La escena con la que se encontraron los paramédicos de Tijuana al entrar en el bar “La Perla” a primera hora de la mañana era desoladora. Dos hombres estaban inconscientes, uno tirado en el suelo y su amigo desplomado en una silla. Sus vidas pendían de un hilo. Una vez más, los servicios de urgencias de la ciudad tenían que intervenir por una sospecha de sobredosis de fentanilo, algo que se ha vuelto cada vez más habitual en los turnos de noche, según el paramédico Gabriel Valladares.
"La situación está empeorando. Cada vez vemos más y
más, y siempre es fentanilo", afirma.
El opioide sintético es 50 veces más potente que la
heroína y está haciendo mucho más difícil el trabajo de los paramédicos.
"Generalmente vemos dos o tres sobredosis por noche.
Pero hemos tenido hasta seis o siete casos en una sola llamada, probablemente
porque todos tomaron la misma sustancia", añade Gabriel.
Algunos de los miembros del equipo que llegaron a “La
Perla” iniciaron rápidamente la reanimación cardiopulmonar de los dos pacientes
mientras otros preparaban dosis de Narcan, el fármaco más eficaz para revertir
una sobredosis de fentanilo.
Es posible que los dos hombres ni siquiera supieran que
estaban consumiendo fentanilo.
Dado que este
opioide es barato y fácil de producir y transportar, los carteles de la droga
mexicanos han empezado a mezclarlo con otras drogas recreativas como la
cocaína.
Una "epidemia"
La ciudad fronteriza mexicana se encuentra sumida en una
auténtica epidemia de drogas. Pero el presidente del país, Andrés Manuel López
Obrador, le ha restado importancia al problema.
"Aquí no se produce fentanilo. Aquí no se consume
fentanilo", dijo el año pasado. Tras esa polémica afirmación, prometió
presentar una nueva ley en el Congreso para prohibir el consumo de fentanilo y
otros opioides sintéticos.
En Tijuana, temen que eso puede ser muy poco y venir
demasiado tarde.
El doctor César González Vaca, director de los servicios
forenses del estado de Baja California, me cuenta que durante más de un año su
departamento ha analizado todos los cadáveres que llegan a sus morgues en dos
ciudades fronterizas, Mexicali y Tijuana, en busca de fentanilo.
El estudio ha demostrado que alrededor de uno de cada
cuatro cadáveres en Mexicali contenía fentanilo, dice, y el pasado mes de
julio, las estadísticas para Tijuana llegaban a uno de cada tres.
"Parece que, cuanto más cerca estamos de la
frontera, más consumo de esta droga vemos", explica González Vaca.
"Desafortunadamente, no podemos comparar los
resultados con otros estados de la República, ya que somos el primer estado en
realizar este estudio", agrega, y exhorta a sus homólogos de todo el país
a ayudar a construir un panorama nacional más claro.
Una crisis subestimada
Quienes trabajan con los vivos en Tijuana también afirman
que el presidente ha subestimado la magnitud de la crisis en México.
Prevencasa es un centro de reducción de daños de la
ciudad que ofrece cambio de agujas y servicios médicos a los adictos.
Su directora, Lily Pacheco, selecciona al azar dos agujas
usadas y dos frascos de droga vacíos del contenedor de desechos.
Los cuatro artículos dan positivo en fentanilo. La ciudad
está inundada de fentanilo, dice Lily.
"Por supuesto que existe el fentanilo. Sugerir lo
contrario es no reconocer esta realidad. Tenemos las pruebas aquí mismo",
expone, señalando las tiras reactivas.
"Las sobredosis que vemos y todos los que han muerto
a causa del fentanilo también son parte de esa evidencia. Ignorar el problema
no lo resolverá. Al contrario, seguirá muriendo gente".
Al terminar nuestra entrevista, de repente se produce una
ilustración de la crisis mucho más visceral que las pruebas de fentanilo en
jeringuillas usadas.
