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03/03/2005 | Referéndum clave en Burundi

Isabel Coello

Más del 90 por ciento de los burundeses se han pronunciado en el referéndum a favor de una nueva Constitución, una ley de gran importancia para el futuro de este pequeño país centroafricano que ha vivido más de una década de guerra civil.

 

La afluencia a las urnas fue masiva: participó más del 80 por ciento de los tres millones de votantes, que en los próximos meses tendrán que elegir al Parlamento.

La última vez que la población de Burundi hizo uso del voto fue hace doce años, exactamente desde el comienzo de la guerra en 1993.
En este país, uno de los más pobres del mundo, situado entre Ruanda, Tanzania y la República Democrática del Congo, la minoría tutsi, un 15 por ciento de la población, siempre ha dominado el poder y el Ejército.

En 1993 se celebraron las primeras elecciones democráticas. La mayoría hutu arrasó y ocupó todo el poder, algo que se considera el detonante del asesinato del presidente Melchor Ndadaye por soldados tutsis, que a su vez desencadenó la guerra.

Más de 200.000 personas, la mayoría civiles, han muerto en el conflicto. Ahora se pretende evitar un escenario similar por medio de una Constitución que reparte el poder entre hutus y tutsis.

En el Gobierno y el Parlamento habrá un 60 por ciento de hutus y un 40 por ciento de tutsis. Y en el Ejército y la Policía, el reparto será al 50 por ciento.

Los partidos hutus -entre ellos los antiguos rebeldes que firmaron la paz- han calificado el referéndum como "el inicio de la era de la democracia".
Y la mayoría de los votantes consultados ven en la Constitución el posible fin de la guerra. Un votante contaba a Radio Nederland que, en su opinión, todos los problemas del país se derivan de un poder no compartido de forma equilibrada.

Pero representantes de la sociedad civil no dudan en resaltar que el
proceso iniciado por el referéndum no sólo no es perfecto sino que contiene fallos que pueden llevar a la desestabilización en el futuro.

Dicen que las elecciones van a legitimar a mucha gente que está manchada por el conflicto, y que consagra la impunidad, un virus que puede gangrenar los esfuerzos de paz.

La constitución se inspira en los Acuerdos de Paz de Arusha del año 2000.
Pero estos acuerdos, además del reparto de poder, preveían la creación de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, destinada a arrojar luz sobre los crímenes cometidos tanto por hutus como por tustis en su historia.
También está prevista la realización de una investigación internacional que determinará si ha habido crímenes de guerra y señalará a sus responsables, que no podrían concurrir a las elecciones.

A día de hoy, ni la Comisión de la Verdad ha empezado su trabajo ni ha habido encuesta internacional.

Así las cosas, los expertos ven como un escenario "muy probable" que los próximos gobernantes de Burundi sean individuos que podrían ser señalados posteriormente como responsables de crímenes de guerra.

Aunque para la población la prioridad es la paz, por encima de la justicia, tarde o temprano se preguntarán por qué van a la cárcel si matan a un vecino, mientras los presuntos responsables de la muerte de miles de personas durante la guerra no sólo no son juzgados sino que están en el Gobierno.
Otros expertos dicen que hay que ser realista y dar tiempo al tiempo. La fase de castigo, dicen, si es posible, vendrá después.

Así pues, la situación da pie al optimismo pero también a la cautela. Lo que pase aquí es fundamental para la estabilidad de toda la región de los Grandes Lagos, por lo que la comunidad internacional deberá seguir muy de cerca los acontecimientos.

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



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