Venezuela se enfrenta a una crisis de agua debido a fenómenos climáticos, a pesar de contar con una de las mayores reservas hídricas del mundo. Todo eso a causa de la corrupción. La corrupción gubernamental ha jugado también un papel en la crisis del agua que sufren los venezolanos, según oenegés.
El pasado mes de mayo, la Organización Meteorológica
Mundial (OMM) de la ONU alertó sobre la muy alta probabilidad (98%) de que
durante el quinquenio 2023-2027 la temperatura global sufra un aumento sin
precedentes a consecuencia de los gases de efecto invernadero y del fenómeno
meteorológico de El Niño. Por ello, el secretario General de la OMM, Petteri
Taalas, recomendó a los gobiernos tomar previsiones, ya que este aumento de la
temperatura mundial "tendrá repercusiones de gran alcance para la salud,
la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medioambiente”.
Esta sombría predicción sorprende a Venezuela –que, por
su ubicación, es uno de los países más expuestos a los efectos de El Niño– en
medio de una Emergencia Humanitaria Compleja, y muy mal preparada para
enfrentar este tipo de fenómenos ambientales. De acuerdo con el Reporte sobre
Amenazas Ecológicas (Ecological Threat Report) 2022, publicado por The
Institute for Economics & Peace, Venezuela se encuentra dentro de la lista
de los 27 países del mundo que corren mayor riesgo de conflicto, disturbios
civiles y desplazamientos por causa de la degradación ecológica y de eventos
relacionados con el clima. En este informe, Venezuela registra puntajes
críticos en materia de seguridad alimentaria y de estrés hídrico (porcentaje de
población sin acceso a agua potable limpia).
Venezuela, un país con envidiables recursos que sufre
estrés hídrico
Lo paradójico de esta situación es que, en materia de
recursos hídricos, Venezuela es un país privilegiado. Con una estimación de
1.325 kilómetros cúbicos de agua dulce, Venezuela se encuentra dentro de la
lista de los 10 países del mundo con mayores reservas hídricas. Sin embargo, un
porcentaje muy alto de su población no tiene garantizado el acceso al agua
necesaria para mantener la vida y la salud, y para satisfacer sus necesidades
básicas. Para marzo de 2022, aproximadamente 7 de cada 10 venezolanos
presentaban necesidades humanitarias relacionadas con el suministro regular y
el saneamiento del agua, según el Diagnóstico Comunitario de HumVenezuela. Las
razones detrás de esta paradoja la encuentran los expertos en décadas de
corrupción y mala gestión de los recursos hídricos de Venezuela y en la
implantación de un modelo de desarrollo extractivista que ha conducido a una
grave degradación de los ecosistemas del país.
Deforestación de las cuencas hidrográficas
Venezuela cuenta con una abundante red de ríos y cuencas
hidrográficas que desempeñan un papel fundamental en la disponibilidad de agua,
la generación de energía y la biodiversidad del país. Durante las últimas
décadas, las principales cuencas hidrográficas de Venezuela se han visto
degradadas y contaminadas a causa de la deforestación, la minería, los derrames
de petróleo y las actividades agrícolas y pecuarias.
Aunque sobre la deforestación en Venezuela no se dispone
de información oficial debido a la política de opacidad informativa del
gobierno, organizaciones ambientales y expertos independientes han venido
haciendo un seguimiento del problema y alertando sobre el crecimiento acelerado
de las tasas de deforestación en el país durante las últimas décadas. Rosales y
García, en su estudio "Las cuencas hidrográficas y su gestión integral”
(2015), advertían que "Venezuela ocupa uno de los primeros lugares entre
las naciones con mayor tasa de deforestación, con 288.000 ha/año, que
corresponde a una tasa de 0,62% /año en relación con la superficie de bosques
del país (FAO, 2011)”. Por su parte, la ONG Clima 21, con datos de Global
Forest Watch (GFW), estimó en su Informe 2022 que Venezuela, entre el 2001 y el
2015, sufrió una perdida promedio de 97.258 ha/año de su cobertura forestal
total. Durante los siguientes cinco años (2016-2020), la tasa de deforestación
sufrió un aumento acelerado, alcanzando en promedio las 157.307 ha/año. El 57%
de esta grave pérdida de la cobertura vegetal se concentró en cinco entidades
federales: Bolívar, Zulia, Monagas, Amazonas y Anzoátegui, afectando de manera
directa a las dos principales cuencas hidrográfica del país: la del Rio Orinoco
y la del Lago de Maracaibo.
Contaminación de las cuencas hidrológicas
Otro factor que ha venido afectando gravemente la
capacidad de producción de agua de las cuencas hidrológicas del país ha sido la
contaminación directa de sus aguas debido a actividades extractivistas, como la
explotación petrolera, la minería y las descargas de efluentes domésticos e
industriales.
En su informe del 2021, la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó su
preocupación por el aumento de los derrames petroleros que, desde el 2014, se
venía produciendo en el país. Entre enero y noviembre de 2021 se reportaron al
menos 73 derrames petroleros en el país, siendo las cuencas más afectadas la
del Lago de Maracaibo-Mar Caribe.
