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05/03/2005 | Informe sobre estrategia internacional antidroga

USinfo Staff

Panorama general del 2004

A continuación una traducción de la sección titulada Panorama General del 2004 del décimonoveno Informe del Departamento de Estado sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos (INCSR), emitido el 4 de marzo de 2005.

 

Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos

Panorama general del 2004

Los logros obtenidos por el gobierno de Estados Unidos en el control de narcóticos durante el 2004 demuestran que la persistencia da resultado. En colaboración con nuestros aliados, redujimos significativamente el tamaño de los cultivos de drogas ilícitas en el Hemisferio Occidental, llevamos a cabo exitosas operaciones de interceptación de drogas dirigidas a Estados Unidos y debilitamos importantes organizaciones del tráfico de drogas. Les ofrecimos a nuestros asociados ayuda esencial para el adiestramiento a fin de fortalecer sus sistemas de ejecución de la ley y judiciales, mientras trabajábamos con ellos para reducir su consumo interno de drogas. Persuadimos un gran número de gobiernos de que usaran las leyes de extradición para denegarles a los poderosos criminales de las drogas un refugio nacional seguro con el que una vez pudieron contar. Promovimos también una cooperación internacional más estrecha entre gobiernos e instituciones financieras para hacerle más difícil al comercio de la droga legitimar sus enormes ganancias a través de complejos y refinados esquemas de lavado de dinero.

La amenaza mundial

El comercio de drogas ilícitas es una amenaza a la seguridad nacional y la estabilidad internacional. Está inextricablemente vinculada al crimen transnacional organizado y a muchas organizaciones terroristas. Los miles de millones de dólares que genera el comercio de la droga pagan una porción significativa de toda la actividad criminal internacional. Las organizaciones del tráfico de drogas en países tan distantes entre sí como Afganistán, Colombia, Birmania y México dirigen la corriente de drogas que envenena las sociedades, fomenta la corrupción y financia el crimen internacional y el terrorismo. Las ganancias que deja la cocaína no sólo sostienen en Colombia una insurgencia que data de décadas, sino que también proveen los fondos de operaciones para la red de organizaciones criminales que llevan las drogas a Estados Unidos a través de América Central, México y el Caribe. La adormidera afgana, en una época el sostén principal del régimen Talibán, se han convertido en la fuente principal de heroína para el submundo internacional y, potencialmente, ayuda a los grupos opuestos al gobierno democrático de Afganistán. A escala mundial, las ganancias que dejan las drogas ilegales son tan grandes que es probable que las mayores empresas criminales internacionales dependan, en alguna medida, del dinero de las drogas para financiar parte de sus operaciones.

La amenaza de las drogas a Estados Unidos

Las principales drogas importadas que amenazan directamente a Estados Unidos son la cocaína, la heroína, la marihuana y los estimulantes sintéticos del tipo de las anfetaminas (ATS). Dado que toda la cocaína y heroína, mucho de la marihuana y la mayor parte de los ATS provienen del extranjero, contener su corriente requiere un esfuerzo internacional coordinado. La cocaína, aunque menos prevaleciente hoy día que hace una década, sigue siento nuestra amenaza de drogas primordial. Se estima que 300 o más toneladas métricas de cocaína entran en Estados Unidos cada año. Eso alimenta la adicción, es el combustible del crimen y succiona la salud social y económica de la nación. Afortunadamente, también es vulnerable al control de cosechas y las operaciones de interceptación.

Coca y cocaína

A diferencia de la heroína, que proviene de varias fuentes geográficas, toda la cocaína del mundo procede de la coca que crece en los países andinos de Colombia, Perú y Bolivia. Colombia domina el comercio por amplio margen. Las organizaciones colombianas de las drogas cultivan más de 70 por ciento de la coca del mundo y refinan, en términos generales, 90 por ciento de la cocaína del mercado internacional. En comparación, Perú y Bolivia cultivan alrededor del 20 y el 10 por ciento, respectivamente. Es obvio que no podemos esperar una reducción significativa de la oferta general de cocaína si no hay reducciones drásticas en Colombia. Por lo tanto, hemos dirigido el grueso de nuestros recursos contra los narcóticos a eliminar el cultivo de la coca en Colombia, desbaratar la producción y las corrientes de cocaína e impedir que la droga llegue a nuestras fronteras.

La constante presión sobre los cultivadores colombianos de coca en los últimos tres años, ha dado resultado. La campaña conjunta de erradicación colombiana-estadounidense, llevada a cabo bajo la protección de la Iniciativa Antidroga Andina, ha infligido grave daño al cultivo. Aunque los estimados finales de cultivo hechos por el gobierno de Estados Unidos para el 2004 no habían sido completados al momento de esta publicación, los datos preliminares son alentadores. El Directorio de Policía Antinarcótica, apoyado por Estados Unidos, roció más de 136.000 hectáreas de coca, 3.000 más que en el año récord de 2003. También se erradicaron desde el aire más de 3.000 hectáreas de adormidera.