Lily sale corriendo a la calle, donde alguien sufre una
sobredosis. Ella también lleva Narcan, donado por una organización benéfica
estadounidense, y salva la vida del hombre.
Tuvo suerte. Pero muchos no.
Impacto en Estados Unidos
La epidemia de fentanilo ha golpeado especialmente duro
al país vecino, Estados Unidos, el mayor mercado mundial de drogas ilegales. Se
calcula que allí murieron 70.000 personas por sobredosis el año pasado.
Elijah Gonzales fue uno de ellos.
Con sólo 15 años, sufrió una sobredosis accidental con
una pastilla falsificada de Xanax procedente de México que no tenía ni idea que
contenía fentanilo.
Los mensajes de texto que la madre de Elijah, Nellie
Morales, encontró después sugieren que era la primera vez que experimentaba con
drogas.
Su cuerpo simplemente no pudo soportarlo.
"Lo extraño todos los días", dice Nellie en su
apartamento de El Paso, Texas, adornado con fotos de su hijo. "Se iba a
graduar en junio. Una parte de mí murió ese día que él murió".
Por desgracia, este tipo de muertes son frecuentes en
Estados Unidos.
Más de cinco habitantes de Texas mueren cada día a causa
del fentanilo, según las autoridades estatales, y sólo en el condado de El Paso
el fentanilo estuvo implicado en el 85% de sobredosis accidentales como la de
Elijah.
La policía de la ciudad compara la situación con la
epidemia de crack de los años 80.
El Paso se encuentra al otro lado de la frontera de una
de las ciudades más peligrosas de México, Ciudad Juárez.
Cuando la visitamos, los agentes de aduana
estadounidenses incautaron en un solo día 33 kg de fentanilo, cantidad
suficiente para matar a todos los habitantes de El Paso dos veces.
Algunos republicanos han llegado incluso a abogar por
enviar tropas a México para luchar contra los carteles.
No cabe duda de que estos debates ocuparán un lugar
preponderante en la campaña electoral estadounidense para los comicios de
noviembre.
Sin embargo, dada la facilidad con que se transporta, es
casi imposible detener el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos.
El negocio de los traficantes
En Ciudad Juárez, me reúno con Kevin (no es su verdadero
nombre), un joven de 17 años dedicado al tráfico de drogas y sicario del cartel
de La empresa.
Me muestra videos de su banda transportando la droga por
túneles bajo la frontera entre México y Estados Unidos.
"Un kilo de fentanilo le hace ganar al cartel unos
US$200.000 en EE.UU.", dice, "yo gano unos US$1.000 por llevarlo al
norte".
Kevin lleva trabajando con el cartel desde que tenía sólo
9 años. Pero nunca había visto nada como el fentanilo. Predice que es el futuro
del tráfico ilegal de drogas:
"Es la droga más fuerte que he visto, químicamente
tan potente que la gente sigue pidiendo más y más. Va a seguir
explotando", afirma.
Le pregunté si siente algún remordimiento por las muertes
de adolescentes estadounidenses como Elijah.
"No, todo forma parte de una cadena", dice y se
encoge de hombros. "Ellos envían armas al sur, nosotros enviamos fentanilo
al norte. Cada uno es responsable de sus actos".
De vuelta en Tijuana, aunque hicieron falta tres dosis de
Narcan, los paramédicos consiguieron sacar a uno de los pacientes del borde del
abismo en el bar “La Perla”.
Para su amigo, en cambio, ya era demasiado tarde. Murió
entre botellas de cerveza y vasos vacíos en el suelo del bar.
El silencio digno de los paramédicos es interrumpido por
el horrible sonido de un lamento.
La madre del fallecido llega al bar y le comunican que su
hijo, de 27 años, es otra víctima de este poderoso estupefaciente.
Su muerte es una nota a pie de página en un año electoral
a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México.
https://www.bbc.com/mundo/articles/cpvrqg1n975o
***Will Grant, BBC News en Tijuana, México