La aprobación de la ley de activos digitales, el pasado enero 11 de 2023, encamina al país a lo que puede considerarse un modelo económico del timo. El presidente Nayib Bukele convierte en política de estado lo que en muchas economías capitalistas es visto como un defecto del sistema.
La aprobación de la ley de activos digitales, el pasado
enero 11 de 2023, encamina al país a lo que puede considerarse un modelo
económico del timo. El presidente Nayib Bukele convierte en política de estado
lo que en muchas economías capitalistas es visto como un defecto del sistema:
un modelo que promueve actividades especulativas que benefician poco a sus
ciudadanos y que facilita la aparición de una cultura del engaño y fraude. En
lugar de proteger a sus ciudadanos de los timos, el gobierno salvadoreño los
energiza y les brinda un halo de legalidad.
Si el café transformó a El Salvador en una nación
agroexportadora a principio del siglo XX, y después de los Acuerdos de Paz, el
país se consolidó como una economía de servicios, no es exagerado decir que el
Bitcoin tuviese -al menos formalmente- una meta similar. Dentro de la planes de Nayib Bukele, la
cripto moneda sería el primer paso para la construcción de Silicon Hills, un
parque tecnológico que desde El Salvador emularía a Silicon Valley, el hub
tecnológico de California. Pero, lejos
de emular a Sillicon Valley, la adopción del Bitcoin ha convertido la promesa
cripto en una carga dependiente del dinero público.
La adopción del Bitcoin parece diseñada para saltarse
regulaciones internacionales contra el lavado de dinero con la finalidad de
atraer la mayor cantidad de dinero en poco tiempo. Shaun Overton, ex
contratista de la plataforma gubernamental Chivo, aseguró que el gobierno
salvadoreño eliminó durante el lanzamiento de Chivo mecanismos para confirmar
la veracidad de las identidades de los miles de usuarios de la plataforma. Esto
facilitó el robo de al menos $12 millones de recursos estatales.
Las pérdidas de Chivo solo son la punta de un iceberg de
un experimento que le ha costado al país alrededor de $425 millones. Bukele
sigue subsidiando con recursos y dinero público una ilusión que se desvanece.
Ha fundado la Oficina Nacional del Bitcoin que solo tuitea en inglés y ha
impulsado la aprobación de una ley de activos digitales con los que se espera facilite la salida de los bonos
Bitcoin a través de la compañía Bitfinex. Esta ley también perfora los fondos
públicos al abrir la puerta para que los emisores de criptomonedas y otros
activos digitales no paguen impuestos en El Salvador.
Bukele no solo les ha regalado centenares de millones en
dinero público a los cripto fanáticos, sino que ha puesto en bandeja de plata
el alma de los salvadoreños. La Revista Factum ha revelado como dos esquemas
piramidales llamados Mundo Go Sports y Jusco AD podrían haber arrebatado miles
de dólares a salvadoreños de clase media baja. En el caso de Jusco AD, el
propagandista del esquema asegura que también fue víctima de su experimento. En
ambos casos, los vendedores de estas maquinarias de humo emulan el mismo
discurso que el presidente: las plataformas digitales harán a los pobres ricos
del día a la noche y el dinero viene de China. No solo eso, utilizan la
inscripción de estas empresas en los registros gubernamentales como argumento
de legalidad y transparencia.
Antes de hacer el Bitcoin moneda legal en El Salvador,
Mundo Go Sports y Jusco AD hubiesen sido fácilmente identificados como
potenciales estafa ponzi al estilo de Finsepro e Insepro de los noventas. Sin
embargo, el humo de la aprobación de la criptomoneda hace creer a amplios
sectores de la población que los timos son normales y los timadores, héroes.
La aprobación del Bitcoin ha empujado a El Salvador a los
que muchos han llamado, la era dorada del fraude. Esta era ha sido retratada
por un sin número de periodistas, economistas y académicos que describen cómo
las redes sociales, el internet y las criptomonedas han facilitado fraudes
masivos. La mayoría de estos timos se han realizado bajo la promesa de una
falsa libertad económica.
En El Salvador, la era dorada del fraude deja en
evidencia viejos y conocidos problemas:
la desigualdad y la falta de oportunidades que asfixian a buena parte de
los salvadoreños. Los más pobres no tienen dinero para participar en los
fraudes, pero una incipiente clase media -nacida después de los Acuerdos de
Paz- quiere pensar que la tecnología le dará oportunidades de crecimiento que
el país les ha negado. Los salvadoreños son víctimas dobles: primero castigados
por una industria cripto subsidiada y promovida por el gobierno, y la segunda,
a través de los muchos fraudes electrónicos que proliferan en El Salvador.
Lejos de cumplir la promesa de ser vehículos para la
prosperidad, la economía del timo hace a los pobres más pobres. Ya sean estos,
los jóvenes que trabajan en "call centers" en El Salvador o los
trabajadores afroamericanos de los barrios de Nuevo York. La diferencia entre
estos dos es simple y macabra: mientras
en el caso estadounidense, el estado hace la pantomima de protegerlos, en el
salvadoreño, el estado no es solo cómplice sino perpetrador de un aparente
fraude. Bienvenides a la primera economía del timo en el mundo.
*Ricardo Valencia es profesor asistente de Comunicaciones
en la Universidad Estatal de California Fullerton. Síguelo en Twitter como
@ricardovalp.
https://elfaro.net/es/202301/columnas/26673/El-Salvador-apuesta-por-la-econom%C3%ADa-del-timo.htm