Puesto que se requieren entre 213 y 256 hectáreas para producir una tonelada métrica de cocaína elaborada (hidrocloruro de cocaína), las hectáreas rociadas representan entre 520 y 625 toneladas métricas de cocaína que no entraron en el canal de distribución. Calculando un precio promedio de 100 por gramo en el mercado callejero de Estados Unidos, una tonelada métrica de cocaína vale 100 millones de dólares. Las operaciones de rociado, por lo tanto, en teoría dejan fuera de los canales de los criminales internacionales entre 50.000 y 60.000 millones de dólares.

Aunque Perú y Bolivia también llevaron a cabo en el 2004 campañas exitosas de erradicación de la coca, los gobiernos de ambos países enfrentaron la oposición cada vez más fuerte de los sindicatos de cocaleros (cultivadores de coca) que vinculan el cultivo de la coca con la identidad y la soberanía nacionales. Al contrario de Colombia, donde la coca tiene pocas, si algunas, raíces culturales, Perú y Bolivia cuentan con largas tradiciones de consumo de coca que se remontan a la época precolombina. La mata de coca es un icono en las tradiciones indígenas. Los cocaleros, respaldados calladamente por los intereses del tráfico, han equiparado la erradicación de la coca con la destrucción de una sagrada tradición ancestral que es parte integral de la identidad cultural de ambos países. A medida que los grupos indígenas, antiguamente silenciosos, han conseguido resonancia popular y han ido haciéndose valer políticamente, tales llamamientos a los antiguos valores han conseguido resonancia popular e inspirado cautela en los gobiernos de ambos países. Podemos esperar ver que las campañas de erradicación continúen, pero a un ritmo atemperado por las realidades políticas y económicas locales.

Interceptación

Las operaciones de interceptación fueron notablemente exitosas en la región del Hemisferio Occidental en el 2004. Además de la acción directa del gobierno de Estados Unidos, los gobiernos latinoamericanos decomisaron más de 213 toneladas métricas de cocaína e infligieron daño a varias organizaciones claves del tráfico de drogas. La policía antinarcótica y las unidades militares colombianas batieron todos los récords de interceptación anteriores al decomisar más de 178 toneladas métricas de hidrocloruro de cocaína y base de cocaína, y destruir 150 laboratorios de procesamiento de base de cocaína. En Bolivia, las fuerzas antinarcóticas decomisaron más de 8 toneladas métricas de cocaína y destruyeron 2.120 laboratorios de base de cocaína. Las autoridades peruanas decomisaron más de 12 toneladas métricas de hidrocloruro de cocaína y base de cocaína. Las operaciones venezolanas y mexicanas capturaron, respectivamente, 19 y 25 toneladas métricas de hidrocloruro de cocaína y base de cocaína.

Las agencias mexicanas de ejecución de la ley, actuando en estrecha colaboración con las autoridades colombianas, desmantelaron una importante organización de tráfico de cocaína dirigida por Juan Pablo Rojas López, "el Halcón". Capturaron a dos de los principales lugartenientes de la organización de Arellano Félix (OFA), Jorge Aureliano Félix, "el Macumba", y Efraín Pérez Arciniega "el Efra", sospechosos, respectivamente, de manejar las operaciones de seguridad de la contrainteligencia y las actividades de "ejecución" del grupo. Arrestaron también a Gilberto Higuera Guerrero, "el Gilillo", operador de máximo nivel afiliado durante mucho tiempo a la OFA -- en las afueras de Mexicali, Baja California. El Programa de Recompensas contra los Narcóticos del Departamento de Estado de Estados Unidos desempeñó un papel clave en llevar a estos tres ante la justicia.

Estos éxitos se ven atemperados por los informes desalentadores de que los carteles de las drogas siguen bajo la dirección de líderes encarcelados en las prisiones mexicanas de máxima seguridad. Las continuas luchas por el poder han resultado en numerosos asesinatos en el norte de México. El alcance de los carteles es extenso: un miembro del personal de seguridad del presidente mexicano Fox fue despedido y se lo acusa de venderle información al cartel de Juárez.

Opio y heroína

La erradicación de la adormidera, la fuente de la heroína, presenta un conjunto diferente de retos. En contraste con la coca, que se concentra en un área geográfica, la adormidera puede crecer en casi cualquier región del mundo. Es un cultivo anual que se siembra con facilidad y rinde tres cosechas por año. Los agricultores lo plantan a menudo en parcelas pequeñas en sitios remotos, en terreno montañoso, lo que vuelve peligrosas y difíciles las operaciones de erradicación. Aunque la mayor parate de la adormidera ilícita del mundo crece en Afganistán y el sudeste de Asia, el grueso de la heroína que se consume en Estados Unidos proviene de adormideras colombianas y mexicanas. Los dos países representan, entre ambos, menos del 6 por ciento del estimado de la producción mundial de opio, pero producen bastante para satisfacer la mayoría de la demanda de heroína en Estados Unidos.

