estados Unidos, sus equilibrios y contrapesos, además de la imperfecta esperanza de la equidad social. Las elecciones intermedias de hoy en Estados Unidos ponen a prueba de forma sensible y delicada una serie de premisas de las democracias liberales de Occidente.
Suena exagerado, tal vez, pero la renovación de la Cámara
de Representantes y 35 asientos de 100 en el Senado será fundamental para
inclinar la balanza y perder los equilibrios.
A esto debemos agregar cerca de 35 gubernaturas y muchos
Congresos estatales, que bien pueden extenderse como una amplia ola roja
(republicana) por nuestro vecino del norte.
La presidencia de Joe Biden, que acertó en gestionar la
pandemia y extender la vacunación, con resultados muy positivos, además de
proteger a productores y profesionistas con cheques mensuales del Tesoro
americano, detonó una inflación que hoy lo persigue en las urnas. Biden no ha
logrado convertirse en el líder fuerte, definitorio y vigoroso que una buena
parte del electorado estadounidense desea.
Las consecuencias para México y para el mundo pueden ser
de elevados niveles de presión.
Un resumen rápido:
-La eventual victoria republicana en el Congreso podría
imprimir un viraje a la política de respaldo a Ucrania en la guerra con Rusia.
Lo que representaría –prácticamente– “entregar” a Ucrania bajo el dominio de
Putin y debilitar todo espíritu democrático en la zona.
-El mismo resultado en el Congreso pondría extrema
presión en el tema migratorio, recurso repetido en todas las campañas
republicanas, con graves repercusiones para México. En primer lugar, para
nuestros migrantes nacionales, pero en segundo para las muchas nacionalidades
que utilizan nuestro territorio como vía de acceso. Enfrentaríamos una crisis
migratoria sin precedente.
-Un Congreso republicano ejercería presión creciente al
gobierno mexicano por las consultas del T-MEC, lo que conduciría a paneles de
controversia a los que México llegaría con una posición de mayor
vulnerabilidad.
-La victoria republicana, muy probablemente, pavimente el
regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2024, lo que
tendría graves consecuencias para México y para el mundo. Trump fue un
auténtico elemento de desestabilización a nivel internacional para la OTAN, la
Unión Europea y el Medio Oriente, por su cercanía con Corea del Norte, su
tácita alianza con Putin y su creciente conflicto con China.
-Al interior de Estados Unidos hay también temas de
extrema sensibilidad para millones de americanos: el derecho al aborto, que en
muchos estados se vota hoy mediante el recurso del referéndum, mantiene
dividida a la sociedad norteamericana. El explosivo tema de las armas, su
derecho de uso y portación, que produce frecuentes baños de sangre en escuelas,
centros comerciales y comunitarios. El derecho de las minorías a votar, a
participar libremente en los comicios, ha sido significativamente acotado en
estados bajo control republicano.
El sensible tema ambiental, de reconfiguración energética
y de reducción en el consumo de combustibles fósiles, podría ser relegado por
una nueva política de rechazo al programa de prioridades ecológicas.
La probable victoria republicana de hoy inclinaría a un
país plural, multirreligioso, multiétnico y multilingüista, hacia una realidad
de supremacía anglosajona, con cortes judiciales bajo control de jueces
conservadores.
Un país que prefiere (hoy sabremos en qué porcentaje) un
mundo con minorías subordinadas a la presencia y supremacía de la raza blanca.
Que cierra espacios de participación, de derechos restringidos, de libertad de
expresión acotada.
Significaría un retroceso profundo a la democracia
estadounidense, que desde la Segunda Guerra Mundial ha representado un modelo
de pluralidad y apertura gradual al paso de las décadas.
Hoy se juega el futuro democrático de Estados Unidos, sus
equilibrios y contrapesos, además de la imperfecta esperanza de la equidad
social.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-el-globo/2022/11/08/hoy-se-juega-el-futuro/