El verano de 2023 pasará a la historia como el inicio de una nueva era: la del calor extremo o, como lo bautizó António Guterres, secretario general de la ONU, la era de la ebullición global. Con ella, llegan pruebas contundentes de las masivas pérdidas económicas provocadas por las olas de calor más intensas, resultado del cambio climático causado por la actividad humana. Las devastadoras olas de calor han causado trillones de dólares en pérdidas a la economía mundial. Lo más preocupante es que son los países más pobres y de menores emisiones de carbono los que han sufrido las mayores consecuencias.
Ya el año pasado, el profesor de geografía Justin Mankin
y su equipo llevaron a cabo una investigación que incluyó la recopilación de
datos económicos de diversas regiones del mundo, y los combinaron con la
temperatura promedio durante los cinco días más calurosos de cada año. Los
resultados no dejan lugar a dudas: desde 1992 hasta 2013, las olas de calor se
correlacionaron estadísticamente con variaciones en el crecimiento económico, y
se estima que se perdieron alrededor de 16 billones de dólares debido a los
efectos del calor extremo en la salud humana, la productividad y la producción
agrícola.
Mankin, el autor principal del estudio, advierte que
“nuestro trabajo muestra que ninguna región está bien adaptada a nuestro clima
actual... Los verdaderos costos del cambio climático son mucho más altos de lo
que habíamos calculado hasta ahora”. Esta información debería ser una llamada
de alerta para la adopción urgente de políticas y tecnologías que protejan a
las personas durante los días más calurosos del año, especialmente en las
regiones tropicales y en los países más vulnerables económicamente, que son
precisamente donde se encuentran las naciones más cálidas del mundo.
Tomar medidas de adaptación de manera acelerada durante
los periodos de calor extremo traería beneficios económicos inmediatos. Es
crucial que se mida el costo de estas medidas no sólo en términos de su precio,
sino también en comparación con los costos de la inacción, que, como se
demostró, pueden ser enormes.
El estudio, titulado Efecto desigual global del calor
extremo en el crecimiento económico, “es uno de los primeros en examinar
específicamente cómo las olas de calor afectan la producción económica. “Nadie
ha mostrado una huella independiente para el calor extremo y la intensidad de
su impacto en el crecimiento económico. Los verdaderos costos del cambio
climático son mucho más altos de lo que hemos calculado hasta ahora”, sostiene
Mankin.
Los hallazgos también destacan problemas de justicia
climática e inequidad. Los países de bajos ingresos, que son los que menos
contribuyen al cambio climático, son los que más han sufrido las pérdidas
económicas debido al calor extremo. Durante el periodo estudiado, las pérdidas
económicas debido a las olas de calor en las regiones de bajos ingresos
promediaron un 6.7% del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, mientras que
en las regiones más ricas sólo fue del 1.5 por ciento.
Curiosamente, las regiones de Europa y América del Norte,
que son algunos de los principales emisores de carbono del mundo, podrían
beneficiarse económicamente de periodos de días más cálidos. Por otro lado, las
economías de otros grandes emisores, como China e India, se verían afectadas
negativamente por una mayor intensidad de las olas de calor extremo, debido a
sus temperaturas basales regionales.
Los expertos señalan la necesidad de que los principales
emisores de carbono asuman la mayor parte de los costos de adaptación a las
olas de calor extremo, además de ayudar a los países de ingresos bajos a
desarrollar economías con bajas emisiones de carbono. Compartir los costos de
estas medidas de adaptación beneficiaría tanto a las naciones ricas como a las
en desarrollo en la economía global.
El estudio también proporciona una base científica para
que las naciones evalúen su posición legal y puedan reclamar daños económicos
debido a las emisiones y el calentamiento climático. Es evidente que el
calentamiento global está afectando de manera directa e inmediata a la economía
mundial y que las medidas para contrarrestar este fenómeno deben ser
prioritarias en la agenda global. Las soluciones no sólo deben ser
tecnológicas, sino también políticas y económicas, con un fuerte enfoque en la
equidad y la justicia climática para garantizar la protección de las naciones
más vulnerables.
En última instancia, este estudio sirve como una
advertencia clara de que el cambio climático no es sólo un problema ambiental,
sino una amenaza inminente para la estabilidad económica y la calidad de vida
de las personas en todo el mundo. La lucha contra el cambio climático debe ser
una prioridad global y todos los países deben unirse en la búsqueda de
soluciones efectivas y sostenibles para proteger nuestro planeta y el bienestar
de las generaciones futuras.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/calor-extremo-el-costo-economico-del-cambio-climatico/1601019