La geografía es un factor importante para decidir el destino. En general, las organizaciones de drogas mexicanas suministran mucho de la heroína al oeste del río Mississippi, en tanto que las organizaciones colombianas abastecen a los estados al este de ese río. Dado que la eliminación de la adormidera en tierras de Colombia y México podría obviamente limitar la corriente de heroína dirigida a Estados Unidos, mantenemos desde hace tiempo programas conjuntos de erradicación con ambos países.

Las autoridades colombianas erradicaron 3.855 hectáreas de adormidera en el 2004, lo que sobrepasa ligeramente la cifra de 3.830 hectáreas del año pasado. De aquéllas, 3.060 hectáreas fueron rociadas y 795 desarraigadas mediante programas de erradicación manual obligatorios y voluntarios. Los datos de cultivo y producción en el 2004 no estaban disponibles en el momento de la publicación de este informe.

En los primeros 11 meses del 2004, el gobierno de México informó haber erradicado casi 14.575 hectáreas de adormidera, menos que las 19.000 hectáreas de que se informó para el mismo periodo en el 2003, pero, de todos modos, una cantidad impresionante. Los datos correspondientes al año completo podrían aumentar esta cifra. Los datos de cultivo y producción en el 2004 no estaban disponibles en el momento de la publicación de este informe.

El resto, algo más del 90 por ciento de la producción estimada de goma de opio, tiene lugar en Afganistán y Birmania, y Afganistán representa más del 80 por ciento de esa cifra. El opio afgano, por sí solo, podría probablemente satisfacer la demanda mundial de heroína. El área dedicada al cultivo de la adormidera en Afganistán en el 2004 estableció un nuevo récord: 206.700 hectáreas. El tráfico mundial de heroína no puede ser reducido a menos que haya importantes reducciones del cultivo de la adormidera afgana.

Pero la erradicación de la adormidera es físicamente difícil y políticamente delicada. El terreno escarpado y los ataques de los remanentes del régimen Talibán presentan obstáculos diarios al ejercicio de la autoridad del gobierno central en todo el país. Tras décadas de guerra, desgobierno político y caos económico, una democracia joven debe ahora tratar de reconstruir un país con una economía próspera y legítima basada en productos básicos diferentes del opio. Reducir el cultivo de la adormidera no será fácil. Requerirá a la vez tiempo y paciencia y el desarrollo de cultivos alternativos que les den a los agricultores un ingreso decente. Durante más de una década, la adormidera ha sido el cultivo comercial mayor y más valioso. El viejo régimen Talibán estimuló la producción de opio, usando los impuestos al opio y el comercio como una fuente de ingresos para compensar sus otros fracasos económicos. En lugar de cosechas legítimas, a los agricultores se los alentó a plantar adormidera para aumentar los fondos operativos del régimen. La economía llegó a depender fuertemente del opio.

Cuando, al final de su régimen, el Talibán anunció una prohibición del opio -- más probablemente para aliviar un exceso de oferta que había deprimido los ingresos procedentes de la heroína -- era demasiado tarde para restaurar una economía agrícola legítima. Puesto que las ventas de opio ilícito representan entre 40 y 60 por ciento del PIB del país (datos del FMI), la tarea de crear una economía viable y legítima ha recaído en el recientemente elegido gobierno democrático de Afganistán. Este gobierno enfrenta el reto intimidante de separar a la economía de los ingresos provenientes del opio y encontrar alternativas económicas viables sin provocar levantamientos violentos en las zonas de cultivo del opio.

Estados Unidos y sus aliados colaboran con el gobierno afgano para alcanzar esta meta.

Debido a que el comercio de la droga es, por naturaleza, clandestino, es difícil estimar con precisión cuánto dinero genera. El valor total de 400.000 millones de dólares atribuidos al tráfico de drogas mundial es una conjetura razonable. La comunidad financiera internacional tiene sólo una capacidad limitada para rastrear el dinero que se mueve a través del sistema subterráneo de hawalas. Sin embargo, dado el precio callejero de estas drogas en Europa y más hacia el este, los estimados de centenares de millones de dólares no están fuera de lugar. Algunas de estas ganancias pueden ayudar a financiar elementos hostiles a los gobiernos de Afganistán y Estados Unidos.


Drogas sintéticas

Anfetaminas. La demanda de estimulantes del tipo de la anfetamina, como metanfetamina, anfetamina y MDMA ("Extasis") es elevada en el mundo desarrollado y en el mundo en desarrollo. Las anfetaminas han desplazado a la cocaína como el estimulante preferido en muchas partes del mundo, principalmente en Europa Central y del norte y en el sudeste asiático. La facilidad relativa y el bajo costo de elaborar anfetamina con productos químicos de los que ya se dispone fácilmente atrae tanto a pequeños empresarios de las drogas como a las grandes organizaciones internacionales. Las drogas sintéticas permiten a las organizaciones de traficantes individuales controlar todo el proceso, desde la elaboración hasta la venta callejera. Las drogas sintéticas se pueden elaborar en cualquier parte y rinden enormes márgenes de ganancia. Y puesto que muchos usan productos químicos bastante comunes que también se utilizan para una gran cantidad de fines médicos e industriales legítimos, es difícil controlarlos.

