La pobreza en Venezuela pasó de 49.4 por ciento en 1999 a 27.8 en 2011. Era innegablemente el notable avance, pero hubo dudas sobre el financiamiento de las políticas sociales.
En 1999 conocí a Adina Bastidas en el Banco
Interamericano de Desarrollo. Una antigua guerrillera, militante en el Partido
Comunista de Venezuela en los setentas y pieza clave en la fundación del
Movimiento V República (MVR) de Hugo Chávez. En ese entonces, ella llevaba las
riendas como directora ejecutiva para Venezuela y Panamá. Por mi lado, yo era
candidato para gerente General de la Corporación Interamericana de Inversiones,
hoy BID Invest. Para ser electo necesitaba al menos el apoyo del 80 por ciento de
las acciones de los 44 países miembros y Venezuela representaba más del 8.0 por
ciento.
Me citó en su oficina para conocerme. Recuerdo sus
primeras palabras: “La República Bolivariana de Venezuela, que represento,
quiere conocer al candidato y entender su visión sobre el desarrollo de la
región latinoamericana”. Su primera pregunta fue si yo era mexicano, confundida
seguramente por mi nombre. Antes de responder, le pedí permiso para hacerle una
pregunta. Quería saber si una persona llamada, Charles Smart trabajaba en su
oficina. Confirmó que sí, describiéndolo como un consejero y valioso colaborador.
Luego, pregunté si Charles Smart era venezolano, y nuevamente respondió
afirmativamente. Así que le argumenté: si Venezuela podía tener a un Charles
Smart, ¿por qué México no podría tener a alguien con mi nombre? Desde ese
instante, nació una amistad donde la sinceridad fue una constante, aunque no
siempre coincidiéramos.
En diciembre de 2000, el presidente Hugo Chávez la invitó
a ocupar el puesto de vicepresidenta, convirtiéndose en la primera mujer en
desempeñar ese rol. Más tarde, se desempeñó como ministra de Producción y
Comercio y luego se integró a la Comisión de Administración de Divisas
(CADIVI). En esos tiempos viajé en varias ocasiones a Venezuela, por invitación
de ella. Para 2006, retornó al Banco Interamericano de Desarrollo, como
directora ejecutiva por Venezuela y Panamá, y eventualmente se convirtió en decana
del directorio ejecutivo.
Frecuentemente charlábamos sobre un logro que la llenaba
de orgullo: cómo las políticas sociales del presidente Chávez reducían la
pobreza y la desigualdad. El centro de estas políticas eran las Misiones
Sociales, dirigidas especialmente a los sectores más vulnerables. Cuando Chávez
asumió el poder en 1999, el 49.4 por ciento de la población venezolana vivía en
pobreza. Para 2011, este porcentaje había caído al 27.8 por ciento,
representando una disminución del 21.6 por ciento. Era innegablemente un notable
avance. No obstante, en reiteradas conversaciones, expresé mis dudas sobre la
sostenibilidad del financiamiento de dichos programas. Adina defendía con
convicción que yo estaba en un error. Lamentablemente, con el tiempo, la
pobreza en Venezuela incrementó, y hoy es uno de los países con los índices más
elevados en Latinoamérica y el mundo.
¿A qué viene contarles esta anécdota? Recientemente, nos
despertamos en México con una noticia alentadora: la pobreza ha bajado en más
del 5.0 por ciento. Es motivo de celebración. Pero el reto sigue: asegurar
fondos para continuar esta tendencia. México, en contraste con Venezuela, tiene
un tejido industrial robusto y no se apalanca solo en el petróleo como
principal fuente de ingresos. Nuestro gobierno cuenta con fuentes de
financiamiento diversificadas y somos un gigante exportador. Pero enfrentamos grandes
obstáculos: la recaudación fiscal es precaria, los ahorros se han agotado y el
crecimiento económico es bajo. Para mantener estos programas sociales,
necesitamos una reforma fiscal sustancial, considerar un aumento en la deuda, o
incrementar crecimiento económico o una combinación de estos elementos. Existen
dos opciones más; se podrían denominar como opciones nucleares. De esas hablaré
en otra ocasión.
¿Qué pasará con el siguiente gobierno de turno? Está por verse, pero algo es seguro: así como
en Venezuela una mayoría guarda un recuerdo positivo de Chávez (56 por ciento
según una encuesta reciente), lo mismo pasará con AMLO en México.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/jacques-rogozinski/2023/08/28/visiones-paralelas-el-chavismo-y-la-pobreza/