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11/12/2006 | Informática de la India: Los tigres de Bangalore/ Bengaluru

Norberto Gallego

Bangalore ha decidido pasar a llamarse Bengaluru, sustituyendo así la versión colonial de su nombre autóctono, que significa "ciudad de las judías hervidas". Puede sorprender, o no, este gesto simbólico en una ciudad de seis millones de habitantes que, en la práctica, vive de la preeminencia del inglés, idioma vehicular de su principal industria, la exportación de servicios informáticos.

 

Bangalore/ Bengaluru forma, junto con Bombay (rebautizada Mumbai) y Hyderabad, el triángulo donde radica esta industria, que en este año habrá exportado servicios por una cifra equivalente a 20.000 millones de euros. Infosys y Wipro son los grandes empleadores de la ciudad, pero el líder del mercado, TCS (filial informática del conglomerado Tata), tiene su sede en Bombay. Entre las tres facturan una tercera parte del centenar de empresas que integran el sector. Una de estas, Satyam Systems, acaba de asestarles un golpe al adjudicarse la gestión de la infraestructura informática de Sony en Europa.

Los tres grandes aplican una calculada estrategia de expansión, mediante pequeñas adquisiciones en el extranjero, con un doble propósito: incorporar las capacidades necesarias para entrar en determinados segmentos del mercado, y tener acceso a clientes que exigen la proximidad del proveedor. Wipro es la tercera del ranking, pero la más activa: recientemente ha comprado nueve empresas en Europa y EE. UU, por entre 40 y 100 millones de euros cada una. Según su presidente, Azim Premji, no hará desembolsos superiores: "la mayoría de compañías occidentales siguen modelos anticuados, ¿por qué deberíamos pagar grandes sumas por empresas que, en nuestra opinión, no las valen?"

Nandan Nilekani, que dirige Infosys, tiene un problema inusual: quiere contratar este año a más de 25.000 empleados, lo que supone pasar de la universidad al entrenamiento en los métodos de trabajo de la compañía. Para ello, ha abierto un campus de formación con capacidad simultánea para 4.500 alumnos. Otro aspecto del problema es que el 97% de las 66.000 personas de su plantilla es nativo del país; para corregir esta proporción, acogerá a 300 graduados de universidades estadounidenses y británicas, a los que luego enviará a trabajar a otros destinos. Si le funciona, el año próximo prevé reclutar graduados de otros países europeos, un modo de ampliar el horizonte cultural de la empresa. Aunque Infosys es consciente del riesgo que corre: esos empleados, una vez formados, podrían decantarse por otros empleos mejor remunerados.

La informática india no puede menos que reconvertir su modelo tradicional, de servicios de bajo valor añadido, en el que el coste de la mano de obra ha sido su ventaja competitiva, por otro más rentable (y más costoso), que supone implicarse en la transformación del negocio de sus clientes, una actividad que en el sector se conoce como BPO (Business Process Outsourcing).

Aunque la industria india tiene larga experiencia en el desarrollo de software - fruto del proteccionismo de los gobiernos socializantes, que en los años 70 expulsaron a las multinacionales- su ascenso en los servicios se origina en la obsesión que vivieron las empresas occidentales en vísperas del año 2000, cuando se consideró urgente actualizar los sistemas informáticos para evitar un colapso que - ahora todos lo reconocen- probablemente no hubiera sido tan grave. Entonces, pareció que la solución más sencilla era encomendar la reescritura de los programas a los proveedores indios, cuyos precios eran imbatibles, hasta una quinta parte de los que se cobraban en EE. UU. y Europa. Desde entonces, con este argumento como bandera, no han parado de ganar contratos, en detrimento de competidores como IBM, EDS, Accenture y otros de parecido renombre.

La réplica se veía venir. En los últimos años, las multinacionales han instalado centros de software y servicios en India, para disfrutar de los menores costes laborales. En consecuencia, los salarios han aumentado un 15% o más, según la asociación patronal Nasscom. Lo habitual es que una empresa india facture a sus clientes occidentales entre 16 y 20 euros por hora/ hombre, tarifa con la que los competidores sólo podrían competir instalándose en el país y contratando personal local. Pero, en su último informe, la asociación advierte de que la industria india marcha hacia una crisis de personal cualificado a partir del 2010. Esta circunstancia ha hecho ver a los empresarios locales la necesidad de avanzar en la cadena de valor de esta industria.

El presidente de Wipro, que estudió ingeniería en Stanford y ha instalado una segunda sede en Silicon Valley, cree que en la próxima fase su empresa deberá crecer en Europa. Según ha declarado al Times of India,"hace tres años, sólo teníamos 250 empleados europeos; ahora son 3.300 y nos proponemos llegar al 20% de la plantilla, al mismo tiempo que elevamos su perfil profesional". En lugar de programadores mal pagados, para Premji y sus colegas la prioridad es contratar jóvenes que pueden ser transformados rápidamente en consultores.

Por supuesto, tener un buen conocimiento del inglés es imprescindible, pero de los nuevos empleados se espera que aporten familiaridad con prácticas empresariales que son ajenas a sus compañeros indios. El mercado local no representa más del 3% de la cifra de negocio, y la poca experiencia de las plantillas, con una media de 26 años, pone de manifiesto los límites de un modelo que, hasta ahora, ha permitido crecimientos del 40% anual en la facturación y del 30% en los beneficios.

La Vanguardia (España)

 



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