El uso de metanfetamina es una de las drogas cuya amenaza aumenta actualmente con mayor rapidez en Estados Unidos. Organizaciones de traficantes de drogas sumamente eficaces con sede en México y en California controlan un gran porcentaje del comercio de metanfetamina en Estados Unidos. Aunque México es todavía el principal abastecedor extranjero de metanfetamina y el principal país de tránsito de precursores de ATS -- especialmente pseudoefedrina PSE) -- dirigidos a Estados Unidos, las autoridades estadounidenses antinarcóticas estiman que una porción de la PSE importada en Canadá sigue desviándose hacia Estados Unidos para la producción de drogas ilícitas. Sin embargo, desde que el gobierno de Canadá puso en vigencia en el 2002 nuevas reglamentaciones de control de la PSE y otros productos químicos precursores y esenciales, las cifras tanto de importación como de confiscación de PSE han disminuido sustancialmente.

La metanfetamina domina ahora mucho del tráfico de drogas en Birmania y Tailandia, habiendo desplazado a la heroína como la principal droga que se trafica. También es extendida y activa la producción de metanfetamina en Estados Unidos, como lo indica el informe de Datos Nacionales de Drogas Clandestinas de la DEA al dar cuenta de la confiscación de varios miles de laboratorios estadounidenses de metanfetamina en 2004; las mayores cantidades de esos laboratorios correspondieron a Missouri (2.707) y Tenesí (1.259).

Extasis. La demanda mundial de MDMA (Extasis), la anfetamina análoga 3, 4-metelenedioximetanfetamina sigue siendo sustancial. Los laboratorios clandestinos en los Países Bajos y en menor grado en Bélgica, siguen siendo los principales proveedores de MDMA al mercado internacional. También hay un problema de producción de MDMA en Canadá que empieza a surgir. En 2004, una operación conjunta de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá desmanteló una banda importante que producía MDMA en Canadá y la vendía en los dos países. Los laboratorios en Polonia son proveedores importantes de anfetamina al mercado europeo, con Gran Bretaña y los países nórdicos como los consumidores más fuertes de anfetamina. Sin embargo, en Estados Unidos el uso de Extasis ha disminuido durante los últimos tres años entre la población adolescente, que es la que se encuentra en mayor riesgo. El consumo durante el año pasado y el actual se ha reducido en ambos casos a la mitad, mientras que el consumo entre los individuos de todas las edades ha bajado en casi las dos terceras partes.

Cambáis (Marihuana)

La producción y consumo de cannabis (marihuana) es un grave problema en muchos países, incluido Estados Unidos donde, es de lejos, la droga ilícita de mayor consumo. Más de 10.000 toneladas métricas de marihuana nacional y más de 5.000 toneladas métricas de marihuana cultivada y cosechada en México y Canadá se venden a más de 20 millones de consumidores en Estados Unidos. Colombia, Jamaica y Paraguay también exportan marihuana a Estados Unidos. Es de particular preocupación la marihuana de gran potencia y cultivada en espacios cerrados, que se produce en gran escala en Canadá (y que también se ha encontrado en Estados Unidos). Esta no es la popular "hierba" de la década de 1970. Se la cultiva en condiciones de laboratorio, con medidores de tiempo especiales, ventilación, luces movibles sobre rieles, nutrientes que se rocían sobre las raíces expuestas y fertilizantes especiales, todo ello dirigido a maximizar el nivel de THC de la marihuana. La droga resultante es particularmente poderosa, peligrosa y adictiva. Aunque anteriormente algunos han sugerido que la marihuana es innocua, la más reciente información científica indica que produce síntomas de abstinencia y está asociada con problemas de aprendizaje y de la memoria. La buena noticia para Estados Unidos es que, según el Estudio de Vigilancia del Futuro del 17 de diciembre de 2004, el consumo de marihuana entre los adolescentes estadounidenses ha venido declinando desde 1996, más probablemente debido a la creciente conciencia de sus peligros. No obstante, no hay escasez de marihuana potente en el mercado.

Ataque a las organizaciones del tráfico

La distribución de drogas depende de organizaciones de traficantes bien organizadas y refinadas. Nuestra estrategia común toma como blanco al liderazgo de los principales grupos de traficantes, concentrándose en las operaciones de la red que trae las drogas a Estados Unidos. Al colaborar con nuestros colegas internacionales, nuestra meta es no solamente la dislocación, sino también el desmantelamiento final de estas organizaciones, su liderazgo, los facilitadores que lavan el dinero y proveen los productos químicos necesarios para la elaboración de drogas ilícitas, y sus redes. Además de obstaculizar la eficacia de las organizaciones, la captura de los traficantes clave demuestra -- tanto a los criminales como a los gobiernos que los combaten -- que incluso los sindicatos de drogas más poderosos son vulnerables a la acción conjunta de las autoridades de Estados Unidos y de los gobiernos anfitriones.

