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26/12/2022 | Opinión - Una Europa a prueba de Rusia

Mark Leonard

BERLÍN.— Ucrania comenzará 2023 con viento en popa. Contra todos los pronósticos, rechazó el intento ruso inicial de apoderarse de Kiev y recuperó amplios territorios alrededor de Járkov y Jersón. En un discurso inmediatamente después de que el Político lo nombrara como la persona más poderosa de Europa, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski se mostró optimista sobre el invierno y predijo que los ucranianos disfrutarán «tiempos de paz» el año que viene.

 

Sin embargo, como mencionó el exministro de Relaciones Exteriores polaco Radek Sikorski, es difícil imaginar un acuerdo que permita la paz. Si el presidente ruso Vladimir Putin desea que Ucrania se mantenga «no alineada», tendrá que retirarse de su territorio y admitir, a efectos prácticos, su derrota. Pero eso no es viable para él. De manera similar, es poco probable que Zelenski considere la cesión de territorios ucranianos a menos que le ofrezcan la incorporación a la OTAN de su país. Ambos escenarios son improbables, por lo que parece lógico que el conflicto se prolongue.

La perspectiva de una victoria rusa se desvanece y Putin se ha centrado en romper la unidad de la coalición occidental que apoya y aprovisiona a Ucrania. Inició para ello un omniconflicto, que va más allá del campo de batalla e incluye una ofensiva en varios frentes contra la Unión Europea.

La cantidad de refugiados en países como Polonia es tan elevada —el 8% de los residentes del país nacieron fuera de su territorio—, que algunos comentaristas se refieren a ella como un “país binacional”. Esta transformación, de un país de emigrantes a uno de inmigrantes, tendrá profundas consecuencias. Polonia ya gastó más del doble en recibir a los refugiados que en proporcionar asistencia militar, financiera y humanitaria a Ucrania. Y no es la única. Alemania recibió, hasta el momento, a más de un millón de ucranianos.

Además de usar la migración en un arma, Putin seguirá aprovechando su oferta de energía para debilitar la determinación occidental, y su oferta de alimentos y fertilizantes para aumentar su influencia política internacional. Un análisis reciente de The Economist señala que las subidas de precios provocadas por la guerra energética de Putin podrían causar más de 100,000 muertes adicionales en Europa este invierno (es posible que mueran más personas a causa de ello que por los combates hasta el momento).

Además, es probable que la inflación —resultado directo de la guerra energética de Putin en Europa— contribuya a la inestabilidad política en el mundo por la presión adicional a la que somete a las economías ya agobiadas por el bajo crecimiento, la falta de mano de obra y los efectos de las disputas comerciales en curso. Para profundizar los efectos de esa guerra energética, Putin seguirá con los sabotajes y ciberataques para deteriorar la infraestructura crítica, como ductos, cables submarinos, ferrocarriles y redes de comunicaciones. También redoblará sus esfuerzos para competir por influencias y distraer a los responsables de las políticas occidentales en regiones en tensión, como los Balcanes Occidentales, Oriente Medio y África.

El objetivo de estas estratagemas es más político que económico. Putin cree que la mejor —y tal vez única— senda hacia la victoria es la fragmentación de Occidente. A través de la desinformación en las redes sociales y otros subterfugios, el Kremlin está usando todas las herramientas en su poder para interferir en la política europea y abrir fisuras transatlánticas.

Para enfrentar el asalto del Kremlin en diversos frentes, la UE no sólo debe mantener su unidad, sino también aumentar su apoyo a Ucrania para demostrar que Europa no es ventajista, y comenzar a formular una política compartida a largo plazo para lidiar con Rusia. No será fácil, considerando la escasa confianza entre los estados miembros al respecto.

Como mínimo, los países de Europa occidental tendrán que abandonar el sueño de construir una arquitectura para la seguridad europea que incluya a Rusia. A esta altura sólo se puede lograr un orden europeo en oposición a Putin, no asociándose con él. Al mismo tiempo, los países en el frente, como Polonia, tendrán que aceptar que, incluso, un orden para la seguridad europea orientado contra Rusia tendrá que mantener canales diplomáticos para resolver otras cuestiones.

Tanto el recrudecimiento como la diplomacia desempeñarán funciones importantes para mantener el apoyo público a la ayuda a Ucrania y las sanciones contra Rusia, especialmente en los países que no se sienten directamente amenazados por el Kremlin. La UE necesita un paquete de políticas integral que considere todo —desde la energía y las migraciones hasta la infraestructura crítica y la política interna— para defenderse del omniconflicto de Putin. Los europeos se unieron en forma novedosa para enfrentar la crisis de covid-19, deben volver a hacerlo para lograr la inmunidad de rebaño contra la agresión, la presión y los embustes rusos.

***Mark Leonard, Director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores 

Copyright: Project Syndicate, 2022.

Excelsior (Mexico)

 



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