México pudiera ser un paÃs concentrado en el presente y el futuro, en vez de alimentar nostálgicos rencores del pasado. No importa si es de izquierda o de derecha, o de centro, o del signo polÃtico que sea. Lo que es trascendente es lo que se haga en beneficio del paÃs y de la población de ahora y del mañana.
México pudiera ser un país concentrado en el presente y
el futuro, en vez de alimentar nostálgicos rencores del pasado.
Nuestro país tendría que leer con precisión la crisis
económica global, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, para
detonar múltiples procesos de nearshoring, el acercamiento de inversiones
asiáticas a nuestro territorio. Pero una vez aprendidas las lecciones del TLCAN
por 25 años, mejorar la distribución de la inversión y la riqueza hacia el sur
y sureste con el TMEC.
Para hacerlo México tiene que dar pasos progresistas en
generación de energías limpias y protección del medio ambiente, requisitos
obligados de la cuarta revolución industrial.
México tendría que apostar a las industrias del futuro:
la robótica, la mecatrónica, la inteligencia artificial y el big data. Nuestras
universidades tendrían que estar recibiendo millones de pesos en inversión para
centros avanzados de estudio y desarrollo con el propósito de impulsar nuevas
generaciones de profesionales bien preparados, competitivos, con visión global.
México tendría que construir una central paraestatal
desincorporada e independiente, al estilo del INEGI, para realizar planeación
estratégica a 30 años. Corea del Sur lo hizo después de la sangrienta guerra de
los 50 que dividió a su país en dos. Para los 90 ya había elevado el PIB per
cápita en más de mil por ciento.
Todo el impulso al turismo nacional, a la industria
aeronáutica del Bajío, al clúster tecnológico de Jalisco, a la creación
continua de empleo de calidad, bien remunerado, con prestaciones sociales que
permitan el ascenso social y el acceso al crédito.
La única herramienta eficiente en contra de la pobreza es
el empleo, no las dádivas clientelares de programas sociales no auditados y con
millones de pesos desviados para fines políticos.
México debiera ser un país que cuide y proteja a nuestros
ancianos con una pensión universal, auditada y segura, no extraviada ni
desaparecida en listados gubernamentales.
Los programas sociales son instrumentos de apoyo para
reducir la desigualdad, pero no corrigen el problema estructural. Sólo el
empleo fijo, estable y permanente lo logra.
México pudiera ser una potencia emergente en calidad de
vida, en protección al medio ambiente, en generación de empleo, en regulación
de inversión extranjera.
Para alcanzar esa categoría de prosperidad y bonanza, se
deben resolver problemas capitales: el grave deterioro de la seguridad pública
en prácticamente todos los estados y territorios, y la construcción de un nuevo
aparato de justicia auténtica y eficiente, que siente las bases para un sólido
Estado de derecho.
México podría ser un país con múltiples oportunidades
para los jóvenes, con calidad de vida y con visión de futuro.
México podría ser la gran nación que está llamada a ser,
si tan sólo alcanzara un nivel de reconciliación que elimine el clasismo y el
racismo, para apuntar hacia el futuro.
No tenemos líderes, para ello nos alimentan con odio y
desprecio todos los días desde el púlpito presidencial.
Nos amarramos al pasado con dos empresas paraestatales
incapaces de renovarse hacia el futuro del mundo y de sus respectivas
industrias, la eléctrica y la de hidrocarburos. Son dos anclas que limitan e
impiden el desarrollo, pero sobre todo, la construcción de una visión con
perspectivas innovadoras, limpias, eficientes para el país.
Podríamos ser un faro de luz que potencie la ciencia, que
desarrolle la salud, que impulse el pensamiento crítico independiente, plural,
innovador, desideologizado.
México podría tener el mejor sistema educativo del mundo,
desarrollando habilidades y competencias del siglo XXI, aprendiendo de los
casos de éxito en Europa, Asia, Oceanía, en vez de arrancarnos los derechos y
los programas con sindicatos de hace 70 años.
México podría ser el país de la inversión en
infraestructura, carreteras, vías de ferrocarril, puntos portuarios
interconectados para el libre flujo de artículos y mercancías, con alianzas
norteamericanas, pero también asiáticas y europeas.
México podría ser una nación ejemplar para nuestros
vecinos, en la lucha por ser un mejor país, que cuide y proteja mejor a su
población y que se convierta en una voz de avanzada en el mundo.
En cambio estamos donde estamos, atrapados en ideas
viejas y caprichos insulsos, con caudillos de opereta, que arruinan todas las
oportunidades geográficas de nuestra gran nación. Pemex, CFE, Tren Maya, Dos
Bocas, AIFA, SNTE, CNTE, salud, pandemia, Seguro Popular, inversión extranjera,
Conacyt, integran un rosario de desatinos y fracasos que sólo nos retrasan en
la conversión del progreso y el futuro.
El mundo no nos va a esperar. Cambiará —lo hace ya— el
trabajo mundial, los cultivos, la generación de energía, la investigación
científica.
Mientras tanto, observamos las miles de oportunidades que
se pierden para el México que pudiera ser.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-la-aldea/2022/12/01/el-pais-que-pudieramos-ser/