Las organizaciones mexicanas de las drogas supervisan mucho del tráfico de drogas en Estados Unidos. Tienen una fuerte presencia en la mayor parte de los centros primarios de distribución en Estados Unidos, y dirigen el movimiento de la cocaína, la heroína, las drogas ATS y la marihuana. Estados Unidos y funcionarios mexicanos han desarrollado un plan común de acción selectiva contra las principales organizaciones de tráfico de drogas en México y en Estados Unidos y han desarrollado mecanismos seguros para compartir información. Las autoridades policiales federales y militares mexicanas han dañado varias importantes organizaciones de traficantes.

Reforma institucional

Un componente importante de nuestra política internacional de control de drogas ha sido ayudar a los gobiernos a fortalecer sus sistemas judiciales y bancarios para reducir las posibilidades de que sean explotados por el tráfico de drogas. Los organismos policiales en muchos de los principales países de origen y tránsito de drogas han arrestado a traficantes prominentes, sólo para que éstos sean dejados en libertad por la decisión de un solo juez basada en fundamentos legales cuestionables. Pero la situación está cambiando gradualmente. En 2004 varios países continuaron modernizando sus leyes y profesionalizando sus sistemas judiciales por medio de reformas que van desde la instalación de equipo más moderno hasta cambios importantes en la manera en que se designa a los jueces. Aunque todavía hay casos de jueces que arbitrariamente desechan las pruebas o que dejan en libertad a traficantes conocidos, el número de esos casos se está reduciendo, a medida que los gobiernos llevan adelante reformas básicas, tales como pagarles mejor a los jueces y brindarles mayor protección personal.

Extradición

La extradición es una de las armas de ejecución de la ley más poderosas de nuestro arsenal. Es la sanción que más temen las organizaciones terroristas y de tráfico de drogas. La larga lista de criminales prominentes que cumplen largas condenas de cárcel en Estados Unidos es un recordatorio atemorizante, incluso para los jefes de los carteles más poderosos, de lo que puede ocurrir cuando carecen de poder para manipular el proceso judicial por medio de la intimidación y el soborno.

En 2004 Estados Unidos siguió alentando a otros países a facilitar la extradición a Estados Unidos. Aunque las leyes de varios países todavía prohíben la extradición de sus nacionales, esa situación está cambiando a medida que los gobiernos que combaten el tráfico de drogas se dan cuenta de que la extradición es una gran ayuda para su propia eficiencia policial y judicial. La cantidad de extradiciones de Colombia a Estados Unidos relacionadas con el tráfico de drogas ha aumentado espectacularmente. Durante los dos últimos años y medio el gobierno colombiano ha extraditado a 180 delincuentes de drogas a Estados Unidos.

México extraditó a Estados Unidos a 34 fugitivos en 2004 (un aumento con respecto a las cifras récord de 25 en 2002 y 32 en 2003). Sin embargo, las extradiciones por acusaciones de drogas no han aumentado: la decisión de la Corte Suprema de México en 2001 que prohíbe la extradición en los casos en que fuera posible una sentencia de cadena perpetua, sigue siendo un obstáculo poderoso a la extradición de algunos de los principales traficantes de drogas y otros criminales. En un fallo decepcionante, la Corte Suprema de México ratificó el 13 de abril de 2004 su decisión de 2001. Esto hace que la extradición sea ilegal y, por lo tanto, imposible en casos de crímenes a los que podría corresponder una condena a cadena perpetua sin libertad condicional, a menos que Estados Unidos brinde seguridades adecuadas de que no se impondrán esas sentencias. (Las extradiciones otorgadas en 2004 fueron en su mayoría en casos estatales en los cuales la posible sentencia era una condena a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional). Sin embargo, no hay libertad condicional en casos federales y las declaraciones de culpabilidad en casos federales que involucren más de cinco kilogramos de cocaína, un kilogramo de heroína o 50 gramos de metanfetamina pura implican penas de un mínimo de 10 años de prisión y un máximo de cadena perpetua.

Control de los productos químicos utilizados en la elaboración de drogas

La cocaína, la heroína y las drogas sintéticas no se pueden elaborar sin ciertos productos químicos críticos, muchos de los cuales están sujetos a control gubernamental. Las operaciones de refinado de cocaína y heroína generalmente requieren "productos químicos esenciales" fácilmente disponibles. Para la mayor parte de los productos químicos utilizados en el proceso de elaboración, que no están disponibles, se pueden usar sustitutos; pero hay algunos productos químicos -- permanganato de potasio para la cocaína y anhídrido acético para la heroína -- para los cuales hay pocos sustitutos que puedan obtenerse fácilmente. La elaboración de drogas sintéticas requiere "productos químicos precursores" aún más específicos, como efedrina, pseudoefedrina o fenilpropanolamina. Estos productos químicos, que se usan principalmente con fines farmacéuticos, tienen usos legítimos importantes pero específicos. Se venden comercialmente en cantidades pequeñas a pequeños usuarios. Por lo tanto, los gobiernos deben tener regímenes reguladores y legales eficientes para controlar esos productos químicos sin aplicarle cargas indebidas al comercio legítimo. Estados Unidos, otros países comerciantes de productos químicos importantes y la Junta Internacional de Control de Narcóticos de la ONU trabajaron en 2004 para mejorar los controles sobre los productos químicos de elaboración de la cocaína y la heroína, así como los usados para la fabricación de drogas sintéticas.

