La concentración de poder por parte de las grandes plataformas de Internet, los efectos perjudiciales de la desinformación en la democracia y la sostenibilidad de los medios de comunicación representan desafíos cruciales tanto para Brasil como para la Unión Europea.
La manipulación de la opinión pública y la incitación a
la violencia a través de las redes sociales ya han desencadenado al menos dos
intentos recientes de golpe de Estado: el violento asalto para revertir los
resultados electorales en el Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero de
2021 y la invasión del Congreso, el Tribunal Supremo Federal y el Palacio del
Planalto el 8 de enero de 2023 en Brasilia.
En Europa, también observamos el uso de Internet como una
herramienta para radicalizar a parte del electorado, que encuentra eco para
ideas extremas en las redes sociales.
En este nuevo espacio público de ideas, el periodismo
profesional emerge como el principal antídoto contra la inundación de contenido
falso y la incitación a la violencia. Sin embargo, este guardián de la
democracia enfrenta diversas amenazas.
Por un lado, el modelo de negocios de las organizaciones
de medios de comunicación se ha debilitado debido al dominio de las grandes
plataformas en la publicidad en línea. La proliferación de la inteligencia
artificial generativa tiende a agravar esta situación, ya que aún no está claro
cómo se realizará el pago de derechos de autor por el contenido periodístico
utilizado para entrenar los grandes modelos de lenguaje.
Por otro lado, la competencia entre la desinformación y
el periodismo de calidad es desigual. La desinformación es gratuita, se propaga
fácilmente y a menudo se amplifica artificialmente. El periodismo de calidad,
por otro lado, implica costos significativos, a menudo requiere suscripciones o
pago por acceso y, al buscar el equilibrio, a menudo no provoca las mismas
reacciones emocionales que impulsan la participación y, en consecuencia, la
viralización.
La Unión Europea ha desempeñado un papel pionero en la
regulación de las Big Tech a través del Digital Services Act (DSA) y el Digital
Markets Act (DMA), y Brasil tiene mucho que aprender de la aproximación
europea. Además, en la búsqueda de modelos de sostenibilidad para los medios de
comunicación, el bloque europeo se ha destacado. A través de la directiva de
derechos de autor para el mercado único digital, promovió negociaciones entre
Google y medios de comunicación de diversos países para el pago de contenido
periodístico. Esta directiva debe revisarse en los próximos años, adaptándose
al entorno en el que la inteligencia artificial se volverá ubicua.
En Brasil, desde 2020, se han realizado esfuerzos para
regular el nuevo ecosistema de información y las plataformas en línea, pero se
enfrentan a numerosos obstáculos. Las Big Tech han llevado a cabo una intensa
campaña de cabildeo contra la aprobación de regulaciones en el país. Google,
por ejemplo, llegó a utilizar su página de inicio para influir en la
legislación, presentando un enlace con el mensaje: “El proyecto de ley de las
noticias falsas puede afectar su experiencia en Internet”. Este enlace redirigía
a una publicación en el blog de Google con diversas críticas al proyecto. La
empresa también envió correos electrónicos y alertas a creadores de contenido
en YouTube y pequeños comerciantes en línea, afirmando que la regulación
tendría impactos negativos sobre ellos.
La legislación brasileña, en gran medida, sigue el
enfoque de la Unión Europea sobre la “obligación de cuidado” de las plataformas
para mitigar los riesgos sistémicos en sus aplicaciones. La ley brasileña, al
igual que la europea, no crea un Estado censor responsable de definir
contenidos aceptables o reprobables; en cambio, deja la definición de las
reglas en manos de las propias empresas.
Además, la cuestión de la remuneración del periodismo
también forma parte de la regulación que enfrenta obstáculos en el Congreso
brasileño. Mientras que los europeos lograron superar un fuerte cabildeo contra
la regulación del mercado digital y avanzan rápidamente en la normalización del
entorno en línea, su legislación sirve como referencia para numerosos países,
incluido Brasil, que buscan establecer parámetros para el funcionamiento del
nuevo ecosistema de información.
Es fundamental promover una mayor cooperación entre los
medios de comunicación de Brasil y la Unión Europea, así como fomentar la
colaboración entre las autoridades y los parlamentos. Sólo de esta manera será
posible elaborar y aprobar regulaciones que equilibren la competencia sin
sofocar la innovación y aseguren la supervivencia del periodismo profesional,
que desempeña un papel fundamental como pilar de frenos y contrapesos que
sostienen la democracia.
***Sérgio Dávila, Director de redacción de Folha de
S.Paulo