Aunada a la industria petrolera, otra de las actividades
que más ha contribuido con la contaminación de las aguas en Venezuela ha sido
la explotación minera. Ha sido dramático el impacto contaminante de la política
extractiva del Arco Minero del Orinoco sobre la amazonia venezolana y, en
especial, sobre la cuenca del Rio Orinoco, zona donde se produce la mayor
cantidad de agua del país. Aunque no se ha podido hacer una cuantificación
precisa sobre los daños que estas actividades le han producido al medio
ambiente, se cuenta con suficiente evidencia de que el agua, la fauna acuática
y las poblaciones de esas zonas han sido contaminadas por el mercurio que se
utiliza para la explotación de las minas de oro. De acuerdo con un reportaje
del 2021 de la ONG SOS Orinoco, el 35% de los indígenas pemón presentaban
niveles de mercurio más altos que lo establecido en los parámetros de la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Infraestructura hídrica inoperativa
Para garantizar un servicio hídrico de calidad, además de
preservar las cuencas hidrológicas, es necesario contar con un sistema
eficiente de control, distribución y saneamiento de agua. En Venezuela, ese
sistema fue desarrollado entre 1940 y 1995. Así lo afirma Jesús Castillo, de la
ONG Agua Sin Fronteras: "Durante ese periodo, Venezuela pudo desarrollar
uno de los servicios de agua potable más importantes de toda la región, con
tecnología de vanguardia y el desarrollo de infraestructura de altísima
calidad, para alcanzar altas metas y estándares de salud pública. En ese
sentido, ya para los años 90, se podía estimar que el 87% de la población
venezolana tenía un buen servicio de agua potable y saneamiento”.
Lamentablemente, durante el transcurso de lo que va del
siglo XXI, la infraestructura instalada dejó de recibir por parte de las
autoridades competentes la debida atención, mantenimiento y reposición. Para
marzo 2022, de acuerdo con el informe de seguimiento de los impactos de la
Emergencia Humanitaria Compleja en Venezuela, elaborado por HUMVenezuela, la
red de acueductos del país presentaba una reducción del 60% en la cantidad de
agua distribuida, disminuyendo de 350 a 140 litros por persona al día, en un
sistema con 74% de las tuberías no presurizadas, lo que ocasiona fugas y expone
a los habitantes al consumo de agua contaminada. Aunado a ello, el 90% de los
embalses destinados para la recolección de agua y el 99% de las plantas
potabilizadoras se encuentran con importantes niveles de inoperatividad, según
se señala en el Reporte "Derecho al Agua y al Saneamiento 2022”, realizado
por el Grupo Interdisciplinario Emergencia Humanitaria en Agua.
Aparte de la mala gerencia, la corrupción gubernamental
ha jugado también un papel en la crisis del agua que sufren los venezolanos. La
ONG Transparencia Venezuela elaboró un listado de 18 obras para el sector agua
que no fueron construidas o quedaron inconclusas, a pesar de haberles sido
asignados más de US$ 3.000 millones. En ese listado se encuentran, por ejemplo,
el acueducto Mamporal; la construcción de las Represas Dos Bocas y del embalse
de Puerto Maya; la rehabilitación de varias plantas de potabilización, entre
ellas la de La Mariposa y Caujarito; el Proyecto Tuy IV, y el Sistema
Hidráulico Yacambú – Quibor.
De acuerdo con los cálculos del Observatorio de Gasto
Público CEDICE, la recuperación del sector agua requeriría US$ 1. 400 millones,
distribuidos en 30% de los recursos para saneamiento, 50% para el tratamiento,
transporte y cobertura, y 20% para el monitoreo preventivo, en un lapso de tres
a cinco años.
Impacto de la crisis del agua sobre los venezolanos
Todos estos factores trajeron como resultado un conjunto
de cifras dramáticas para Venezuela en el año 2022. Según el reporte de marzo
de 2022 de HUMVenezuela: 19,1 millones de personas tuvieron restricciones
severas de acceso al agua; 12,5 millones sufrieron interrupciones severas de
suministro de agua por acueducto; 6,9 millones pasaron un mes o más sin agua
por acueductos; 6,7 millones no tuvieron conexión a acueductos; 21,2 millones
reportaron señales de agua contaminada, es decir no apta para la salud; 4,4
millones no tuvieron acceso a métodos de purificación de agua; 4,4 millones no
tuvieron acceso a cloacas, y 1,3 millones carecieron de acceso a servicios
mínimos de saneamiento.
A comienzos de este mes, Nicolás Maduro pidió a los
venezolanos prepararse para "tiempos de emergencia climática”. ¿No debiera
haberse hecho esta advertencia a sí mismo y a su equipo de gobierno desde hace
mucho tiempo?
https://www.dw.com/es/la-paradoja-de-la-crisis-del-agua-en-venezuela/a-65700297