Control de la oferta de drogas

Nuestra meta es cortar el flujo de drogas ilegales a Estados Unidos. Tomamos como blanco el abastecimiento en puntos críticos a lo largo de una cadena de cinco etapas que va del cultivador al consumidor, que vincula a éste en Estados Unidos con el cultivador en algún país de origen. En el caso de la cocaína o la heroína, la cadena comienza con los cultivadores de coca o de adormidera, por ejemplo, en los Andes o en Afganistán. Termina en el consumidor de cocaína o heroína en un pueblo o ciudad de Estados Unidos. Los eslabones intermedios son las etapas de elaboración (refinamiento de la droga), tránsito (transporte) y distribución al por mayor.

Nuestros programas internacionales antinarcóticos toman como objetivo los tres primeros eslabones de la cadena que va del cultivador al consumidor: el cultivo, la elaboración y el transporte. Cuanto más cerca del origen podamos atacarlo, más grande es la probabilidad de detener completamente el flujo de drogas. El control de cultivos es, por mucho, el medio más eficaz, en relación con el costo, para interrumpir el suministro. Si destruimos los cultivos o forzamos a que no se los pueda cosechar, no entrarán drogas en el sistema. Es el equivalente a destruir un avispero antes de que se escapen las avispas. Teóricamente, si no hay cultivos de drogas que cosechar, la cocaína o la heroína no pueden entrar en la cadena de distribución, con lo que se reduce o elimina la necesidad de costosas operaciones policiales y de interceptación.

La solución obvia, sin embargo, no siempre es factible. La erradicación en
escala amplia (aérea y química) es ilegal en muchos países. Aun cuando la
erradicación fuera posible, destruir un cultivo ilícito lucrativo acarrea
enormes consecuencias políticas, económicas y sociales para el país
productor. Con frecuencia significa atacar el sustento de un sector grande y
muchas veces el más pobre de la población. Los gobiernos elegidos que
quitan ingresos vitales, aunque ilegales, sin proveer alternativas viables,
no permanecen mucho tiempo en el poder.

Tal desarrollo del mercado puede llevar décadas. Por lo tanto, las autoridades de ejecución de la ley dirigen sus esfuerzos hacia los eslabones subsiguientes en la cadena del abastecimiento: la elaboración en el laboratorio y la interceptación de los envíos de las drogas en tránsito.

Para tener éxito es esencial que tengamos la flexibilidad de reorientar nuestros recursos hacia aquellos eslabones que podemos impactar de inmediato y en los que, al mismo, tiempo podremos obtener resultados a largo plazo. En Bolivia y Perú hemos visto que una combinación correcta de erradicación efectiva, medidas policiales y programas de desarrollo alternativo puede producir resultados notables. Nosotros colaboramos estrechamente con los gobiernos de los países que cultivan coca para hallar la mejor manera de eliminar la coca ilegal dentro del contexto de la situación única de cada país - una tarea difícil debido al alto precio de la coca y los mercados generalmente deprimidos para muchos de los cultivos sustitutos.

Los programas de desarrollo alternativo desempeñan un papel vital en los países que procuran liberar de la dependencia del narcotráfico partes importantes de su sector agrícola. Ofrecen a los agricultores oportunidades de abandonar las actividades ilícitas y formar parte de la economía legítima.

En la región andina, estos programas proveen dinero y asistencia técnica para fortalecer las instituciones públicas y privadas y para expandir la infraestructura rural; para mejorar la gestión de los recursos naturales, introducir cultivos alternativos legales y para crear mercados locales e internacionales para estos productos.

A pesar de una multitud de obstáculos, los programas de desarrollo alternativo en Colombia hicieron posible en 2004 la erradicación manual de más de 2.300 hectáreas de coca y 800 hectáreas de adormidera. Para alentar a los agricultores a abandonar el cultivo de drogas, el gobierno de Estados Unidos ha dado apoyo a más de 55.000 hectáreas de cultivos legales y a partir de 2001 llevó a cabo 874 proyectos de infraestructura social y productiva. Estos programas beneficiaron también a un total de 44.015 familias en diecisiete departamentos. En Perú, los programas de desarrollo alternativo hacen que se pueda sostener la reducción de la coca por medio de mejoramientos del gobierno local, el fortalecimiento del imperio de la ley y el aumento de la competitividad económica de las zonas de cultivo de la coca.

Después de octubre de 2002, más de 27.000 familias han erradicado voluntariamente 7.271 hectáreas de coca y cerca de 2.500 hectáreas en 2004. En Bolivia, la asistencia de la USAID al desarrollo alternativo complementó la reducción de la coca en el Chapare al fortalecer el sustento lícito, el desarrollo de las comunidades, la posesión legal de tierras y el acceso a la justicia. Durante el año fiscal 2004, la USAID ayudó a unas 28.290 familias de agricultores a sostener el desarrollo alternativo, y los cultivos lícitos aumentaron unas 143.887 hectáreas.

Si bien el impacto total de muchos de los programas de desarrollo alternativo no podrá sentirse hasta que pasen años, el progreso logrado hasta la fecha sugiere que con el tiempo la agricultura legítima, económicamente viable, podrá reemplazar en muchos lugares el actual cultivo ilícito.


Las drogas ilícitas, el rociado y el medio ambiente

El debate continúa sobre los riesgos medioambientales que representa el rociado regular de los cultivos de drogas ilegales. Colombia es al presente el único país que permite la fumigación aérea regular de la coca y la adormidera. El gobierno de Colombia ha autorizado el herbicida que se utiliza para la erradicación aérea en las zonas de cultivo. El ingrediente activo del herbicida empleado en el programa de erradicación aérea es el glifosato, uno de los herbicidas agrícolas más utilizados en el mundo, incluso en Colombia. Se lo ha probado extensamente en Estados Unidos, Colombia y en otras partes del mundo. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) autorizó en 1974 el glifosato para uso general y lo volvió a registrar en septiembre de 1993. La EPA ha aprobado su uso en las tierras de cultivo de alimentos, los bosques, las zonas residenciales y alrededor de las zonas acuáticas. Es uno de los cinco principales pesticidas, incluso herbicidas, utilizados en Estados Unidos.

Las consecuencias medioambientales del cultivo ilícito de la coca

Se debe comparar el impacto medioambiental de los herbicidas aprobados con la devastación potencial de todos los aspectos del cultivo de la coca. En el transcurso de más de dos décadas, el cultivo de la coca en la región andina ha resultado en la destrucción de aproximadamente 2,4 millones de hectáreas de selva tropical.

Al trabajar en las regiones remotas alejadas de las poblaciones, los cultivadores de la coca talan y queman los bosques vírgenes para dar lugar a sus cultivos ilícitos. Las lluvias tropicales erosionan rápidamente el suelo, aumentando la escorrentía de la tierra y, al destruir la madera y otros recursos que de otra manera estarían a disposición para usos más sostenibles, reducen la diversidad biológica.

El ciclo de destrucción continúa al abandonar los cultivadores regularmente las parcelas no productivas y preparar terrenos nuevos. Los traficantes destruyen la jungla para construir pistas de aterrizaje y laboratorios clandestinos para elaborar la coca y la adormidera en bruto y convertirlas en cocaína y heroína.

Los cultivadores ilícitos de la coca con frecuencia son descuidados en su utilización de fertilizantes y pesticidas. Ignorantes mayormente de las consecuencias del uso indiscriminado de los productos químicos, echan en sus cultivos grandes cantidades de herbicidas y fertilizantes altamente tóxicos. Entre estos productos químicos figuran el paraquat y el endosulfán, ambos incluidos en la clasificación más alta de toxicidad (categoría I) de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y cuya venta está prohibida por ley en Colombia y en Estados Unidos.

Los productos químicos más destructivos son los que se utilizan en cada etapa de la producción de cocaína. Los estudios realizados por el gobierno de Estados Unidos a principios de la década de 1990 en Bolivia y Perú indicaron que un kilogramo de cocaína base requiere el uso de tres litros de ácido sulfúrico concentrado, diez kilos de cal, de sesenta a ochenta litros de kerosene, doscientos gramos de permanganato de potasio y un litro de amoníaco concentrado. Estos pesticidas tóxicos, fertilizantes y elementos químicos para la elaboración se vierten después en el arroyo o río más cercano o en la tierra. En el proceso saturan el suelo y contaminan las corrientes de agua, envenenan los sistemas acuáticos y las especies que dependen de ellos.

Interceptación en la zona de tránsito

A pesar de todos los esfuerzos de la comunidad internacional para atacar la oferta de drogas dentro de los países de origen, Estados Unidos y nuestros aliados debemos seguir manteniendo una presencia efectiva en las zonas de tránsito, específicamente en lo que se refiere a la cocaína que se lleva hacia el norte desde América del Sur.

Esto ha requerido un esfuerzo bien coordinado entre los países de tránsito y las agencias del gobierno de Estados Unidos, entre ellas el Departamento de Defensa, el Departamento de Seguridad Interna y el Departamento de Justicia. La inteligencia que se obtiene de los países de origen, combinada con la inteligencia obtenida después de la incautación, ha mejorado drásticamente en los últimos años y resulta en una inteligencia más procesable dentro de la zona de tránsito.

El Grupo Especial Conjunto Interagencial-Sur, que integra a asociados internacionales de todas partes de la Cuenca del Caribe, ha concentrado esa inteligencia en la detección y vigilancia de los movimientos marítimos de las drogas mientras que, al mismo, tiempo coloca los recursos de interceptación en posición de efectuar una incautación.

Las gestiones del gobierno de Estados Unidos para crear y expandir las autoridades en base a acuerdos bilaterales con los países caribeños y latinoamericanos, han aliviado la carga que pesaba sobre los recursos de ejecución de la ley de estos países para llevar a cabo abordajes en alta mar y registrar contrabando.

Estos acuerdos bilaterales permitieron también al gobierno de Estados Unidos obtener jurisdicción en los casos y eliminar la presión corrosiva que las grandes organizaciones narcotraficantes ejercían sobre algunos gobiernos extranjeros. Este esfuerzo en equipo condujo a un éxito sin precedentes cuando en 2004, usando recursos del gobierno de Estados Unidos, se eliminó de la zona de tránsito más de 160 toneladas métricas de cocaína. La continuación del éxito dependerá de que se asignen recursos altamente especializados para mejorar los adelantos y acuerdos alcanzados durante los últimos años.

La batalla contra la corrupción

La lucha contra el tráfico de drogas es también parte de una lucha más extensa contra la corrupción. El tráfico de drogas prospera con la corrupción de la misma manera que una enfermedad oportunista florece en medio de las condiciones de un desmoronamiento social y moral.

Las organizaciones narcotraficantes esgrimen un poderoso instrumento para propagar la corrupción: las enormes sumas de dinero que genera el narcotráfico. En términos de peso y disponibilidad, no existe al presente ningún artículo de consumo más lucrativo que las drogas ilegales. En la mayoría de los casos, las drogas son relativamente baratas de producir y ofrecen márgenes de ganancias enormes que permiten al tráfico de drogas generar ingresos delictivos en una escala sin precedentes en la historia.

Estos ingresos se han convertido en sostén principal del crimen organizado y de los terroristas transnacionales. Al precio callejero promedio de venta al detalle de cien dólares el gramo, el valor de una tonelada métrica de cocaína pura asciende a 100 millones de dólares en las calles de Estados Unidos; dos veces más si se le agrega aditivos. Por lo tanto, los aproximadamente cien millones de toneladas métricas de cocaína que el gobierno de Estados Unidos confisca en términos generales cada año, teóricamente pueden representar para el narcotráfico un valor de hasta diez mil millones de dólares - más que el producto interno bruto de muchos países.

Si bien es posible que sólo una parte de estas ganancias retorne directamente a las organizaciones de la droga, estamos hablando sin embargo de cientos de millones, tal vez miles de millones de dólares que van destinados al hampa.

Para poner en perspectiva la magnitud de estas sumas, en el año fiscal 2005 el presupuesto del Departamento de Estado para operaciones internacionales del control de estupefacientes es de aproximadamente mil millones de dólares. Esto equivale aproximadamente a diez toneladas métricas de cocaína; los sindicatos de la droga han perdido esa suma en unos pocos envíos sin mostrar señales de haber sentido la pérdida.

Una riqueza en esta escala les da a las grandes organizaciones narcotraficantes una capacidad prácticamente ilimitada para corromper, particularmente en los países donde los funcionarios del gobierno y de las autoridades de ejecución de la ley están mal pagados. Para Colombia, donde los insurgentes de organizaciones terroristas extranjeras controlan los ingresos del narcotráfico, y se alimentan de él, el peligro es obvio.

En los países económicamente débiles que no tienen movimientos revolucionarios, la riqueza del tráfico de drogas representa para el gobierno democrático una amenaza tan grave como una insurgencia armada. Los ejércitos de guerrilleros o las organizaciones terroristas procuran abiertamente derribar a los gobiernos por la fuerza; las organizaciones de las drogas, al igual que las termitas, prefieren destruirlos subrepticiamente desde adentro. En teoría, cuando el ministro del interior o de defensa, el ministro de justicia o hasta el presidente de un país recibe dinero de ellos, el narcotráfico cuenta con un entorno seguro para sus operaciones. Y cuanto más tiempo haya
estado establecida la organización, tanto mayor es su capacidad de corromper.

El temor más grande de todos los dirigentes democráticos en un país afectado por las drogas debería ser que un día los traficantes podrían apoderarse de facto del control de un país al poner en su nómina de pagos a una mayoría de los funcionarios elegidos, incluso el presidente. Si bien esto no ha ocurrido todavía, casos recientes de penetración de las organizaciones de la droga en la presidencia de un país del Hemisferio Occidental demuestran que esto es una posibilidad real e inmediata.

Cuanto más privemos al narcotráfico de su capacidad de corromper, tanto menos probable será que veamos surgir una verdadera "narcocracia" en nuestro hemisferio.

USinfo (Estados Unidos)

 



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